22 de julio de 2025

Desde muy pequeño, Manuel Puig encontró en el cine un refugio y una pasión. «En mi niñez –contaba Puig– yo solamente respiraba dentro del cine». A diario iba con su madre a la sala de su pueblo, General Villegas, para ver los grandes clásicos de Hollywood, especialmente aquellas películas de divas.
Esa fascinación con la pantalla grande atravesó toda su obra. Puig no solo fue un gran novelista, sino que también participó activamente en la adaptación cinematográfica de sus libros. Historias como Boquitas pintadas (1974), Pubis angelical (1982) y El beso de la mujer araña (1985) llegaron al cine con su colaboración en los guiones, mostrando su interés por dar forma visual a sus relatos.
Hoy, Manuel Puig sigue vivo en sus novelas, en sus guiones y, sobre todo, en esa mirada que supo unir la cultura popular, el melodrama y la gran pantalla como pocos escritores latinoamericanos.
Por Daniel Alvarenga, Ernesto Horvath y Silvia Porritelli
Desde la gente