Ampliar el horizonte

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En el barrio La Tablada un grupo de profesionales fundó una casa terapéutica para tratar adicciones y fomentar alternativas laborales. Apoyo del Ministerio de Trabajo y la SEDRONAR.

 

Proyecto integral. Senderey, Bettanin y Tomás Verger, otro de los integrantes de la cooperativa, en la sede de la entidad. (Julieta Pisano)

En la ciudad de Rosario, el crecimiento de los homicidios y la violencia derivados del narcotráfico dejó en evidencia las complicidades entre las bandas delictivas y las fuerzas de seguridad, poniendo en el centro del debate la actuación de los diferentes poderes estatales y la necesidad de reorganizar el funcionamiento policial. Sin embargo, no son suficientes las políticas públicas o los proyectos que abordan la problemática del consumo de drogas y la promoción de alternativas viables para la reinserción laboral de quienes padecen adicciones, especialmente quienes pertenecen a los sectores sociales más vulnerables. En ese contexto surge la cooperativa de trabajo Communitas, integrada por trabajadores de la salud, la educación y la cultura. Desde la entidad solidaria se ha puesto en marcha, en el barrio La Tablada, una Casa Terapéutica Productiva (CTP), dispositivo de salud inédito en el país que aúna la intervención terapéutica y la generación de proyectos formativos y ocupacionales para promover la inclusión laboral de pacientes con adicciones o algún tipo de padecimiento mental.
«Para nosotros el espacio terapéutico y el espacio productivo constituyen dos partes fundamentales de un mismo proceso de intervención. En lo terapéutico apostamos a trabajar las singularidades y las demandas de cada persona, mientras que la instancia de formación y participación en la producción nos brinda herramientas para evaluar el armado de un proyecto de vida. A diferencia del funcionamiento de las instituciones de salud tradicionales, pensamos que la reinserción social de los pacientes no debe encararse con posterioridad al proceso de desintoxicación, sino que es una chance para abordar las diferentes dimensiones de los problemas», subraya Camila Bettanin, presidenta de Communitas. En tal sentido, la articulación de este proyecto cooperativo con el Ministerio de Trabajo de la Nación y la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR) ha sido fundamental, dado que ambos organismos financiaron muchos de los programas que se desarrollan en la casa y aportaron la maquinaria y los insumos necesarios para poner en funcionamiento las unidades productivas. Así, se pusieron en marcha los cursos de capacitación en diversos rubros: textil (fabricación de bolsos, mochilas, estuches para cámaras y otros artículos impermeables); gastronomía (productos de conserva, prepizzas, alfajores); y comunicación social (diseño web, producción audiovisual y cobertura de eventos, y la realización de la revista mensual Qué sapa). Asimismo, las más de 60 personas de todas las edades que acuden actualmente a la CTP disponen de espacios de orientación laboral y talleres de capacitación en música, redacción digital, operador de sonido, edición de videos y cursos de diseño e ilustración. De allí que el proyecto cooperativo reunido en Communitas sea llevado a cabo por un colectivo de psiquiatras, psicólogos, politólogos, comunicadores, diseñadores, terapistas ocupacionales, antropólogos e historiadores, entre otras áreas disciplinares, comprometidos desde hace tiempo con la idea de generar diferentes alternativas terapéutico-ocupacionales. Por otra parte, atiende obras sociales, otra fuente de ingresos para la cooperativa.

Manos a la obra. El taller textil,
una de las unidades
productivas. (Julieta Pisano)

Matías Senderey, secretario de Communitas, remarca que la mayoría de los integrantes de la cooperativa trabajó anteriormente en instituciones de salud o en programas destinados a abordar la problemática del consumo y la violencia. «Pero con el tiempo –reconoce– empezamos a detectar los límites de ese trabajo territorial y nos planteamos la necesidad de conformar un espacio que intente abordar la complejidad del problema, haciendo hincapié en la reinserción social. Nuestra expectativa es que en futuro cada unidad productiva gane visibilidad, se integre a los diferentes sectores de la economía solidaria y podamos constituir cooperativas de trabajo en torno a cada una de ellas. Pero el campo de acción en el que nos movemos es complejo y requiere que vayamos dando pasos certeros. Este es un proceso lento y requiere mucho esfuerzo. Implica consolidar políticas de articulación con el Estado y desarrollar canales de comercialización para el sostenimiento de las personas involucradas en la producción».  Senderey también dice que la demanda de los servicios de la cooperativa «es permanente», lo cual exige pensar el modo de ampliar los alcances del proyecto cooperativo.
Cabe señalar que en Communitas todos los trabajos son remunerados en función de la participación de las personas en cada unidad productiva y el desafío inmediato es que puedan alcanzar una ganancia similar a un salario mínimo. Mientras tanto, siguen avanzando y proyectan alternativas capaces de ampliar el horizonte y ofrecer respuestas a una problemática compleja a través de la gestión cooperativa.

Lautaro Cossia