Aportes valiosos

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Los movimientos feministas tienen una potencia democratizante que mucho puede aportar –y de hecho viene aportando– al propio movimiento cooperativo. En especial, un acervo de saberes y prácticas muy afines a los principios y valores del cooperativismo transformador.
En primer lugar, resulta evidente la afinidad cuando observamos que las reivindicaciones de género son –ni más, ni menos– demandas de justicia e igualdad. Pero hay más: los feminismos se han construido históricamente, y se siguen construyendo, con lógicas democráticas que promueven la circulación de la palabra y la transparencia de la información, que privilegian la horizontalidad y la cooperación, que fomentan el empoderamiento por vía de la autogestión –entendiéndola siempre de modo colectivo–, que priorizan las salidas comunes por sobre las individuales, y que fomentan la movilización de los cuerpos para ocupar la calle y para expresar diversidad de voces.
Además, la conocida afirmación desde la militancia de género que dice «lo personal es político» presenta batalla de modo contundente contra quienes quieren privatizar la vida social, promover el apoliticismo y el aislamiento individualista.
En otras palabras, los movimientos de mujeres y personas LGTBIQ trascienden las reivindicaciones particulares de un grupo social. Más bien presentan una mirada desde abajo, a contrapelo, que surge aquí y allá desde los márgenes de los diversos ámbitos de la vida social y que presenta una gran fuerza contrahegemónica, desde sus ideas y desde sus prácticas. Constituye entonces un acervo colectivo de saberes –y sobre todo de saberes-haceres– de los sectores populares que no puede más que fortalecer y enriquecer a cualquier movimiento social con auténtica vocación transformadora.

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