Aprender a mirar

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Se lanzó, en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, la 18º edición de la Escuela de Espectadores, a cargo del crítico e investigador teatral Jorge Dubatti. La primera clase contó con la visita de los actores Miguel Ángel Solá y Paula Ciancio.


Entrevista.
Solá, Ciancio y Dubatti abordaron las características del trabajo interpretativo. (Jorge Aloy)

En el año 2000, Jorge Dubatti puso un aviso en el diario invitando a participar de una escuela de espectadores que iba a desarrollarse en el espacio cultural porteño Liberarte. La poca gente que respondió interesada no terminaba de entender la propuesta. ¿Acaso el espectador es algo más que una persona que disfruta de un espectáculo en una actitud pasiva? ¿Se puede enseñar a ser espectador?
Dubatti, reconocido crítico teatral e investigador de la historia de la dramaturgia, director del Instituto de Artes del Espectáculo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, coordinador del Área de Investigaciones en Ciencias del Arte en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, pero, sobre todo, un amante del teatro, sabía perfectamente que el espectador puede desarrollar una visión crítica y que su rol en el mundo de las artes escénicas es fundamental. Por esta pasión fue que siguió intentando y la Escuela de Espectadores de Buenos Aires (EEBA) se fue desarrollando hasta ser un hito cultural sin precedentes. Hoy, a 18 años de su nacimiento, se realiza en el CCC Floreal Gorini y cuenta con 600 alumnos, divididos en dos grupos de 300 asistentes cada uno. Pero no se agotó allí: el formato se replicó a lo largo del país y el mundo, con 25 sedes en plena actividad.
«Para esta edición, además de los alumnos que tenemos, hay más de 1.200 personas que están anotadas en lista de espera para participar de la EEBA», dice Dubatti, y señala que la propuesta continúa siendo la misma: desarrollar la mirada y el pensamiento sobre una de las artes más antiguas, además de brindar herramientas para multiplicar el disfrute de la experiencia artística.
La modalidad de cursado, añade el crítico, es de un encuentro semanal y entre tanto se ven uno o dos espectáculos que estén en cartel. El día de clase se habla de lo que se vio, y se lo analiza dentro de un contexto teórico. Las posibilidades a la hora de asistir a espectáculos son muy variadas: teatro, danza, ópera, narración oral, circo, teatro callejero, títeres y expresiones performáticas. Pero hay un detalle que es sustancial y es el hecho de invitar cada semana a los mismos artistas de esos espectáculos a las clases y poder escucharlos hablar sobre su arte. De la primera clase del 2018 participaron los protagonistas de la obra Doble o nada, Paula Cancio y Miguel Ángel Solá.  

Detrás de escena
Entrevistados por Dubatti, los actores desarrollaron las temáticas que aborda la puesta y se mencionaron los factores a tener en cuenta en la interpretación arriba del escenario, con la particularidad de ser, además, pareja en la vida real y padres de una niña de tres años. Cancio señaló algunos de los cambios realizados por ella al texto original (Doble o nada es una versión de Testosterona, obra escrita por la autora mexicana Sabina Berman) y de cómo esto mejoró considerablemente el resultado final. La obra, actualmente en cartel en el teatro La Comedia, de la ciudad de Buenos Aires, es la historia de un director de un importante medio de comunicación que debe dejar su puesto en manos de uno de sus dos subdirectores. Uno es mujer y el otro varón. Qué influirá en esa decisión, si la capacidad, el sexo, la experiencia o la audacia, es el interrogante que se develará a través de una trama llena de giros y dobles lecturas, que habla sobre el poder y los abusos del mismo, las relaciones interpersonales y la ética. «Mi escuela se basa en la curiosidad y en la sorpresa, nada más. La actuación debe ser el salto al vacío sin red, jugándose por entero el pellejo», dijo, por su parte, Miguel Ángel Solá, quien ganó el premio ACE al mejor actor 2017 por su papel en Doble o nada. Más allá de su enorme trayectoria y reconocimiento tanto en Argentina como en España, afirmó: «Yo no creo que el actor tenga que vivir de réditos, el actor tiene que sacar patente de actor todas las noches. Y tiene que llevarse el pan a la boca por lo que hace, no por lo que hizo».

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