Arriba el telón

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Con un nivel artístico de excelencia, las propuestas para niños y niñas promueven valores como la solidaridad y la igualdad a través de espectáculos de títeres, clowns y musicales. El programa Arte en la Escuela y su rol en la difusión de las obras entre alumnos y docentes.

Un hipo desafinado. Dirigida por Nelly Scarpitto, la obra de la compañía El Nudo está pensada para un público de entre 0 y 7 años de edad. (Prensa CCC)

A mí me gusta ir al teatro porque me gusta ver cosas divertidas que me hagan reír», dijo, resuelta y entre risas, Eva, de 7 años, que concurre a una escuela pública de la localidad de Lanús, cuando llegó al Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Faltaba poco para que empezara la función y un remolino de niñas y niños de jardines y escuelas primarias de la Ciudad de Buenos Aires y del Conurbano Bonaerense estaban ansiosos por entrar a la Sala Solidaridad. Adentro los esperaba el espectáculo de teatro negro Circo Fokus Bokus, del grupo Kukla, una magnífica obra de títeres, objetos y clowns. Esta experiencia, que se repite martes y jueves durante todo el año escolar, es parte del proyecto Arte en la Escuela, que desde 2006 desarrolla el área de Títeres y Espectáculos para Niños del departamento Artístico del CCC, en articulación con el Banco Credicoop. Bajo esta modalidad, se realizan entre 70 y 100 funciones gratuitas por año, a las que asisten 22.000 pequeños espectadores con sus maestras. A esto se suman las 300 funciones que se realizan los fines de semana, y, en vacaciones de invierno, de martes a domingo, en tres salas diferentes. En 17 temporadas, más de 700.000 espectadores vieron las propuestas infantiles del CCC.
«La visión de Floreal Gorini fue crear un espacio donde las ideas transformadoras de nuestro movimiento cooperativo se desarrollaran y disputaran sentido al modelo capitalista neoliberal, desde diferentes aspectos: económicos, sociales, culturales y artísticos –explica Juan Carlos Junio, director del CCC–. En una búsqueda que no solo apelaba al pensamiento, sino también a los sentimientos y la emociones. Por eso, desde la génesis del proyecto se decidió que hubiera aquí un área vinculada con el mundo infantil».
Incluso antes de instalarse en el corazón de la avenida Corrientes, el CCC ya había comenzado a desplegar una intensa actividad artística y cultural hacia los más pequeños, presentando obras en espacios porteños como Liberarte, Andamio 90 y la sala Babilonia. «Cuando en 1997 Floreal nos convocó a participar de su conformación, quiso que se incorporaran las disciplinas más representativas del arte: la música, la plástica, las artes visuales y el teatro, y se creó una comisión de asesores entre los que se encontraba, por ejemplo, Hugo Midón, lo que muestra que los niños fueron incluidos en el proyecto inicial», cuenta Antoaneta Madjarova, codirectora de los departamentos de artes y coordinadora el área de Títeres y Espectáculos para Niños del CCC. En ese marco, se abordó la perspectiva infantil no solo a través de producciones y la organización de espectáculos, sino también por medio de la investigación teórica, la experimentación y la educación en el arte.
Así, a lo largo de sus más de 15 años de permanencia en la escena porteña, el CCC logró posicionarse como uno de los espacios más destacados del ámbito teatral de la ciudad y el género infantil no fue la excepción. Música, títeres, danza, circo, mimo y clown fueron algunos de los géneros que subieron y suben a escena, interpretados por los grupos y directores más importantes de Buenos Aires y del Interior del país, entre ellos Marcelo Katz, Mariana Baggio, Mauricio Kartun, Rubén Segal, Carlos Gianni, María Inés Falconi, Marta Lantemo, Gerardo Hochman, Tito Loréfice, Daniela Fiorentino y Ana Alvarado; y los grupos teatrales La Pipetuá, Amichis, Kukla, El Nudo, Todo en Caja, El Bavastel, Lambe – Lambe. Además de Cosas de payasas, Tic Tac, el héroe del tiempo, Un Hipo desafinado y Beethoven, actualmente en cartel (ver Propuestas…), han pasado por los escenarios las obras Guillermo Tell, Calidoscopio, Clac!, Un tigre en el gallinero, Hay que esconder el elefante y Opereta prima, entre otras. También hubo espacio para la música, con las actuaciones de Los 4 vientos, El murgón de la esquina, Papando moscas, Coco Romero, Al Tun Tun y Los Musiqueros.

Tradición
El arte milenario de los títeres es lo que más identifica a la actividad infantil del CCC. Una marca fuertemente referenciada en el poeta, narrador y más reconocido titiritero de Sudamérica, Javier Villafañe. «Hay una tradición muy importante con respecto al arte de los títeres que tiene que ver con la concepción del imaginario que el niño adquiere en su formación en relación con el arte; en ese aspecto, el títere es trascendental tanto en la sala de cámara, en el teatro y en la actividad ambulatoria del retablo», explica Juano Villafañe, director artístico del CCC e hijo del creador del legendario Maese Trotamundos. «A partir de esa tradición –agrega– es que surge la idea de incorporar, más que nada, al teatro de títeres en el CCC». Hoy, además de las obras, en el CCC se editan libros, junto con el Área de Investigación en Ciencias del Arte (AICA), que promocionan la dramaturgia para teatro de títeres.
Los que se asoman a este arte que combina plástica, producción visual, literatura, música, humor y creatividad, quedan atrapados bajo su hechizo para siempre. Cargados de metáforas y símbolos, los mundos imaginarios y las historias que trasmiten en escena, los títeres también son portadores de valores e ideas. «Para nosotros es importante entrar en esos mundos y a partir de allí contribuir en la formación de los niños, acercándoles los valores humanísticos de la cooperación, como la solidaridad, la ayuda mutua, el esfuerzo compartido, la equidad, la igualdad, la justicia, entre tantos otros –apunta Junio–. Creemos que es como sembrar semillas a futuro, sabemos que es imposible predecir si la semilla va a germinar o no, pero tenemos un optimismo histórico, creemos en el ser humano y en la sociedad. Esa es la idea que luego se expresa en el títere y en el teatro infantil que proponemos», agrega el dirigente cooperativista.

Junio. «Para nosotros es importante poder contribuir a la formación de los niños.»

Madjarova. «Nuestro objetivo es producir espectáculos con contenidos profundos.»

Según Juano Villafañe, quienes producen metáforas, imágenes y bienes culturales en el CCC también son investigadores, por lo tanto, el arte para los niños tiene allí su propia visión teórica y pedagógica. «Se ha comprobado que más allá de lo que el niño realice en su futuro, que sea un artista o no, a través del estímulo artístico incentiva su imaginación y también su racionalidad –señala–. Muchas veces se hacen apreciaciones erráticas al pensar que lo artístico está disociado de la formación más racional de la educación. Contrariamente a lo que se piensa, el arte multiplica y da mayor capacidad de comprensión e inspiración para entender diferentes visiones de la vida y el mundo».

Circo Fokus Bokus. La obra fue ganadora de los premios ACE y Teatro del Mundo, entre otros. (Jorge Aloy)

Madjarova también destaca la importancia de que los chicos se relacionen tempranamente con el arte. «El arte trabaja con las emociones y la sensibilidad, además de ser un estímulo en el desarrollo y la formación, despierta la parte reflexiva. Nuestro objetivo es producir espectáculos de excelencia artística, que más allá de la diversión tengan contenidos profundos», manifiesta quien además integra la dirección general del Centro Cultural y tiene una larga trayectoria en teatro negro, títeres y marionetas (ver Alma Máter).

Del aula al escenario
En 2016 nació Arte en la Escuela, un programa que busca brindar a los niños y las niñas un acercamiento a la cultura a través del arte dramático. «Es una iniciativa de extensión cultural hacia el ámbito educativo que propone darle la posibilidad a alumnos de escuelas de zonas carenciadas, chicos de entre 2 y 15 años, de disfrutar de espectáculos de títeres, clown y teatro negro», explica Madjarova, coordinadora del programa. «Podemos decir que es también una iniciativa político cultural para acercarnos a los niños y a los docentes, desde el arte y la pedagogía liberadora, con una mirada hacia un hacer cooperativo», dice Villafañe.
Esta propuesta, que integra a artistas, docentes y alumnos en un vínculo diferente de aprendizaje, debate y reflexión, es posible gracias a la articulación entre el CCC, que aporta la labor artística; el Banco Credicoop, que contribuye con recursos económicos para financiar los gastos de traslado de los chicos y la puesta en escena del espectáculo; y las comisiones de asociados de las filiales de la entidad cooperativa, que establecen los vínculos con las escuelas. «Este proyecto responde a la concepción filosófica, ideológica y principista del banco, porque nuestro movimiento entiende y asume como responsabilidad propia la transformación de la sociedad y promueve una sociedad más justa, equitativa y solidaria –apunta el secretario de Educación de Credicoop, Reynaldo Pettinari–. Como enseñanza de Floreal Gorini y nuestros precursores, trabajamos para aportar a esa transformación», destaca. Este programa está en sintonía con las actividades que permanente desarrolla el banco, con el compromiso de sus dirigentes, funcionarios y personal.
Circunscriptas a un ámbito geográfico que comprende al Conurbano bonaerense y la ciudad capital, son más de 50 las filiales que colaboran activamente en el programa. «Muchas veces los vínculos ya existían, en otros casos es la primera vez que los docentes y directivos se ponen en contacto con el banco pero, en todos los casos, luego de esta rica experiencia, los lazos se estrechan y es precisamente allí cuando se generan más oportunidades para llevar nuestra propuesta artística, cultural y cooperativa a las aulas», señala Pettinari.

Villafañe. «El estímulo artístico incentiva la imaginación y la racionalidad.»

Pettinari. «Arte en la Escuela permite llevar nuestra mirada cooperativa a las aulas.»

Para los maestros que acompañan a sus alumnos a las funciones, la experiencia también es enriquecedora. Natalia García, docente de plástica, cuenta: «Vine por primera vez hace ocho años con alumnos de quinto grado de la escuela 77 de Villa Caraza y me encantó la propuesta. Cada vez que vuelvo, la respuesta de los chicos es sorprendente y maravillosa. Las luces, la música, el ambiente, los colores, quedan fascinados por todo lo que ven en el Centro, además de lo que acontece con las obras. Es una experiencia mágica e inolvidable». Para Patricia Vega, directora de la Escuela 11 de Lanús, Arte en la Escuela «es una propuesta muy completa», porque cuando los niños y niñas regresan a las aulas hacen dibujos y debaten sobre lo que vieron. «Se van muy contentos y con muchas ganas de volver. Para algunos es la primera vez que van al teatro», dice.
«El éxito de la convocatoria nos llevó a generar otros proyectos que tienen que ver con la formación pedagógica y educación cooperativa», comenta Viilafañe. Desde el año pasado el CCC conformó un equipo integrado por artistas y docentes que van a las escuelas a brindar talleres de formación cooperativa, destinado a alumnos de nivel inicial y del primer ciclo de primaria. «A través de diferentes disciplinas y prácticas artísticas promovemos los valores del cooperativismo y otros temas relacionados con la igualdad, la identidad, la solidaridad, los derechos humanos, el cuidado del medioambiente. Tenemos muy buena recepción de los docentes y de los chicos que se entusiasman mucho con la propuesta», explica Madjarova. En esa misma línea, las escuelas que visitan el CCC reciben de regalo libros de la editorial Desde la Gente y Sinfín de principios, editado por IDELCOOP, que son utilizados cómo material didáctico en los talleres.

Ceremonia inigualable
En tiempos donde los estímulos mediáticos y las pantallas acaparan la atención de niños y adultos, el arte vivo de los títeres, que resiste el paso del tiempo, propone participar de una ceremonia única, que abre la mente, moviliza sentimientos y emociones. Una ceremonia en la que el público accede de manera colectiva a un momento de creación que no se da en muchos otros ámbitos. «Es una experiencia vital intransferible. A diferencia del cine o la fotografía, el teatro exige la concurrencia presente de los artistas y los técnicos al acontecimiento convivial y, por lo tanto, no admite reproductibilidad técnica», dice Villafañe.

(Foto: Jorge Aloy)

Antes y después de la función, los niños entran en contacto con un mundo mágico que los transporta, en el que se entreveran historias, personajes mitológicos y reales, canciones, danza, risas y juegos. «Es tan así que los más pequeños confunden a veces la ficción con la realidad y en medio de la función reaccionan ante ciertas actitudes de los personajes, les gritan a los malos, se levantan, se enojan, aplauden y bailan», dice Madjarova.
Con motivo de los festejos del décimo aniversario del CCC, en 2012 el área artística instituyó el premio Javier Villafañe, único galardón del continente que se otorga específicamente a producciones teatrales de títeres y objetos. «El género de teatro de títeres es más antiguo que el teatro y merecía que se reconociera la labor de los artistas que lo desarrollan», cuenta el director artístico. El premio mayor es una réplica del títere Trotamundo, de Javier Villafañe, manteniendo viva la memoria del exponente más importante en el país de este arte. El espíritu trashumante de Villafañe también está en el hall de entrada del CCC, donde en una vitrina se exhiben sus títeres, donados por su familia.
Los reconocimientos también son para el Centro Cultural. En 2013, el Programa Arte en la Escuela fue declarado de interés cultural, artístico y educativo por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, además de las numerosas distinciones obtenidas por diferentes espectáculos de su cartelera, como los premios de la Asociación de Cronistas del Espectáculo (ACE), el Teatro del mundo y la Asociación de Teatristas Independientes para Niños y Adolescentes (ATINA).
«Cuando inauguramos el Centro Cultural –concluye Junio–, nos propusimos ser un polo de la cultura de izquierdas, progresista, transformadora, recogiendo los valores culturales de la humanidad y de nuestra historia nacional, con una visión comprometida con los retos del ahora y, entre todos, lo hemos logrado».

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