Aulas más plurales

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Herramienta para docentes. Brugo, Abrodos, Rogalski y Ramos, en el CCC. (Jorge Aloy)

Organizada por el Departamento de Educación y el Espacio de Géneros del Centro Cultural de la Cooperación, la presentación de Educación Sexual Integral para la inclusión colmó la Sala Laks. El libro nació a partir de las preguntas que docentes se hicieron acerca de propuestas pedagógicas para que la ESI se acomode en las aulas y logre que sean más justas, plurales y emancipadoras. Gabriela Ramos, coordinadora del trabajo e investigadora del CCC; Pía Brugo, integrante del Departamento de Educación; Roxana Rogalski, secretaria de Género e Igualdad de Oportunidades de Ctera; y Maiamar Abrodos, actriz y docente, repasaron las relaciones entre ESI e inclusión.
Antes de dar lugar a las panelistas, Brugo, quien moderó la jornada, adelantó la investigación que actualmente está llevando un grupo de trabajo del Departamento de Educación en materia de ESI y género: «Trabajamos sobre la Educación Sexual Integral en las secundarias de la Ciudad de Buenos Aires con algunos ejes de análisis que nos propusimos profundizar, como ver de qué manera se desarrolla, si es integral, si las pibas y pibes son concebidas como sujetos de derechos». Le siguió Rogalski, quien afirmó: «Luego de la catástrofe que nos pasó con la eliminación de los ministerios de Trabajo y de Salud, y del desmantelamiento del programa de Educación Sexual Integral, empezamos de cero. Y tenemos la necesidad imperiosa de formación y capacitación docente en ESI».
Abrodos aportó su propia y personal experiencia: «Estoy acá un poco porque soy una mujer transgénero», expresó. «Un poco bastante», añadió sonriente. Y problematizó el concepto de inclusión. «¿Qué inclusión deberíamos tener siendo docentes? No hay que pensar cómo incluir, porque debería estar dado. Podemos tener muchos planes, pero cuando tenés adelante a une niñe o adulte, quien sea, y te dice “mi nombre es tal”, será así; no hay mucho más que pensar».
«Debemos redefinir el concepto de “inclusión” para alojar y abrazar la diferencia. Y la escuela debería hacer eso», finalizó Ramos, para dar lugar a las voces de quienes seguían la presentación del libro, como la de Mariano, un docente que relató la historia de una niña que abrazó su vivencia del género tal como la sentía: «Un día me dijo que José no iba más a la escuela, que ahora iba Micaela».