Beneficios para pocos

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La liberalización cambiaria fue una de las medidas más trascendentes impulsados por Cambiemos. Si bien generó beneficios a sectores puntuales, estos no compensan el daño propiciado a la economía en su conjunto.
Se conoció recientemente que el Banco Central determinó que las transacciones con divisas, a excepción de algunas operaciones específicas, se procesen automáticamente, sin presentación de documentación respaldatoria. Esa fue la frutilla del postre, de un banquete preparado de antemano para unos pocos.
Ya no quedan límites para la compra de divisas. Además, se habilitó a las entidades a que fijen el horario que deseen para operar en cambios por banca Internet. También las casas de cambio podrán elegir el horario de operación. Bajo el pretexto de la mayor libertad se perjudicó al conjunto: cuantos más dólares queden ociosos atesorados, menos se destinarán a la producción.
Meses atrás se había incrementado el plazo de ingreso de divisas de las exportaciones. Se eliminaron las retenciones para muchos productos y disminuyeron para la soja. Con ello se favoreció a los sectores concentrados del agro, pero se potenció la reprimarización de la economía.
También se eliminó la obligación para los capitales del exterior de depositar por un año el 30% de lo ingresado y se disminuyó el tiempo mínimo de permanencia en el país. Además, se permitió repatriar inversiones sin la conformidad del Banco Central. Con ello se benefició a inversores extranjeros, pero se tornó a la economía más vulnerable al capital financiero especulativo.
La enumeración podría seguir. La clave de lectura es la misma. Los beneficios de la liberalización son para algunos pocos y los perjuicios para la inmensa mayoría.

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