Sin categoría

Bien afinado

Tiempo de lectura: ...

Desde el luthier a la producción en serie. Cambios y oportunidades de un sector en constante evolución. Las políticas de protección permitieron la sustitución de importaciones.

 

DB Drums. Comenzó en un garage y hoy exporta con integación de 65% de partes locales. (Facundo Miguel Nivolo)

La música se compone de ritmos, melodías y armonías, pero también de matices. Estos últimos los aportan los ejecutantes –los músicos– y en buena medida también los instrumentos. Por esto, la música no es sólo un bien cultural, sino además la punta de lanza de un sector productivo que va desde la tarea artesanal del luthier, que se mantiene en la actualidad y es muy buscado por músicos profesionales, hasta la profesionalización del oficio en pequeñas y medianas empresas con un volumen acotado de producción. La producción de instrumentos factura en la actualidad cerca de 2.400 millones de pesos, con un crecimiento en torno al 10% anual, de acuerdo con datos del Ministerio de Industria. El boom del sector se registró a partir de 2008, con la aplicación de licencias no automáticas para importados, con el claro objetivo de fomentar la producción local. Si bien aún existen inconvenientes en la sustitución de importaciones de insumos –como cuerdas y palillos–, se exportan baterías y guitarras.
El diseño industrial produjo un quiebre histórico: trajo la industrialización de la producción de instrumentos, y desplazó de la tarea a los luthiers. Tanto la evolución en el diseño como los avances tecnológicos dieron como resultado algunos cambios culturales. Por ejemplo, la electrónica y la inclusión de las computadoras son en la actualidad componentes muy importantes en la industria musical. Además, la construcción de instrumentos en serie hizo más accesible la iniciación en la música. Sin embargo, esto no implica que la luthería se vea amenazada por la producción en serie, dado que la mayoría de los músicos profesionales prefiere la experiencia de un luthier a la hora de concebir un instrumento, ya que les permite participar en el proceso de selección de materiales. No obstante, en la actualidad muchos luthier producen en serie, tal el caso de Leo Fender, quien hoy es –junto con Les Paul– marca registrada.
Según la Cámara Argentina de Fabricantes de Instrumentos musicales (Cafim), que se fundó en 2012, el mercado argentino de instrumentos y audio profesional tiene una facturación de 300 millones de dólares anuales (unos 2.400 millones de pesos al tipo de cambio actual) dentro de los 15.500 millones del mercado mundial. La actividad creció 30% desde 2008 en un sector que genera unos 2.000 empleos directos y cerca de 10.000 indirectos. En la actualidad, se exportan cerca de 20 millones, en particular baterías, guitarras, amplificadores y algunos tipos de cuerdas. De todos modos, la balanza continúa siendo deficitaria. Desde 2008 se verificó un crecimiento en promedio de 68% en la importación de cuerdas, y el sector se vio perjudicado por el ingreso de sets chinos a valores de hasta un dólar, contra los cuales es imposible competir.

 

La partitura
La mejora en los indicadores de la actividad coincidió con algunas medidas que se implementaron para frenar el ingreso irrestricto de importaciones. «Estimamos que la industria creció un 30% desde 2008, gracias, en parte, al régimen de sustitución de importaciones. Desde entonces se realizaron muchas inversiones en el sector, principalmente en la producción de baterías y guitarras», explicó el presidente de CAFIM, Julián Berenstecher. Un ejemplo de esta situación es la industria de guitarras, que estaba a punto de desaparecer. Desde entonces, el sector creció un 70%, y está en condiciones de abastecer a todo el mercado local, además de exportar; y promete más. Los instrumentos son fabricados íntegramente en el país y alcanzan estándares internacionales de calidad y competitividad, señalan desde el Ministerio de Industria.
El control a las importaciones incluyó licencias para el ingreso de amplificadores Marshall, guitarras Gibson y Fender, baterías Pearl y cuerdas D’Adario. Esto también implicó un fuerte aumento en algunos productos, como palillos de batería, banquetas, cables, afinadores, cuerdas y pedales de guitarra eléctrica. También hay rubros que no se producen en el país, como es el caso de los instrumentos de viento, las banquetas de batería y los atriles, según datos de la Cámara Argentina de Instrumentos Musicales, Audio, Video e Iluminación (CAIMAVI). La Cámara inició gestiones con la Confederación General Empresaria (CGE) para destrabar algunas  importaciones, mientras se aseguran las condiciones a los fabricantes locales para que puedan desarrollar sus emprendimientos en línea con la política de sustitución de importaciones.
Los casos exitosos en el tema son varios. Un ejemplo es DB Drums. La idea nació de la mano de dos estudiantes de ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, quienes decidieron comenzar con la producción de baterías electrónicas en el garaje de la casa de sus padres. Uno de ellos, que era baterista, hizo su primer prototipo, en un principio, utilizando componentes reciclados. Esta pyme ya logró sustituir con producción nacional el 65% de los componentes. En 2012, Tevelam, una empresa que se dedicaba hasta entonces a la importación de productos y accesorios de electrónica, decidió invertir más de 2 millones de dólares en un ambicioso proyecto: montar una fábrica de baterías acústicas.
Desde entonces, Baterías Legend produce 1.600 baterías por mes,  con madera argentina, la araucaria araucana, exporta a Alemania, Italia, Uruguay y Brasil y emplea 35 operarios. En guitarras, una de las más grandes del rubro es Gracia, que fabrica 4.000 unidades mensuales con 137 modelos distintos; abarca desde guitarras para niños hasta profesionales. Exporta a Uruguay, Chile, Brasil, Estados Unidos, Puerto Rico, Perú, Ecuador, Francia y Ucrania. Tiene 60 empleados e integra un 80% de insumos nacionales.

Cristian Carrillo

Estás leyendo:

Sin categoría

Bien afinado