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Prevenir la obesidad infantil es uno de los grandes retos para la salud pública en la Argentina y en el mundo. La implementación de quioscos saludables en las escuelas es un paso clave en ese camino.

 

Recreo. Frutas, yogures, agua, leche y sándwiches con pocas grasas son algunos de los productos que deberían ofrecer los quioscos. (Gisela Volá)

De acuerdo con  datos de la Organización Mundial de la Salud, la obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI, que afecta sobre todo a países de medianos y bajos ingresos. Según el organismo, en 2010 había 42 millones de niños con sobrepeso en todo el mundo, de los cuales 35 millones vivían en países en desarrollo.
Por otra parte, cuando en 2011 la Sociedad Argentina de diabetes evaluó la prevalencia de síndrome metabólico en una población de chicos de 10 a 19 años de distintas provincias argentinas que acudieron a controles de salud, se encontró con que alrededor del 40% de los chicos con sobrepeso u obesidad lo padecía. Este síndrome consiste en una asociación de factores que llevan a que la glucosa en sangre no pueda mantenerse en valores normales, lo cual provoca un altísimo riesgo de desarrollar diabetes en el futuro. La obesidad de tipo abdominal o central y la insulinorresistencia son los principales disparadores de esta condición.
En la Argentina, la Ley 23.396, de Trastornos Alimentarios, sancionada en 2008 y reglamentada un año después, dispone en su artículo 8 que el Ministerio de Salud, en coordinación con la cartera de Desarrollo Social, «desarrollará estándares alimentarios para garantizar que los comedores escolares y los planes alimentarios nacionales velen por los aspectos nutricionales de la población atendida, poniendo especial énfasis en la corrección de las deficiencias o excesos de nutrientes». Y va más allá aún en su artículo 9 al establecer que «los quioscos y demás establecimientos de expendio de alimentos dentro de los establecimientos escolares deberán ofrecer productos que integren una alimentación saludable y variada, debiendo estar los mismos debidamente exhibidos».
Lo cierto es que si bien desde hace varios años se viene intentando fomentar el expendio de alimentos saludables en los colegios y las provincias, mediante ordenanzas y leyes provinciales también lo disponen, aún no hay una norma a nivel nacional que regule lo que comen los chicos en la escuela. «Las instituciones escolares, junto con la familia, son los pilares fundamentales en la creación de hábitos en los individuos, ellos van a impactar directamente en el metabolismo de las personas a lo largo de su vida», sostiene la senadora nacional por Santiago del Estero Ana María Corradi.
Corradi presentó a fines de 2012 un proyecto de ley por el cual se busca establecer quioscos en los establecimientos educativos estatales y privados en todos los niveles que expendan comida saludable como frutas, yogures, agua, leche y sándwiches con pocas grasas. Pero además, propone «auspiciar un compromiso real con el tratamiento de enfermedades como la celiaquía, la diabetes y cualquier otra que requiera de una dieta específica, exigiendo la disponibilidad de alimentos permitidos para el consumo de quienes las padecen».
«Los niños con sobrepeso u obesos tienden a seguir siéndolo en su vida adulta, lo que genera un alto riesgo de contraer las enfermedades mencionadas anteriormente a corta edad. Para evitar mayores males es imprescindible generar conciencia preventiva en la sociedad y políticas públicas tendientes a disminuir el riesgo de esta enfermedad y sus consecuencias», advirtió la legisladora.
Para la endocrinóloga Juliana Mociulsky, «incorporar el quiosco saludable en el colegio es una de las medidas necesarias para establecer una estrategia efectiva de prevención de sobrepeso, obesidad y diabetes tipo 2. Los cambios de hábitos deben fomentarse a diferentes niveles: personal, familiar y sin duda actuando sobre el entorno. En el caso de los chicos, el colegio es donde pasan muchas horas del día y además están abiertos al aprendizaje».
Según señala la especialista, la diabetes tipo 2 en niños comienza a verse recién en esta década y está asociada con la obesidad, probablemente sobre una tendencia hereditaria. «El cuidado del peso corporal en los chicos es la primera acción de prevención. En el caso de la diabetes tipo 1, insulinodependiente, acceder a un quiosco saludable permitiría que estos chicos pudieran optar por su colación dentro del colegio, sin tener que llevarse desde la casa o sentirse diferentes al resto de sus compañeros».
Por su parte, desde la Sociedad Argentina de Diabetes explicaron que «los alimentos como la carne, la leche, la fruta y la verdura son más caros que un pedazo de pan, una gaseosa o golosinas, que matan el hambre pero no alimentan. Quienes consumen este tipo de alimentos son más propensos a contraer diabetes tipo 2, cuya aparición era común entre las personas mayores, pero ahora se desarrolla también a partir de los 8-10 años de edad en niños con obesidad».
«Consideramos necesario que la industria nos ofrezca productos cada vez más saludables, es decir, bajos en grasas, sodio, azúcar y que tanto las autoridades sanitarias como educativas se comprometan a trabajar en conjunto para que todos los niños puedan tener acceso a los alimentos más convenientes dentro de la escuela –dice la vicepresidenta de la Asociación Celíaca Argentina, Gladys Altamirano–. A su vez, contar con alimentos para chicos celíacos simplificaría la tarea de muchas madres y les evitaría tener que ocuparse de proveer a sus hijos de productos mientras se encuentran en el colegio. El ámbito escolar debe dar ejemplo de inclusión hacia todas las problemáticas de los alumnos».

—M. C. S.

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