Boris Johnson no es ningún payaso

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Y, finalmente, lo logró.  Boris Johnson, el «extravagante» alcalde de Londres entre 2008 y 2016, fue nombrado primer ministro. El parlamentarismo británico es bastante peculiar: en caso de renuncia al máximo cargo –como pasó con Theresa May–, primero se realiza una interna entre los legisladores del mismo partido y cuando quedan solo dos, a la elección la dirimen los afiliados, en este caso, menos de 200.000 ciudadanos.
Johnson es resistido dentro y fuera del Partido Conservador y no por su estilo extravagante, sino por sus posturas extremas.  Si bien es cierto que en el contexto de la salida de la Unión Europea y la incapacidad de Theresa May de resolver las negociaciones con el continente su figura se agigantó, no es menos cierto que su postura de un Brexit «a cualquier costo» sin el consentimiento de Europa, genera rechazo, dudas y temores.
Los problemas son múltiples y van más allá de la personalidad de Johnson, su gabinete con gente racista u homofóbica o sus mentiras, que lo emparentan con Donald Trump.
El Reino Unido está formado por Inglaterra, Gales y Escocia y la parte norte de la isla de Irlanda.
En Escocia la mayoría votó contra el Brexit y si se sale de la Unión Europea, podrían intentar un nuevo referendo para independizarse. También en Irlanda del Norte la mayoría votó por seguir en la UE, entre otros motivos porque así se eliminó la frontera con la República de Irlanda, que ocupa la mayor parte de la isla, y se desactivó un conflicto que perduró por décadas.
Si Johnson no logra estabilidad para gobernar, puede adelantar las elecciones previstas para mayo de 2022 y así consolidar su poder. Pero también las puede perder.
 
 

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