Brasil: militarización en campaña

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El 16 de febrero el presidente Michel Temer decidió militarizar el Estado de Río de Janeiro en un año electoral y sorprendió a propios y ajenos. El decreto aprobado por ambas cámaras es el primero de este tipo que se toma después de la dictadura militar (1964-1985) y prevé que un general del Ejército sea el interventor del Estado en temas de seguridad pública, hasta el 31 de diciembre de este año, directamente subordinado al presidente de la República.
Según Temer, el crimen organizado casi controla Río de Janeiro y es una metástasis que se traslada a todo el país y amenaza la tranquilidad. Además, aseguró que tomaba esta medida extrema porque las circunstancias así lo exigían. Sin embargo, en estas últimas semanas no hubo ningún hecho excepcional de violencia o enfrentamiento entre bandas de narcotraficantes que permitiera pensar que era necesaria una decisión de este calibre, salvo las protestas contra Temer durante el carnaval y las manifestaciones a favor del expresidente Lula da Silva, perseguido por la Justicia para impedir su candidatura en los comicios de octubre.
La medida fue incluso criticada por el Consejo Nacional de Derechos Humanos, un organismo que existe hace más de 50 años, vinculado al Ministerio de Derechos Humanos. En un duro comunicado señaló que configuraba un «régimen de excepción en tiempo de paz, una especie de licencia para matar, legitimando una ideología de guerra para justificar eventuales muertes de civiles».
Cuesta creer que Temer haya tomado una acción tan fuerte solamente por la violencia en la ciudad de Río. La derecha brasileña hoy no tiene un candidato potable para octubre y la mano dura podría ser un gran argumento de campaña para el propio Temer si decidiera presentarse.