Brexit, un fierro caliente

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La salida del Reino Unido de la Unión Europea se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para quienes lo impulsaron y quienes se opusieron. Ya nadie se anima a pronosticar lo que puede suceder y cómo afectará a la propia Unión Europea.
Por lo pronto, el Brexit se llevó puesto al primer ministro David Cameron, quien pensó –en un error de cálculo político– que un referendo sobre el tema reforzaría su lugar y terminó eyectándolo del cargo. A pesar de haber ganado holgadamente las elecciones en mayo de 2015, perdió el referendo en junio de 2016, renunció, y fue reemplazado por Theresa May. La sucesora de Cameron trató de negociar el Brexit de la mejor manera posible aunque el parlamento rechazó su plan el 15 de enero de este año. May, a quien algunos se atrevieron a comparar con la «dama de hierro» Margaret Thatcher, fue humillada también por más de 100 diputados de su propio partido que votaron en contra de su propuesta.
Mientras en el Reino Unido las fisuras aparecen por todos lados y un gobierno tras otro hace agua, en Bruselas los 27 países que conforman la Unión negocian con puño firme, casi como si hubiera un deseo de revancha frente al antiguo imperio que nunca se sintió muy cómodo incorporándose al continente. El sentido de superioridad de los británicos es histórico y vale la pena recordar que se incorporaron a la Unión Europea pero no a la “zona euro” para no resignar la libra, su moneda.  
Theresa May está ahora frente un camino sin salida que le fue impuesto por su predecesor. Tomó un hierro caliente que le quema en las manos y como bien dijo en el último debate parlamentario «sabemos que no se quiere, pero no lo que sí quieren». Por eso la gran pregunta es si May llegará a may(o)…

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