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Investigadores mendocinos trabajan en la elaboración de un diccionario de lengua de señas digital que muestre toda la riqueza conceptual de esta forma de comunicación.

 

Voz propia. El Movimiento Argentino de Sordos reclama en el Congreso la aprobación de una ley que reconozca la lengua de señas. (Télam)

La expresión fonética característica de la persona sorda refuerza el concepto social de “No sabe hablar” cuando en realidad no habla como nosotros, habla su lengua, la lengua de señas. Las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordo-ciegas viven en un ámbito formado mayoritariamente por personas oyentes por lo que, para su participación social, deben superar las barreras existentes en la comunicación, que son invisibles a los ojos de las personas sin discapacidad auditiva». Tales eran los argumentos del proyecto de ley presentado en 2008 por el entonces diputado nacional Claudio Morgado y que fue retomado en varias oportunidades por la Cámara Baja hasta conseguir su aprobación en diciembre de 2014. No obstante, todavía falta el visto bueno en el Senado.
Mientras tanto, investigadores de la Universidad Nacional de Cuyo se propusieron crear un diccionario de señas específico en formato digital que se alejara bastante del glosario tradicional que coloca la seña dibujada y su correspondencia con el español pero sin captar el movimiento hasta llegar a esa seña, según el significado y la intencionalidad, ni los tiempos entre una seña y otra, ni la distancia de las manos respecto del cuerpo de la persona sorda y, algo no menos importante, sin el significado también expresado en lenguaje de señas.
«Si bien existen diccionarios de lenguas de señas observamos que la mayoría tienen dos características: están en papel, con lo cual el formato de la seña es bastante complejo de poder observar y hay situaciones que se pierden y, por otro lado, la mayoría, aun cuando estén en formato digital, son bilingües, trabajan a partir del español y dan la seña según la palabra. El diccionario que estamos diseñando está íntegramente realizado en lengua de señas con el objetivo de brindar la palabra y el significado, todo en la misma lengua de señas, dando además ejemplos de uso», explica Ana María Lourdes Sisti, profesora de personas sordas y terapeuta del lenguaje y quien lidera además la investigación en tierras mendocinas.
El hecho de que seña y significado estén expresados en lengua de señas íntegramente permitiría desarrollar el contacto con este código, ya que cuando se enuncian las señas las personas necesitan utilizar estrategias comunicativas para definirlas, tales como la comparación o la descripción. Para el armado del diccionario, que ya cuenta con 150 señas, están trabajando con la Asociación de Sordos de Mendoza para que sean ellos mismos quienes les indiquen a los investigadores el camino a seguir, explica Sisti.
«Queremos darle a la comunidad sorda un material de estudio propio para ellos. A su vez, esto nos permite saber qué estrategias de definición usa la comunidad sorda y qué estrategias comunicativas aparecen entre ellos. Hay situaciones de la lengua de señas muy ricas de ver, imposibles de observar si solo se hace la seña de una palabra porque se pierde todo lo relacionado con esa estrategia de comunicación. También aspiramos a que sea un recurso para las escuelas de sordos que, al menos en la provincia de Mendoza, no son bilingües, sino oralistas», sostuvo la investigadora.
De acuerdo con datos de la última Encuesta Nacional de Discapacidad y del Censo de 2010, en la Argentina hay 520.533 personas con discapacidad auditiva y 110.073 con discapacidad en el habla. Según relata Sisti, Mendoza fue la primera provincia que aprobó la ley que considera a la lengua de señas como lengua natural de las personas sordas, norma que se sancionó en 2005 y se reglamentó recién en 2013. Actualmente, se encuentran trabajando en los diseños curriculares de las escuelas secundarias para que los alumnos tengan como una de las lenguas a estudiar la de señas. «Los alumnos de secundarios de escuelas comunes podrán optar así por inglés, francés o lengua de señas», explicó.

 

Libertad para elegir
Según refiere la investigadora, existe la premisa de pensar que la persona sorda con un equipamiento auditivo, ya sea un buen audífono o un implante coclear, hablaría igual que cualquier persona y no siempre es así. «La realidad muestra que esto no se da en el 100% de los casos. También existe un mito histórico que sostiene que si la persona sorda aprende lengua de señas no va a aprender el español como primera lengua. Creo que hay que respetar la libertad del otro, la persona sorda tiene que poder elegir con qué tipo de lengua quiere ser educada, hay que pensar en la posibilidad de darles las dos lenguas porque imaginar que las personas sordas tengan solo que comunicarse con lengua de señas sin tener mínimas herramientas de comunicación escritas u orales para poder desenvolverse en lo cotidiano es casi una utopía; en este sentido, hay que buscar alternativas en términos educativos».
Hasta el momento, se hizo un primer borrador del diccionario y ahora se está estudiando la posibilidad de tener una versión en DVD fácilmente descargable en cualquier computadora y que a su vez esté con acceso libre en la Web. «Es mucho trabajo, se financia a pulmón muchas veces aunque también se subsidia a través de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Cuyo por ser un proyecto de investigación. La intención es que para fin de año ya podamos tener el material listo. La lengua de señas no es universal, existe la argentina, la uruguaya y dentro del mismo país hay regionalismos que tienen que ver con usos y costumbres de cada lugar. Por este motivo, la intención es ir incorporando cada vez más señas nuevas, en el momento en que van surgiendo», concluye Sisti.

María Carolina Stegman

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