Cambio de rumbo

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El flamante presidente electo, Mauricio Macri, prepara su desembarco en la Casa Rosada. Definiciones del futuro gabinete y sus planes de gobierno. La interna de Cambiemos y una coalición política heterogénea. La situación económica heredada. María Eugenia Vidal y la elaboración de una estrategia para un espacio clave: la provincia de Buenos Aires.

 

Un modelo en la cabeza. El presidente electo mostró, a través de la conformación de su equipo de ministros, la orientación que tendrá su gestión al frente del país. (Télam)

Los planes del nuevo gobierno, surgido del balotaje del 22 de noviembre, prevén un giro sustancial en relación con las políticas desarrolladas por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Las definiciones que se fueron conociendo a partir del día siguiente a la votación, así como los análisis y los trascendidos, coinciden en pronosticar cambios de 180 grados en el manejo de la economía, la política y las relaciones internacionales, entre otros aspectos.
Que ese cambio sea más o menos abrupto depende de diversos factores. En primer lugar, aún no está cerrada la discusión en los equipos que se encargarán de la gestión. En segundo lugar, habrá que ver hasta dónde tienen cabida las presiones de los sectores que forman parte del establishment –particularmente de los grupos económicos concentrados del agro en lo que hace a la liquidación de divisas– . En tercer lugar, la concreción (o no) de créditos por parte de bancos y organismos financieros internacionales definirá límites y posibilidades.
Por otra parte, se pueden señalar por lo menos otros dos elementos condicionantes. Uno es la eventual reacción que los anuncios y las medidas vayan provocando entre los argentinos. Y el segundo, de la resistencia o aquiescencia del resto del arco político que se ubicará en la oposición, teniendo en cuenta el muy estrecho margen que separó al ganador y al derrotado en el balotaje.
Cabe destacar un dato que refleja la composición social de los contendientes. Mientras Cambiemos, la alianza entre el Pro, el radicalismo y la Coalición Cívica, obtuvo su mejor votación en las zonas rurales de la provincia de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe, donde la diferencia entre el primero y el segundo osciló entre los 47 y 50 puntos, el Frente para la Victoria superó a Cambiemos por unos 30 puntos en los distritos más industrializados del Conurbano bonaerense y por un amplio margen en provincias como Río Negro y Neuquén, donde predominan las economías regionales.
La prioridad para las flamantes autoridades es unificar criterios acerca de las medidas económicas que deben adoptarse de inmediato, tras las idas y vueltas que pretendían ocultar los aspectos más ríspidos de su programa, considerando que la inmensa mayoría de la población –lo que incluye a votantes de Cambiemos– no está dispuesta a renunciar a derechos adquiridos.
La conformación del gabinete que jurará el 10 de este mes no hace más que confirmar las presunciones acerca del corte neoliberal que tendrá el gobierno macrista. Las cargos del área económica fueron asignados a reconocidos cultores de la ortodoxia. Por ejemplo, la designación del ex JP Morgan, Alfonso Prat Gay, al frente de Hacienda, quien lleva consigo a Pedro Lacoste –que ya lo acompañó cuando estuvo al frente del Banco Central–, y del ex Deutsche Bank Luis Caputo. Asimismo, el presidente electo manifestó su intención de remover al actual titular del Banco Central, Alejandro Vanoli, quien tiene mandato hasta 2019. Y la ofensiva se inició antes del balotaje con la denuncia en contra del funcionario por parte de los diputados Federico Pinedo y Mario Negri, que cayó en manos del presto juez Claudio Bonadío. En caso de lograr su cometido, Macri impulsaría para dirigir la autoridad monetaria a Federico Sturzenegger, extitular del Banco Ciudad, diputado nacional y con un currículum que incluye haber formado parte del equipo del exministro Domingo Cavallo durante la presidencia de Fernando de la Rúa, cuando se llevó adelante la ruinosa  operación de canje de deuda denominada megacanje.
La continuidad con la gestión porteña se plasma en la jefatura de Gabinete a cargo de Marcos Peña, principal asesor de Macri y quien dirigió la campaña que lo llevó a la presidencia; en Esteban Bullrich en Educación; Fernando de Andreis, al frente de la Secretaría General de la Presidencia; el creador del Metrobus, Francisco Cabrera, a cargo de Producción; Guillermo Dietrich en Transporte; Carolina Stanley (Desarrollo Social) y Rogelio Frigerio en el estratégico Ministerio del Interior. El perfil proempresario del macrismo se pone de relieve en el nombramiento del exdirectivo de Shell, Juan José Aranguren, quien batalló con el kirchnerismo en reclamo de tarifas más altas para los combustibles, al frente del Ministerio de Energía. Una sorpresa fue la nominación de la diputada Patricia Bullrich en Seguridad. La ex ministra de Trabajo de De la Rúa parecía destinada a jugar un rol importante en el Congreso Nacional. Otra, la continuidad de Lino Barañao en Ciencia y Tecnología. La cuota radical la cubren Julio Martínez (Defensa), Oscar Aguad (Telecomunicaciones) y Ricardo Buryaile (Agricultura), junto con José Cano, quien será responsable del Plan Belgrano. Al frente de la Cancillería estará Susana Malcorra, actual jefa de Gabinete del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y con pasado empresario en IBM y Telecom.

Anuncios. Macri y colaboradores salen de la conferencia de prensa tras la elección. (Télam)

Macri ya anunció –contra lo que había informado en agosto– que el levantamiento del cepo cambiario no será inmediato. Además añadió: «Queremos que cuando la Argentina se ordene y se generen las condiciones para volver a crecer haya un tipo único de cambio donde el Banco Central va a intervenir para que esté administrado en franjas como corresponde». Esta declaración no satisfizo al presidente de la Fiat, Cristiano Ratazzi, quien subrayó: «Yo quiero que el dólar sea único y normalmente en un país que debe hacerse de reservas tiene que ser relativamente alto, no puede ser bajo, porque necesitamos exportar más, importar menos y que vengan más capitales». A la presión se sumó el Grupo Techint que reclama un rol destacado en virtud de su incondicional respaldo a la candidatura de Macri. En una actitud que refleja las contradicciones imperantes, este advirtió que no pensaba ser «empleado de nadie» y se permitió cuestionar el monopolio del acero que ejerce esa empresa.
También las entidades representativas del agro salieron a marcarle la cancha a Macri, no conformes con el anuncio de que se iban a eliminar las retenciones al maíz y el trigo «lo antes posible» e insistieron en el dictado de medidas urgentes para las economías regionales y un sinceramiento del tipo de cambio.
Lo que está prácticamente definido es el fin del programa Precios Cuidados y se habría comenzado a negociar con los formadores de precios que se mantengan relativamente estables los que forman parte de la canasta familiar básica. El resto podría remarcarse sin límites, lo que, según el periodista especializado Fernando Krakowiak, supondría subas en las góndolas de hasta un 60% en los productos que están fuera de ese programa.

 

En busca de aliados
Otros problemas inmediatos que deberá afrontar la gestión macrista son la negociación con sus socios radicales, la desventajosa correlación de fuerzas en el Congreso Nacional, la discusión con los gobernadores –mayoritariamente pertenecientes al FPV, el peronismo conservador o partidos provinciales– por la coparticipación, la búsqueda de acuerdos con el sindicalismo con el fin de evitar conflictos por lo menos en la difícil primera etapa, el diseño de una política de derechos humanos que no provoque graves cortocircuitos con los organismos nacionales e internacionales (ver Ni un paso atrás) y la elaboración de una estrategia en materia de política internacional.
En lo que hace a las conversaciones con el radicalismo, es previsible que se desarrolle una puja por espacios de poder sobre todo en las segundas líneas, donde el Pro no cuenta con la cantidad necesaria de cuadros pero tampoco está dispuesto a ceder terreno. Por otra parte, la dirigencia radical busca hacer pesar en la balanza su preeminencia territorial.
Es justamente en el terreno parlamentario donde Cambiemos tiene las cosas más complicadas, ya que cuenta con 81 diputados (40 del Pro y 41 de la UCR) a los que se agregarían los 4 de la Coalición Cívica, que parece dispuesta a sostener un juego propio, 3 del Frente Cívico Catamarqueño y 2 del Eco capitalino (ex Unen) a los que no se puede considerar incondicionales. A su vez, el FPV, que conservará la bancada más numerosa, contará con 98 legisladores propios a los que sumaría una decena de aliados. La tercera fuerza, que aspira a ser el fiel de la balanza, es el Frente Renovador de Sergio Massa, que posee 27 diputados a los que se adicionarían los 5 del delasotismo, la entrerriana Cristina Kremer de Busti y, tal vez, el representante chubutense.
Más desfavorable es el cuadro en el Senado, donde la alianza computa un total de 16 senadores, a los que podría adicionar una decena de peronistas conservadores, contra 40 del FPV, 3 más de los necesarios para obtener quórum.
Este panorama podría conducir a Macri a abusar de los decretos de necesidad y urgencia, una opción que fustigó duramente cuando era opositor. Como la ley obliga a reunir la mayoría en una sola de las cámaras para rechazar un decreto de necesidad y urgencia, la apuesta de Cambiemos consistirá en forjar las alianzas que le permitan conseguirla en Diputados.
Finalmente, las señales emitidas respecto de la política internacional amenazan con provocar fuertes reacciones. El alineamiento con Estados Unidos es decisión tomada, y si bien Macri señaló que va a seguir integrando organismos como Mercosur y Unasur, insistió en aplicarle a Venezuela la «cláusula democrática» prevista en los acuerdos debido a los presuntos «abusos contra los opositores y la libertad de expresión». El rumbo previsible: abandono del eje antimperialista, raudo acercamiento a la Alianza del Pacífico, que componen, entre otros, México, Colombia, Chile y Perú, y refuerzo de las relaciones comerciales con Brasil, el mejor cliente de la Argentina. Dilma Rousseff, presidenta de esa nación, acaba de invitar a Macri a visitar su país. Los resultados que surjan del diálogo contribuirán a despejar muchas incógnitas.

Daniel Vilá

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