Codo a codo

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Con 400 trabajadores, las cooperativas 20 de Noviembre y El Dorado lograron, tras una lucha de años, recuperar el emprendimiento que abastece de merluza al país y al exterior.

 

Presencia femenina. Las mujeres son mayoría en la cooperativa patagónica, que procesa 200 kilos de merluza por quincena. (Laura Rearte)

Si bien la tradición indica que los hombres tienen mayor presencia que las mujeres en las actividades de la economía social, tal como sucedió desde los orígenes del cooperativismo con los pioneros de Rochdale (Inglaterra) a mediados del siglo XIX, en la actualidad, las nuevas formas asociativas parecen decir lo opuesto. Es el caso de la Cooperativa de Trabajo 20 de Noviembre, ubicada en la ciudad de Caleta Olivia, localidad petrolera y pesquera del norte de la provincia de Santa Cruz, bañada por las aguas del Golfo San Jorge y con una población que supera los 50.000 habitantes. «Las mujeres tienen una participación destacada en nuestra cooperativa, son aproximadamente el 95% de los asociados», comenta orgulloso Grover Terrazas Velarde, encargado general del emprendimiento autogestivo en un predio que se dedica al fileteo de la merluza junto con la Cooperativa El Dorado.
Las actividades en la planta procesadora se organizan por sectores y en base a turnos rotativos: durante el día trabaja un emprendimiento y por la tarde, el otro. Un total de 400 personas (200 asociados de cada entidad solidaria) se ocupan diariamente de la descarga, lavado, calibrado, fileteado, envasado y congelado de la materia prima (a temperaturas inferiores a los 20 grados bajo cero) que llega desde el puerto y luego se distribuye hacia todo el país, e incluso a países limítrofes como Brasil y Uruguay.
Ambos emprendimientos resurgieron luego de una profunda crisis. La planta donde históricamente operaron las cooperativas estaba en manos de un empresario privado. Luego de años de mala administración y destrato hacia los trabajadores, finalmente, en 2008, se declaró en quiebra. La historia es casi un calco de otras experiencias de recuperación: vaciamiento, falta de pago, una deuda millonaria y cientos de trabajadores en la calle. «Dejó a las cooperativas en un pozo –se lamenta Terrazas Velarde–, porque no pagaba las quincenas como las debía pagar. La gente se quedó sin cobrar y ahí fue donde nosotros presentamos una ley de expropiación a la Provincia y a raíz de eso nos quedamos en esta planta». El gobierno provincial no sólo expropió el predio sino que ofreció a las cooperativas un contrato en calidad de comodato a cambio del pago de esa deuda suntuosa, de alrededor de un millón y medio de pesos por cada cooperativa.

 

Largo proceso
Una vez que pudieron reingresar a la planta, los trabajadores, quienes por primera vez administrarían el lugar donde producían, se interiorizaron más sobre los distintos aspectos del asociativismo y profundizaron sus conocimientos acerca de los principios y valores de la cooperación. Según los entrevistados, fue un proceso largo, no sin dificultades ni contradicciones, pero que les permitió, al final del camino, sentirse parte de lo que ellos mismos elaboraban.
Precisamente, la necesidad de mejorar sus propias condiciones de producción los llevó a buscar nuevos lazos dentro de la comunidad caletense y frecuentar las charlas que ofrecía una consultora de la zona, especializada en capacitación laboral y asesoramiento a las cooperativas y empresas de la economía social. «Hace poco hicimos una campaña de vacunación, y además los capacitamos en materia de contabilidad, temas impositivos, funciones cooperativas y también en lo que hace a la medicina laboral», destaca Valentina María Ester Salvatiérrez, representante de la consultora Formar. Entre los fines de la capacitación también se incluye una preparación en materia de procesamiento de otras especies marinas que habitan el golfo San Jorge, en caso de que las contingencias del tiempo y los malos vientos originen una súbita caída de la pesca de merluza y obliguen a los fileteadores a diversificar sus tareas.

 

Materia prima
Dado que las condiciones climáticas pueden variar, la producción suele tener oscilaciones. Sin embargo, es habitual que unos 200 kilos de merluza ingresen a la planta cada quincena. Entre los proyectos que se analizan en la cooperativa están el de aumentar la producción y buscar nuevos mercados de exportación que incluyan la Unión Europea. «Como cooperativa –añade Terrazas Velarde– nos interesa tener relaciones fluidas con Banco Credicoop, por los beneficios que da a los asociados para poder seguir creciendo y ampliando nuestra planta».
«Con el asesoramiento de la consultora se modificaron muchas cosas, por ejemplo, el tema de la indumentaria: hoy utilizan guardapolvos blancos y gorros adecuados para los trabajos manuales, y se implementó el uso de botines, entre otros elementos», cuenta Sabino Gutiérrez, tesorero de 20 de Noviembre. «Soy el encargado del sector envase pero voy de una punta a la otra de la empresa y controlo que se hagan bien las cosas, tanto en la planta como en la parte contable», comenta, al tiempo que destaca el compromiso de los operarios en las funciones que demanda la cooperativa. Que los encargados trabajen a la par del resto de los asociados no es ninguna novedad en el ámbito de la economía solidaria, sin embargo, eso demuestra que es posible apostar a formas de gestión distintas a las que propone una empresa privada. Salvatiérrez concluye: «Ver el sacrificio, la unidad de la gente y por sobre todas las cosas, el compañerismo que tienen entre ellos, es un orgullo».

Pablo de Micheli

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