Con sabor local

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Productores del norte de Córdoba organizados de manera autogestiva comercializan frutas, verduras y alimentos directamente a los consumidores en el histórico Camino Real. Apoyo del IMFC.

 

Sin intermediarios. Cada sábado los vecinos de Caroya se abastecen en la feria de una gran variedad de productos comestibles.

Elegimos un nombre estratégico para nuestra cooperativa, con un significado histórico muy grande», Celestino Brollo, presidente de la Feria Franca del Camino Real Cooperativa Limitada, destaca así el significado cultural del lugar donde se emplaza el emprendimiento asociativo recientemente formado en Colonia Caroya, Córdoba. Vecina al Camino Real –que en épocas coloniales unió a la ciudad de Buenos Aires con el Alto Perú–, en Caroya confluyen numerosas influencias sociales y culturales: desde los pueblos originarios a los negros esclavos, la conquista española, la presencia de los jesuitas, y, más cerca en el tiempo, de los inmigrantes italianos llegados de la región del Friuli a fines del siglo XIX. Así, la localidad fue adquiriendo una identidad variopinta que tiene en la producción de alimentos y bebidas una de sus marcas más distintivas.
Cada sábado por la mañana cientos de visitantes concurren a la feria en busca de  alimentos frescos y a precios accesibles, que van  desde frutas y verduras de estación hasta productos elaborados como salames, jamones, bondiolas, pastas, panes, confituras, escabeches, encurtidos, dulces, especias, plantas aromáticas y miel. La feria también forma parte de la ruta del vino, integrada por pequeñas bodegas zonales que alcanzaron grandes niveles de calidad con varietales nuevos, aportando complejidad a los tradicionales Frambua y Lagrimilla, dos reconocidos vinos pateros que se elaboran en el lugar.
«Esta iniciativa empezó a raíz de una muy buena experiencia que vivimos hace varios años atrás –dice Brollo– cuando nos juntamos en un grupo llamado Quinteros de Caroya para acceder al programa  Cambio Rural del INTA; hicimos muchos cursos y talleres con la intención de mejorar la producción frutihortícola, aprendimos a trabajar nuestras parcelas de manera ecológica, sostenible y restaurando el ambiente. También participamos en el programa PROVID para optimizar la elaboración de vinos caseros». Según Brollo, fue muy importante para los emprendedores cooperativos hacer viajes de intercambio de experiencias a Mendoza, provincia líder en producción vitivinícola. «En Tunuyán vimos una feria y nos propusimos hacer algo similar, con el objetivo fundamental de que fuera del productor directo al consumidor», subraya.
Norma Campetella –vocal de la cooperativa– explica el motivo que la decidió a formar parte de la feria: la injusta retribución que recibía por sus productos al venderlos a intermediarios. «Cuando vendíamos de esa forma era algo terrible, prácticamente teníamos que rematar la verdura y nos dimos cuenta de que ellos ganaban mucho más que nosotros que corremos con los riesgos del clima, ponemos insumos, mano de obra y transporte. Algo teníamos que hacer y surgió esta posibilidad que nos conviene mucho más, ya que el precio lo ponemos nosotros y negociamos cara a cara con el cliente», asegura la mujer que produce verduras, frutas y chacinados junto con su marido en una pequeña finca familiar.
«Acá nos conocemos todos y eso nos resulta muy bueno para producir en conjunto», explica Sergio Londero, tesorero y productor de vinos. «Tengo mi propia marca de vino pero también nos asociamos y lanzamos en conjunto un tinto con la marca Terruño Cordobés. Fuimos muy favorecidos por esto ya que podemos comprar insumos en grupo, como envases y corchos, y compartimos maquinarias y saberes técnicos que nos han permitido mejorar la calidad de las viñas». Trabajar de forma asociativa también es fundamental para generar ventajas competitivas a los feriantes y el progreso de los emprendimientos repercute de manera positiva en toda la zona. «La Feria Franca es fundamental para nuestra comercialización ya que podemos vender a un precio menor que en los comercios, donde recargan un 30% o más. También promovemos el desarrollo del consumo local, se ocupa más mano de obra y convertimos estos predios del ferrocarril en un paseo muy agradable. Somos 30 feriantes y 20 integramos la cooperativa pero seguro se irán asociando más. Hay que volver al enorme espíritu cooperativo que tenía Caroya», señala el tesorero.
La iniciativa cuenta con el apoyo de organismos oficiales y entidades cooperativas, entre ellos, el asesoramiento de la filial Córdoba del Instituto Movilizador. Al respecto, Marta Gaitán, integrante de la filial mediterránea del IMFC, señala: «Creo que la feria es un ejemplo de cómo se debe constituir una cooperativa. Ellos hicieron un desarrollo preconstitutivo a conciencia y sin urgencias, donde apelaron a todos los mecanismos de consulta. Hubo mucha discusión interna y había ciertas desconfianzas pero subyacía en muchos el interés de retomar las antiguas formas asociativas que estaban en la cultura de los inmigrantes». A la par, Gaitán destaca las perspectivas del emprendimiento: «Entre los anhelos de esta cooperativa tan joven, más allá de producir con calidad y comercializar sin intermediarios, está el hecho de buscar alternativas de trabajo genuino donde se puedan incorporar los hijos como continuadores de esa gesta laboriosa que dio vida a una de las primeras colonias agrícolas del país».

—Texto y fotos: Bibiana Fulchieri

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