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El activo rol de la comisión de asociados en la gestión de la entidad permite mantener vivos los principios y valores solidarios. Estrechos vínculos con organizaciones de la comunidad.

 

Sinergia. Personal y asociados trabajan juntos para potenciar la presencia de Credicoop en el tradicional barrio porteño. (Jorge Aloy)

Si bien en Maipú 72 nunca funcionó una caja de crédito, la historia de la actual filial Monserrat de Credicoop está vinculada con el desarrollo económico y financiero de numerosas localidades del interior bonaerense, rol que cumplieron las organizaciones financieras populares. «Aquí se instaló en 1980 la casa central del Banco Local, una entidad que surgió de la fusión de 13 cajas cooperativas de crédito que estaban distribuidas en la provincia de Buenos Aires –recuerda Miguel Ángel Reina–. Para conformar ese banco fue fundamental el empuje que le dio el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y la ayuda concreta del Banco Credicoop», añade el contador y secretario de Educación de la comisión de asociados del tradicional barrio porteño. A principios de los 90 el modelo económico de concentración y extranjerización trajo aparejada la desaparición de la mayoría de los bancos cooperativos. «En 1995, las 43 filiales de aquel banco pasaron a integrar esta gran cooperativa que es hoy el Credicoop, que en ese entonces solidariamente defendió la presencia de las entidades en cada una de las localidades donde estaban», revela Salomón Grinberg, jubilado y miembro de la comisión de asociados.
No fueron las únicas épocas difíciles: en la crisis de 2001, por estar ubicada a pocas cuadras de la denominada «city porteña», la filial vivió con intensidad las manifestaciones de descontento de los ahorristas que tenían acorralados sus depósitos. «Mientras otros bancos pusieron vallas y chapones en el frente de sus edificios, la banca cooperativa lanzó el plan Credicoop y la Comunidad, una respuesta institucional a la crisis del sistema financiero», recuerda el ingeniero Fernando Andretta, de la secretaría de Relaciones Institucionales. «Por supuesto que aquí también hubo reclamos –se apresura a agregar Grinberg–, pero la actitud abierta que mostró la cooperativa, tanto en el diálogo como sus prácticas, produjo la confianza y comprensión en los asociados».  Según el presidente Ricardo Mariño, taxista y ex trabajador gráfico, también fue fundamental el rol que desempeñó el personal que, consustanciado con el ideario cooperativo, respondió con solvencia en los momentos de tensión. «Credicoop llegó a ser lo que es hoy gracias a la activa y comprometida participación de la masa societaria. Este banco lo hicimos todos», enfatiza.
«Actualmente, Monserrat está entre el segundo y tercer puesto en el ranking de filiales del banco, tiene un potencial enorme, la integramos 22 personas, entre el plantel y funcionarios; además de la docena de dirigentes que componen la comisión», dice Carlos Domínguez, gerente. El vicepresidente de la comisión, Carlos Farkouh, manifiesta que la entidad le permitió superar los trances económicos más difíciles de su inmobiliaria. «Encontré un trato diferente. Sostengo que para el banco cooperativo cada asociado no es un número más, todos somos escuchados y atendidos». Aníbal Galvalisi, en tanto, encontró en la comisión de asociados, además de un espacio de participación, la posibilidad de canalizar su vocación de servicio. «Eso es lo que más me atrajo, porque esta entidad, por sobre todas las cosas, privilegia el servicio. Por ejemplo, para atender las necesidades de la gente, Credicoop abrió cajeros y terminales de pago en localidades donde la actividad financiera no es rentable», comenta el dirigente.
Héctor Losino, ex empleado del banco, decidió que después de jubilarse quería continuar ligado con la entidad y por eso hoy integra la secretaría de Finanzas de la comisión. «Trabajé en varias filiales y en todas sentí el apoyo de funcionarios y dirigentes. Cuando alguien nuevo ingresaba  se le explicaba la diferencia de trabajar en una cooperativa. Ahora nosotros, desde este espacio, tratamos de continuar esta tarea», afirma. Por su parte, Fabián Echenique, de la cooperativa gráfica Cogtal, destaca la ayuda permanente que el banco le ofrece a las entidades de la economía social y a las pymes. «Su base solidaria es la que le permite comprender el modelo de gestión que tienen estas organizaciones», explica.
Relacionados con otras filiales y con diferentes instituciones y entidades intermedias, los miembros de la filial porteña despliegan una intensa labor comunitaria: se organizan charlas y encuentros para debatir temas de coyuntura. «Estamos desarrollando las vinculaciones, recibimos dos veces el premio por los objetivos alcanzados y ese dinero se destinó a diferentes organizaciones», dice César Perrota, secretario de Actas. Una vez al año, junto con diferentes filiales del banco, se organiza un locro en las instalaciones con la idea de estrechar vínculos. En la última edición participaron más de 25 instituciones de carácter público. Asistieron a la actividad, entre otras entidades, Madres de Plaza de Mayo, la Red Gráfica, la Confederación Farmacéutica Argentina y la cooperativa de Diarios y Periódicos Regionales Argentinos.

Silvia Porritelli

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