Corazón de barrio

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El 10 de enero de 1965, con ayuda del Instituto Movilizador, se fundaba la entidad que constituyó un emblema del movimiento cooperativo de la ciudad de Mar del Plata.

 

Ladrillo por ladrillo. El edificio de Monolito, construido con aportes de los asociados.

Mar del Plata tiene una extensa historia vinculada con el cooperativismo de crédito. Ya en 1948 se registra una de las primeras experiencias en la ciudad de la costa atlántica con la aparición de la Caja de Crédito Marplatense, iniciadora de un camino que luego continuarían otras entidades como la Cooperativa de Crédito Mar del Plata, la Cooperativa de Créditos del Puerto y la Cooperativa de Crédito Del Monolito, herederas de aquel recorrido solidario expandido en la ciudad de la costa atlántica bonaerense.
La caja del Monolito comenzó a tomar forma a fines de 1964, cuando un grupo de comerciantes, pequeños industriales y artesanos del barrio Monolito de Mar del Plata, de donde toma su nombre, comenzaron a reunirse para crear una entidad de crédito que pudiera proponer herramientas de financiamiento accesible a los sectores trabajadores. Compra de maquinaria, impulso de emprendimientos comerciales y desarrollo de vivienda eran algunas de las necesidades que la comunidad de Monolito necesitaba canalizar a través del crédito cooperativo. Con el apoyo y el asesoramiento del IMFC, el 10 de enero de 1965 quedó conformado el consejo de administración de la Cooperativa de Crédito Del Monolito bajo la presidencia de Juan Carlos Loche, la vicepresidencia de Oscar Landini y la participación de otros dirigentes como Hugo Morales, Guillermo Gómez Argüeso y Daniel Cepeda.
«El barrio cambió muchísimo porque con la llegada de la cooperativa Del Monolito se solucionaron muchas necesidades. No teníamos ningún tipo de servicios, únicamente la luz. Después, con el correr de los años, gracias a la Cooperativa muchos pudieron pagar el asfalto, poner todos los demás servicios y muchas empresas nacieron bajo la ayuda de la cooperativa», recordaba Juan Villafranca, uno de los socios fundadores de la entidad, en una entrevista realizada en 1998 para el Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito. Pero Del Monolito creció no solo por el aporte y la voluntad de sus asociados, sino también de instituciones como los clubes de barrio que tuvieron un papel preponderante en el desarrollo de las cajas en Mar del Plata. «Monolito nació en el Club Libertad. Todas las reuniones y asambleas se hacían en los galpones que tenía el club. Ahí se fue gestando la cooperativa y ahí es donde se formó todo», explicaba al archivo histórico Ernesto García, dirigente de la caja de crédito, que ingresó en 1968 y que actualmente forma parte de la comisión de asociados de la filial Monolito de Credicoop, continuadora de la antigua caja.

 

Atendido por sus dueños
Juan Carlos Bianco también participó de la vida de la caja de crédito y también integra la filial del banco y manifiesta su mirada sobre el perfil de la histórica entidad: «Era todo muy barrial. Estaba manejado por los propios vecinos en un barrio que buscaba su expansión». En mayo de 1965 la cooperativa abrió sus puertas oficialmente con 228 asociados y comenzó a operar en un contexto donde el crecimiento de las entidades de crédito solidario empezaba a despertar las alertas de los sectores financieros concentrados y la banca oficial. Al poco tiempo de la apertura, el directorio del Banco Central sancionó el «Régimen aplicable a los intermediarios no bancarios de crédito», una medida que afectaba la operatoria de todas las cajas del país. Poco después, con el inicio de la dictadura de Onganía en 1966, los intentos anticooperativos se acrecentaron. Sin embargo, la fortaleza del sector, reafirmada por distintas acciones públicas encaradas desde el IMFC y las cooperativas, logró torcer la embestida. «Lo superamos con mucha adhesión de la gente y con mucha comprensión», sostiene García sobre el impacto que causaron las reformas en contra del sector.

Festejo. Instantánea de la celebración
por los 5 años de la sede propia.

«El criterio de consolidar institucionalmente a nuestra cooperativa ha permitido mantener el prestigio de nuestra institución ante la opinión pública y afirmarlo entre los asociados, lo que ha redundado en el crecimiento del capital accionario», informaba la Memoria y Balance de la entidad en 1967 tras los ataques al cooperativismo. Ese mismo año, Del Monolito también dio un paso importante. El gobierno provincial le otorgó la personería jurídica, un avance que significaba el reconocimiento de la labor de la cooperativa en medio de un clima de fuertes ataques. Con un profundo vínculo comunitario, la caja no dejó de progresar. Su aporte a la vida cultural y social del barrio a través de actividades educativas y eventos deportivos fortalecía el lazo con los vecinos, al tiempo que la cooperativa planificaba su crecimiento en infraestructura. Un hecho recordado por todos los dirigentes fue la «campaña del ladrillo», una idea que buscaba los aportes voluntarios de los asociados para la constitución de un fondo de reserva destinado a la construcción del edificio propio. Esa propuesta concluyó con la inauguración de las nuevas instalaciones de la cooperativa en 1972 sobre la avenida Luro, en donde en la actualidad se erige la filial de Credicoop que lleva el mismo nombre.
Otro hecho destacado de la caja de crédito fue la construcción, en 1976, de la biblioteca Jacobo Amar, inaugurada el 6 de agosto con la presencia, entre otros, de Floreal Gorini, entonces gerente del IMFC. Un hecho que, en pleno desarrollo de la dictadura cívico-militar, reafirmaba la apuesta de Del Monolito hacia la defensa y continuidad de las cajas de crédito que, a partir de ese año, tuvieron que comenzar a repensar su funcionamiento y su conversión en bancos cooperativos tras la implementación restrictiva de la Ley de Entidades Financieras. En el caso de la caja marplatense, el largo proceso de absorción de las cajas hacia la figura de bancos concluyó, en primer término, con la creación del Banco Oceánico y, luego, con la fusión de la entidad costera por parte del Banco Credicoop. Fue un intenso periodo de discusión, formación y aprendizaje para los dirigentes que debían tomar la decisión de pasar a otra forma de funcionamiento. Un aprendizaje que, en perspectiva, los dirigentes valoran y reivindican. «Hemos aprendido lo que significa militar en el cooperativismo, con sus principios y con la calidad y el calor humano de la gente que lo conforma», resume Ernesto García. «Hoy, la gente se acerca a la filial de Credicoop porque recuerda a la caja», concluye Del Bianco sobre Del Monolito, a medio siglo de la fundación de aquella emblemática cooperativa de crédito marplatense.

Maximiliano Senkiw

 

San Nicolás, 6 de junio de 1975

Una bomba destruye el edificio de la caja de crédito Futuro. Al respecto, el IMFC expresó: «El repudiable hecho se inscribe en la trágica ola de violencia que recorre el país y que ahora ha elegido como blanco a nuestro movimiento, un sector del quehacer nacional auténticamente democrático y popular».