Corbyn pone de pie al laborismo británico

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Después de una gran elección, el dirigente reforzó su liderazgo con una agenda progresista que hirió la política de ajuste de la premier conservadora Theresa May y su continuidad en el poder. Complicaciones tras el incendio de Londres y dudas por el Brexit.


Esperanza. Corbyn baja de un autobús con consignas de su partido y saluda a sus seguidores durante un acto de campaña en Islington. (Pinney/LNP/Rex/Shutterstock/Dachary)

Habrá que reconsiderar el término «flema inglesa». Es que el diccionario define esa expresión como sinónimo de quietud excesiva e impasibilidad. Nada de eso representa el ascenso electoral y por izquierda de Jeremy Corbyn, líder laborista de 68 años, cuya performance sacudió a su propio partido y al escenario político británico. Ni tiempo para el «five o’ clock tea» (el té de las cinco) tiene la –todavía– primera ministra Theresa May, dedicada a preservar su gobierno y a evitar que colapse en Bruselas el Brexit, la salida de la Unión Europea que ella propuso conducir. Tres atentados terroristas en los últimos cuatro meses dejaron a Londres conmocionada, sumados al incendio de un edificio que trajo a escena otro enemigo temible: el recorte de fondos públicos y sus consecuencias en la vida de los sectores más vulnerables de la sociedad.
El oficialismo perdió 12 bancas, el laborismo ganó 29. May obtuvo el 42% de los sufragios, Corbyn –con fuerte apoyo juvenil– el 40%. La primera ministra había llamado a elecciones en mayo, con sondeos que la ubicaban por encima del 50% y que le daban al líder  opositor los guarismos más bajos para un candidato desde que su partido fue arrasado en 1983 por Margaret Thatcher. La campaña de Corbyn polarizó argumentos, contrapuso modelos con ideas sencillas y de fácil llegada al electorado pero acompañadas de promesas de fuerte contenido igualitario. Un debate que también echó raíces en suelo británico: el estado de bienestar versus el ajuste, una administración inclusiva o una gestión sujeta a los intereses del poder económico. Corbyn había señalado que los conservadores configuraban «el partido de la discriminación social, que ha gobernado para los ricos y las elites» y ofreció propuestas «para gobernar para las mayorías».

Ofensivas
Dijo el laborista que su partido está listo para «librar una nueva campaña electoral tan pronto como haga falta» y reclamó la dimisión de la primera ministra porque «perdió bancas, perdió respaldo, perdió confianza». La suerte de May no dependerá de su propia voluntad, sino de lo que resulte tras urgentes negociaciones en el Parlamento. Para gobernar en minoría, el Partido Conservador necesita del apoyo de los 10 escaños de los aún más conservadores miembros del Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte. Las primeras reuniones en busca de un pacto no dieron fruto. Contra los malos augurios ajenos y propios, la premier presentó su plan de gestión frente a la reina Isabel II. Llegó al Palacio de Westminster tras aceptar que «el resultado de las elecciones no fue el que esperaba» y prometer: «trabajaremos todos los días para ganar la confianza de los británicos». De renunciar a su cargo, ni palabra, pero de renunciar a parte de sus promesas preelectorales, sí. May, entre otros proyectos, había lanzado el llamado «impuesto a la locura», que abandonaba la atención pública de ancianos con enfermedades mentales para dejarla a cargo de los familiares. Si la familia no podía pagar, se les embargaba la casa en garantía. Siguió adelante con la iniciativa hasta que los votos se le vinieron encima. Los recortes sociales se discutirán ahora en rondas de consulta y se suspenderá el ajuste al presupuesto educativo.

Causas y efectos
De los 27 proyectos de ley que los conservadores presentaron ante la reina, 8 se refieren a la salida británica del Brexit. Se propone derogar el Acta de Comunidades Europeas de 1972, que en su momento sustentó legalmente el ingreso del Reino Unido a la UE. Las leyes comunitarias pasarían a ser nacionales y se abandonaría el Tribunal Europeo de Justicia como marco jurisdiccional. Se recuperaría además la administración de áreas sensibles de la economía, como la pesca, la agricultura y el funcionamiento de la Aduana.
La misma navaja que los conservadores afilaban para profundizar los recortes se acerca inesperadamente al gobierno de May. De 12 dólares por día es la ayuda oficial a los sobrevivientes del incendio de la torre Grenfell, viviendas populares de Londres. Los conservadores, por cuestiones de «austeridad», redujeron un 30% el presupuesto de los bomberos y echaron a 10.000 efectivos. 20.000 policías fueron desafectados de 2010 a 2016, cuando May era ministra del Interior. Los atentados terroristas hicieron que ese dato reflotara para vincular, otra vez, posibles causas y efectos. Corbyn tiene por delante un desafío mayúsculo. Ya reunió el rechazo al ajuste, debe organizarse para acceder al poder y, con las sombras de Grecia como antecedente inmediato, reformular la consigna del Mayo francés: «Seamos realistas, hagamos lo imposible».

 

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