Correr la voz

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Un periódico gestionado de forma asociativa que busca difundir las necesidades de la comunidad del sur cordobés: en eso consiste «El Megáfono».

Redacción. Salerni, Luna y Leiggener, parte del equipo del tabloide que distribuye unos 3.000 ejemplares de forma gratuita.

Actuamos cooperativamente vinculados con la comunicación, comprometida con el valor de la información como un derecho humano universal», expresa el periodista Carlos Leiggener, presidente de la Cooperativa Bases, editora del periódico El Megáfono, tabloide de 16 páginas y tirada de 3.000 ejemplares semanales que se distribuyen gratuitamente en 375 puntos de la ciudad de Río Cuarto, al sur de la provincia de Córdoba.
Hacer un medio que vincule a las organizaciones comunitarias y también una herramienta que ponga en agenda problemáticas silenciadas por los grandes medios son los objetivos principales del grupo, conformado en su mayoría por egresados de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Río Cuarto.
«Empezamos en 2004 con tres personas en un garage, dos computadoras, una cámara digital y algunos tablones. Hacíamos un producto periodístico en una imprenta privada que distribuíamos nosotros mismos, muy a pulmón y sin ganar un centavo», recuerda Luciano Salerni, considerado miembro «histórico» de la cooperativa. «Esta primera experiencia –añade– duró solamente un año (luego la edición de El Megáfono se suspendió) porque decidimos que, de seguir así, sólo acarrearíamos deudas. Entonces formamos una cooperativa de trabajo para funcionar como emprendimiento gráfico que prestara servicio a terceros (en su mayoría, sindicatos) en el rubro de estampados textiles, cartelería, guillotinados y comunicación en general». Los ingresos permitieron comprar una impresora propia, maquinarias para gráfica y ampliar a 10 el número de integrantes, además de tomar la decisión de formalizar ante el Inaes y, en abril de 2009, inaugurar con la matrícula Nº 34.543, la cooperativa de trabajo Bases.

Volvió para quedarse
Luego de consolidarse como emprendimiento, Bases reanudó en marzo de 2009 la edición de El Megáfono, que volvió a las calles riocuartenses para quedarse. «Fue fundamental la reaparición del periódico –retoma Salerni– con un esquema de producción que es parte de nuestro proyecto: no estar atados a las pautas oficiales, ni al mercado; con los emprendimientos de nuestra cooperativa gráfica financiamos El Megáfono, que continúa gratuito porque tiene un marcado carácter social y de territorialidad, que se fortalece con las múltiples redes de producción y circulación de ideas».
Como parte de la práctica asociativa, Bases firmó un convenio de complementariedad estratégico con la cooperativa de trabajo Comercio y Justicia Editores, de la ciudad de Córdoba, otrora empresa en quiebra reconvertida por sus empleados en una de las cooperativas periodísticas pioneras. «La impresión de El Megáfono la hacemos en Comercio y Justicia, a cambio, nosotros distribuimos su diario en Río Cuarto», dice Salerni. Fue vital, dicen los integrantes de Bases, estar vinculados con otras cooperativas periodísticas porque permitió fortalecer el trabajo en la Asociación de Diarios Cooperativos de la República Argentina y a partir de allí constituir formalmente la Federación Asociativa de Diarios y Comunicadores Cooperativos de la República Argentina. «Obtuvimos un préstamo de la Coordinadora de Trabajo Autogestionado del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación para armar nuestra redacción y talleres y estamos fomentando continuamente la concreción de cooperativas similares a la nuestra. En un futuro próximo el gran desafío es armar con la gente de muchos barrios riocuartenses diferentes cooperativas de consumo y compras».

En las aulas
«No nos quedamos sólo con el enunciado del concepto comunicación como derecho, sino que realmente abrimos nuestro espacio a otras voces: por ello generamos un proyecto participativo para estudiantes y docentes, la sección “En las aulas”», cuenta Maximiliano Luna, otro de los periodistas. Unos 1.600 alumnos de escuelas públicas de la ciudad elaboraron hasta la fecha 64 efemérides que se publican en la contratapa. Así es que aparecieron personalidades que enriquecieron el calendario oficial escolar, tales como Enrique Santos Discépolo, Jorge Cafrune, Víctor Jara, Mercedes Sosa y Violeta Parra, recuperados por los alumnos del conservatorio superior de música Julián Aguirre. También tuvieron su espacio las condenas a prisión perpetua a Jorge Rafael Videla y Benjamín Menéndez y el  Día de la Restauración Democrática (10 de diciembre), entre otras.
«En la redacción elaboramos un listado de fechas que nos parecen importantes y que favorecen el debate, y se las llevamos a los docentes, quienes las utilizan como disparadores para escribir las notas en conjunto. Es tan grande la aceptación que han tenido estas efemérides “no oficiales”, que está en marcha un libro que las reúne, editado por la Universidad Nacional de Río Cuarto y con distribución en todas las bibliotecas populares», cuenta Luna. «La idea a futuro –finaliza– es poder llevar estas efemérides de contratapa a otros formatos, como radio y video, y replicar el modelo en otras ciudades».

Texto y foto: Bibiana Fulchieri