Cosecha propia

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La cooperativa de trabajadores de viñedos mendocina fue la primera de su rubro en elaborar su propia etiqueta, Del Contratista. La partida inicial, de 20.000 botellas, se lanzó en plena pandemia. Hoy reciben pedidos de todo el país.

Orgullo. Lera y Olea, junto a Martín Hinojosa, presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura. Detalles de la botella y los viñedos.

En plena pandemia, nació el primer vino elaborado por una cooperativa de trabajadores contratistas de viñas. En honor a la tarea que realizan, fue bautizado con el nombre: Del Contratista. «Se trata de un vino de corte varietal Syrah-bordoná, ligero en boca, que nos invita a tomar una segunda copa», cuenta orgullosa Gabriela Olea, presidenta de la cooperativa en cuestión, COTRAAVI, de la ciudad de Mendoza. «En esta primera partida fraccionamos más de 20.000 botellas y tenemos el objetivo de hacer 20.000  más para fin de año. Parecen pocas, pero para nosotros es como si fueran 200.000 por el trabajo que lleva». Por su parte, Edgardo Lera, titular del Sindicato Único de Trabajadores Contratistas de Viñas y Frutales y asociado de COTRAAVI, señala: «Somos una cooperativa vitivinícola que se formó en 2010 y que, en la actualidad, cuenta con alrededor de 70 asociados. El trabajo del contratista de viñas es muy atípico aquí en Mendoza. La cooperativa se propuso darle un valor agregado a su tarea haciendo su propio vino».

No me olvides
El contratista es un trabajador que firma un contrato con el dueño de la vid. «Un porcentaje de la uva cosechada es para el contratista que es el encargado de realizar todos los trabajos, desde que se cultiva hasta que se cosecha. Además, cobra una mensualidad pequeña. Con la uva, el contratista puede hacer lo que desee, en algunos casos acuerdan con el patrón y lo llevan juntos a determinada bodega o pueden traerla a nuestra bodega, No me olvides, para producir el vino cooperativo. En toda la provincia hay más de 3.500 familias contratistas. Cualquiera que quiera traer su uva, lo puede hacer», explica Olea.
La idea de producir un vino propio estaba, las ganas también, solo faltaba la bodega. «Cuando compramos No me olvides, la bodega no estaba produciendo», narra su presidenta. Es una propiedad que tiene 74 hectáreas, viñedos, olivos, ciruelos, pozos de agua. «No la encontramos en las mejores condiciones. En su momento, sacamos un crédito para adquirir la bodega y el predio, pero con el esfuerzo y sacrificio de los asociados pudimos pagar todo lo atrasado y la volvimos a poner en funcionamiento. Este es el segundo año que elaboramos, pero es el primero que fraccionamos».
Para lanzar Del Contratista se asesoraron con la enóloga de la bodega y, si bien comenzaron con Syrah, la idea es incursionar en otros varietales. «Queríamos un vino suave, de modo que, si alguien nunca tomó vino, lo pueda tomar; si tomó una copa, que pueda tomar más de una, que no sea un vino fuerte que te caiga mal o te haga doler la cabeza. Queríamos un tinto bueno, equilibrado y suave que creo que es a lo que se llegó», señala Olea.
Mientras comercializan con mucho éxito a Del Contratista, los asociados ya se preparan para crear otras dos marcas propias: Del Peón, que será un vino de mesa y La Ilíada, un Malbec de mayor calidad. El tetrabrik y el blanco son otros de los objetivos. Las expectativas eran muchas, pero la demanda las superó. «La verdad es que estamos sorprendidos –dice Olea–. Cuando lanzamos la comercialización nos unimos a Alimentos Cooperativos para hacerlo a través de ellos y llegar a todo el país, pero también abrimos redes sociales y en el transcurso de dos semanas nos llamaron de Córdoba, Jujuy, Paraná y Río Negro. La verdad es que fue impresionante».