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Cosecha segura

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Es el nexo entre la industria manufacturera pesada y la actividad primaria. El boom de los granos explica el crecimiento del sector, que cuenta con fuerte presencia pyme.

Futuro. El desafío es avanzar hacia un proceso de sustitución de importaciones de la mano de las pequeñas y medianas empresas. (3Estudio).

La fabricación de maquinaria agrícola es una de las pocas industrias satélite de la actividad agropecuaria de alto valor agregado, tecnificación y generadora de empleo, que en los últimos años creció al compás del boom de los commodities alimenticios. «Es una industria considerada estratégica porque articula el complejo metalmecánico con la producción agrícola y, como tal, actúa como uno de los vectores clave para la difusión de tecnología al dinamismo de escala internacional propio de la agricultura argentina», resume un trabajo del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Desde 2003 la producción de maquinaria agrícola creció un 170% y supera en la actualidad los 700 millones de dólares. No obstante, la demanda de maquinaria no puede suplirse sólo con producción local, por lo que en términos de comercio exterior presenta una balanza deficitaria, impulsada principalmente por la importación de tractores, cosechadoras y repuestos para el parque de maquinaria existente.
La producción está repartida en 730 pequeñas y medianas empresas, de las cuales 290 son agropartistas, y emplean en forma directa e indirecta a unos 90.000 trabajadores, de acuerdo con el informe del Proyecto de Eficiencia de Cosecha, Postcosecha de Granos y Agroindustria en Origen (PRECOP).
Las principales pymes están radicadas mayoritariamente (cerca de un 80%) en pequeñas ciudades de las provincias de Santa Fe, Buenos Aires y Córdoba, y en menor medida en Tucumán y Santiago del Estero. Su facturación anual, sumados mercado interno y exportaciones, alcanza los 1.080 millones de dólares. A la oferta de fabricación nacional se agregan equipos importados, principalmente por empresas multinacionales, de acuerdo con el Plan Estratégico Industrial 2020 (PEI 2020) elaborado por el INTI.
La expansión de la agricultura esperada por el PEI 2020 generará un mercado interno relevante a la cadena de valor, estimado en unas 7.500 sembradoras –frente a las 3.700 actuales–, 3.500 cosechadoras –1.400– y 10.500 tractores –6.700–, que junto con la demanda estimada para el resto de la maquinaria agrícola permite proyectar un volumen de mercado cercano a los 2.100 millones de dólares. El desafío es avanzar hacia un proceso de sustitución de importaciones con presencia del segmento pyme, mediante inversiones en tecnología de procesos y de productos y capacitación de mano de obra, señala un documento del Ministerio de Industria.

El mercado
El último informe del INDEC (2011), señala que la venta de máquinas agrícolas registró un crecimiento respecto al año anterior de 37,2%, con una mayor presencia de unidades de origen nacional. La facturación de las empresas nacionales creció 52,5%, mientras que la de las extranjeras se incrementó en 14,4%. Los implementos tuvieron la mayor participación en el mercado, alcanzando 30,3% de las ventas, seguidos por las sembradoras (27,2%), tractores (21,3%) y cosechadoras (21,2%).
La facturación de máquinas agrícolas de origen nacional cubrió el 66,6% del total del mercado. «La mayoría de las sembradoras es fabricada en el país por empresas nacionales, principalmente por pymes. En implementos, por su parte, también predominan las empresas locales por cantidad de equipos vendidos y por monto de facturación. En el caso de tractores y cosechadoras, los equipos son en su mayoría importados», señala el trabajo del INDEC.
En cuanto al país de origen de la maquinaria importada, Brasil representa el 53,3% de la torta. Le siguen –a gran distancia–, Estados Unidos (17,3%) y Alemania (7,5%). La industria de maquinaria agrícola presenta dos patrones. Por un lado las empresas fabricantes de sembradoras, pulverizadoras y agropartistas –comandado por pymes– que cuentan con capacidades tecnológicas y se articulan con el sistema nacional de innovación, pero que enfrentan debilidades propias de su tamaño relativo. Por otro, firmas dedicadas a la fabricación de tractores y cosechadoras –propiedad de grandes compañías–, insertas en cadenas globales y con competencia internacional, sin tareas de innovación y desarrollo nacional.
«En la mejora de este sector colaboró en buena medida el precio récord de los granos, en parte el clima en las principales zonas, otro poco el cambio de perspectiva general para la producción animal y la imparable intensificación de la ganadería y la lechería», señala un estudio de IES Consultores. De acuerdo con el informe, el único escollo sigue siendo la altísima dependencia del mercado brasileño en la importación en algunos rubros.
El objetivo en este contexto es avanzar en la sustitución de importaciones en un primer momento, para luego generar mecanismos simplificados para la exportación, para reducir costos y tareas administrativas para las pymes que pretendan exportar. En ese sentido, existen algunas líneas crediticias dirigidas a mejorar la competitividad de las exportaciones, promoción comercial en mercados seleccionados y procesos de acondicionamiento de la capacidad instalada para producción destinada a la exportación. También se desarrollan laboratorios nacionales y acuerdos de reconocimiento mutuo para superar las barreras de acceso a los mercados externos. Por ejemplo, la firma estadounidense John Deere eligió a pymes argentinas como proveedoras de componentes de tractores y cosechadoras, señalaron desde la Confederación General Económica.

C. C.

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