CrossFit estatal

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Desde el Leviatán, de Hobbes, podemos decir que se usan metáforas antropomórficas para hablar del Estado. Se lo define como humano (desde padre
hasta terrorista). Con atributos de racionalidad: inteligente o bobo. También se alude al físico: débil, fuerte, ágil, pesado. El gobierno abunda en estas definiciones. Con una versión más de gym se habló de «la grasa militante».
El diagnóstico fue plasmado en el documento El estado del Estado. Se resolvió actuar sobre ese cuerpo estatal a través del Ministerio de Modernización.
A un año y medio, la balanza muestra que el Estado ha aumentado su déficit, su número de dependencias, ministerios y secretarías. Incluso, ha aumentado la cantidad de personal, mostrando que los miles de despedidos fueron reemplazados por propios, como glóbulos rojos reemplazados por glóbulos blancos, u amarillos. Este año se ha arremetido contra otros cuerpos considerados extraños: los científicos, los docentes y los artistas. Como el CrossFit (copia de la colimba yanqui), estos duros ejercicios se han hecho orgullosamente en la calle, a la vista de todos.
El complemento fue un cambio de hábito. Las dietas no implican no comer, sino hacerlo de forma selectiva.
Así, el retiro del Estado de su función de regulador de la actividad económica –liberalizando el comercio exterior y el mercado cambiario, desregulando el sistema financiero y los precios, quitando los subsidios a los servicios públicos, recortando presupuestos, negando paritarias–, se contrapone con la quita de retenciones, ganancias y bienes personales, pago a los buitres, el blanqueo, los anabólicos del endeudamiento externo e interno vía Lebac y Letes, y algunas denuncias de dopping positivo en corrupción.
Así no hay cuerpo que aguante.

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