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Trabajadores de la ex fábrica Lacabril apuestan día a día a la autogestión de una de las empresas más emblemáticas de Avellaneda. El vínculo con la banca cooperativa.

 

En marcha. Barnizado de tapa de libros, almanaques y tarjetas son algunos de los servicios de la gráfica bonaerense recuperada. (Horacio Paone)

Escucha la llamada, únete al grito de los cansados», dice el estribillo de la canción del español Ismael Serrano, inspirada en una empresa recuperada de Avellaneda, al sur del Conurbano bonaerense, que retrata la lucha de los trabajadores ante el cierre de sus fuentes laborales. La empresa, donde también se filmó el video de la canción, es la ex Lacabril, hoy Cooperativa Gráfica 22 de mayo. «Yo siempre fui maquinista. Estoy desde el 81 y en ese entonces la fábrica trabajaba las 24 horas, empleando a mucha gente. Después todo se empezó a venir abajo», así comienza el testimonio de Ramón Aguirre, el operario con más antigüedad y uno de los protagonistas del video. Aguirre recuerda que la empresa ubicada en el barrio de Piñeiro llegó a ocupar un enorme predio con tres grandes galpones. «Cuando me jubilé seguí trabajando pero un día me echaron sin previo aviso, ni me pagaron el último mes y cuando los compañeros se enteraron, enseguida protestaron y les dijeron a los patrones que si yo me iba ellos paraban la fábrica –cuenta el operario–. Al otro día me llamó el encargado y me dijo que el lunes volviera a las actividades. Al poco tiempo comenzaron los problemas, no pagaban y, bueno, los dueños no aparecieron más, quedaron sólo los compañeros y yo me quedé con ellos, peleándola».
Con más de 30 años en el rubro, Lacabril fue una de las empresas líderes en el sistema de acabado y terminaciones de materiales gráficos en Avellaneda. Allí llegaron a trabajar 89 personas. «El taller era uno de los más importantes del mercado en la zona sur, pero a pesar de que había mucho trabajo y hacíamos horas extras, las cosas no funcionaban bien, nos pagaban las quincenas de a puchito, no nos abonaban aguinaldo ni vacaciones y tampoco nos hacían los aportes. Así que se acumuló una deuda importante que hizo que la situación fuera insostenible», recuerda Carlos Quintana, quien hoy es presidente de la cooperativa.
La única solución viable al conflicto fue la propuesta de la Federación Gráfica Bonaerense de constituir una empresa de gestión colectiva. «A diferencia de otros sindicatos, nuestro gremio apoya este tipo de organizaciones, y con el asesoramiento de la Red Gráfica Cooperativa, el municipio y el Banco Credicoop, que siempre estuvo a nuestro lado, en 2011 empezamos el camino de la autogestión», manifiesta Quintana.
«Nuestro banco, siempre atento a la realidad y a las necesidades de la comunidad, fue una de las instituciones que comprendió y acompañó desde el principio este proceso, que si bien no es nuevo, cobró una fuerza trascendente a partir de 2001», dice el gerente de la filial Piñeyro de Credicoop, Oscar Landoni. «Conocemos desde hace muchos años a los trabajadores de la gráfica, porque cobraban su salario a través de nuestra entidad y cuando vimos que la empresa se caía no dudamos en ayudarlos para que puedan mantener sus puestos», agrega.
Luego de numerosas gestiones, el poder legislativo de la provincia de Buenos Aires declaró de utilidad pública y sujetos a expropiación el inmueble con sus instalaciones y maquinarias a favor de la Cooperativa Gráfica 22 De Mayo. Además le otorgó el permiso para continuar utilizando la marca comercial de la empresa recuperada: Lacabril.  «Para nosotros es un orgullo  haber tenido la oportunidad de acompañar la lucha de estos cooperativista desde el principio –dice Landoni–. Los orientamos en la autogestión, teniendo en cuenta sus necesidades, porque no se puede aplicar a rajatabla la misma fórmula en todas las recuperadas, cada una tiene sus particularidades y sus problemáticas». «Este tipo de acciones tiene que ver con la política que desarrolla el banco a través de su programa Credicoop y la Comunidad, que apunta a generar vínculo  con las instituciones, empresas y organizaciones de la comunidad en la que actúa –añade Oscar Heredia, 2º jefe de división de la filial–. En este caso vimos el conflicto que tenían los trabajadores, se hicieron ollas populares, recitales, y la comunidad en su conjunto acompañó esta lucha».
Barnizado de tapas de libros, revistas, almanaques y tarjetas; formularios y folletos, entre otros artículos gráficos, son algunos de los servicios que ofrece la cooperativa, actualmente integrada por 20 trabajadores. En el barrio funciona un gran número de pequeñas industrias. «Esta fue una de las zonas más afectadas por la crisis de 2001, se cerraron muchas fábricas que hoy afortunadamente están de nuevo en marcha», afirma Francisco Viqueira, secretario de relaciones con asociados e instituciones de la filial. Por su parte, el presidente de la comisión, Claudio White, afirma: «El acompañamiento que nuestra institución brinda a empresas como esta demuestra que la banca cooperativa mantiene el desafío de transformar la sociedad con el fin de orientarla hacia los valores solidarios, más allá de los servicios que ofrece».
Quintana, presidente de 22 de mayo, se incoporó a la comisión de asociados y ejerce la secretaría de gestión de la empresa cooperativa. A la hora de administrar la cooperativa, las decisiones, afirma Aguirre, «se toman entre todos, porque la participación es fundamental para mantener y hacer crecer la fábrica». Todos retiran la misma cantidad de dinero, no hay puestos fijos y cuando hace falta operar una máquina para sacar pedidos urgentes, cualquiera de los integrantes se enfunda en el overol y se suma a la producción.

Silvia Porritelli

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