Domador de aguas

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De corta e intensa trayectoria, el marplatense de 19 años se convirtió en el campeón argentino de surf más joven de la historia y se ilusiona con concretar nuevos objetivos, entre ellos, escalar en el ranking y competir con los mejores del mundo.


Ganador. Suárez con su tabla en el Quiksilver Open La Paloma,
última parada del circuito. (Hernán Ramos)

 

Llegar al agua ya es difícil. En La Paloma, al sur de Mar del Plata, en uno de esos paisajes con acantilados de más de 20 metros, el mar queda lejos. Se trata de  uno de los paraísos argentinos del surf. Primero hay que descender por una empinada escalinata –siempre con la tabla en brazos–, luego por unos improvisados escalones hechos con sogas –de nuevo, siempre con la tabla en andas– y recién ahí, zambullirse en el momento justo en el que el agua termina de romper contra las piedras. Posteriormente se necesitan algunas fuertes brazadas mar adentro para acercarse al horizonte, allí donde nacen las olas y empieza el show.
En ese marco, y pese al frío de abril, Felipe Suárez, un marplatense de apenas 19 años, ganó el campeonato argentino de surf, con una particularidad: con su triunfo se convirtió en el campeón nacional más joven de la historia de esta disciplina. Suárez obtuvo la 13ª edición del Quiksilver Open La Paloma, la sexta y última parada del circuito nacional, y se alzó con el trofeo y un cheque de 24.000 pesos. «Esta fue la primera temporada que corrí entera y resultó una experiencia increíble», le cuenta a Acción, desde Mar del Plata, Felipe, quien ganó tres de las seis etapas de la competencia.

 

Para adelante
Y el mérito crece cuando se mencionan los rivales: con menos de 20 años, este chico que nació el 15 de noviembre de 1996 le ganó la final al mítico Martín Passerí, de 40 años, la cara argentina más conocida de este deporte. «La verdad que es raro haberle ganado a él y a otros excelentes surfistas más grandes que yo. Pensá que crecí y aprendí mirándolos a ellos», explica Suárez, todavía sin creer lo que consiguió.
La primera vez que se subió a una tabla tenía siete años. «Empecé a surfear porque mi papá –Rodrigo– y mis tíos –Osvaldo y Marcos– también lo hacían. En un principio me metía solo en verano, pero ya desde los 13 empecé a hacerlo todos los días». Corría 2010 cuando Felipe hizo el clic y decidió que se iba a dedicar plenamente al surf. Para eso, primero dejó de jugar al rugby, un deporte que para él era una suerte de legado familiar. Mas tarde, decidió irse a Bombinhas, en Brasil, para mejorar su técnica y perfeccionarse en la disciplina. Allí lo alojó la familia Muñiz: Rubén, el padre del clan, se transformó en su entrenador; y sus hijos Alejo (está entre los 34 mejores del mundo) y Santiago fueron sus ejemplos.
«Irte de tu casa a los 13 años es algo difícil, más a otro país, sin hablar el mismo idioma… Pero por suerte me recibieron muy bien y aprendí muchísimo. Después tuve la fortuna de viajar a todos lados: por toda Centroamérica, Hawái, California… Lo único que me falta es Indonesia», explica este trotamundos domador de olas, quien reconoce que Hawái es la meca de la disciplina y su lugar favorito. «Ahí los profesionales están todo el año; además hace calor y el agua es caliente. Aunque en California también se ven competencias de gran nivel».
Justamente ese es su destino actual: el último 1º de mayo, Felipe Suárez partió rumbo a las costas de Estados Unidos, donde se quedará cerca de tres meses para continuar entrenándose. En California participará de diversos torneos internacionales e irá probando nuevas tablas con el objetivo de ganar experiencia y, sobre todo, a seguir creciendo. Él mismo sabe hasta dónde puede llegar. «Acostumbro a ponerme objetivos cortos para poder progresar. Creo que siempre hay que ir para adelante. Ahora quisiera entrar en el top 100 del ranking y después sí, cumplir el sueño: estar entre los mejores 34 del mundo para poder entrar al World Championship Tour y competir con la elite». El sueño no parece descabellado. Con 19 años, Suárez se revela como un atleta con futuro promisorio, a la vez que una de las grandes apariciones del surf argentino en los últimos años.