Efectos de un modelo

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La gestión de Mauricio Macri demostró en tres años y medio que las promesas electorales que le permitieron llegar a la Casa Rosada estaban muy lejos del verdadero plan que ejecutó desde el poder. Pobreza, inflación, endeudamiento externo y deterioro de la calidad democrática.

Aliados. Macri con la titular del FMI, Christine Lagarde: el organismo financiero otorgó al país el préstamo más grande de su historia. (AFP/Dachary)

La aplicación impiadosa de fórmulas neoconservadoras y de subordinación irrestricta a los intereses de los financistas internacionales va desplegando sus efectos en la profundización de los niveles de desigualdad social, pobreza e indigencia, desempleo, desindustrialización y el deterioro de todos los guarismos relacionados con la educación, la cultura y la salud pública.
Lo que emerge en el plano de la economía y la Justicia no puede desligarse de una política pública inscripta en un proyecto civilizatorio de pretensiones planetarias. Es el neoliberalismo del siglo XXI que, a diferencia de las promesas de su etapa más rutilante en tiempos de Reagan y Thatcher, tiene poco para ofrecer a los pueblos como propuesta para la vida colectiva. Hagamos memoria: aquellas políticas del denominado Consenso de Washington como alternativa integral –no meramente económica– se fueron forjando en la década del 30 y reconocen en Ludwig von Mises a su padre fundador. Él aglutinó en la Escuela Marginalista Austríaca a un núcleo de intelectuales que partían de una cosmovisión que inesperadamente no trepidaba en resaltar la centralidad de los valores del egoísmo, el individualismo y la competencia como esencia y motor de la vida y la sociedad. De la misma escuela pueden leerse trabajos de Friedrich Hayek, Milton Friedman o Karl Popper que se encargaron de difundir un concepto, tan primitivo como eficaz, sustentado en una idea básica: todo lo estatal, lo público y asociativo es ineficiente, costoso y deleznable; contrariamente, lo privado, el mercado y la competencia son la quintaesencia de todo orden social «normal»; y el único camino posible. Complementariamente, el sistema capitalista en su fase unipolar, ya hegemonizado por los poderes financieros y con claros rasgos agresivos, fue librando su batalla cultural: se trataba de la utilización a nivel planetario y en cada país, de la hegemonía comunicacional con el fin de imponer sus valores, tanto en el plano de la política como en lo económico y en la vida social. El corolario de la penetración de estos valores fue su extensión a los liderazgos políticos que los representaron.
En América Latina estas políticas entraron en una primera fase por vía de dictaduras que clausuraron el sistema democrático y conculcaron los derechos humanos y sociales. Su fracaso posibilitó el advenimiento de gobiernos populares que implantaron proyectos de distribución más justa de las riquezas, fuerte crecimiento del mercado interno y del rol de las pymes, desarrollo industrial, científico y educativo y de recuperación de derechos humanos y culturales. Esas políticas progresistas se enmarcaron en un ideario americanista y de proyección continental en lo económico y lo político.
En nuestro país, luego de la crisis económica, política y humanitaria de 2001, se trataba de reparar el daño generado por las políticas neoliberales del último cuarto del siglo XX. El 53% de los hogares estaba en 2001 por debajo de la línea de pobreza, pero si focalizamos en el universo de los niños y jóvenes, subía a 73%. La brecha de desigualdad se ubicaba en niveles insoportables y el endeudamiento externo comprometía una parte sustancial de nuestros ingresos.

Compromisos incumplidos
Sin embargo, en una nueva fase de avance de gobiernos de derecha, en diciembre de 2015 ganó la presidencia Mauricio Macri por un estrecho margen. El mandatario llegó al poder con promesas de campaña como pobreza cero, crecimiento e inversiones, eliminación de impuestos como la cuarta categoría de Ganancias, un millón de créditos para vivienda, compromiso de no devaluación, congelamiento de tarifas, continuidad de Fútbol para Todos, entre muchas otras. Concluía con un compromiso de que no habría ajuste y que el fenómeno inflacionario sería fácilmente controlable.
Transcurridos tres años y medio, y a poco de concluir su mandato, al apreciar los resultados concretos de sus políticas comprobamos que los compromisos asumidos ante la ciudadanía fueron incumplidos. En este punto nodal, resulta necesario definir si se trata de errores e ineficiencia o lo que hicieron el presidente y su equipo fue llevar a cabo con firmeza y determinación su verdadero plan político, vinculado con los intereses económicos y la ideología que representan. La respuesta surge clara desde la realidad: las grandes mayorías sociales fueron severamente perjudicadas y las minorías se beneficiaron en un proceso de fenomenal transferencia de riqueza.
La historia, la ciencia y la vida social, han demostrado acabadamente que la riqueza no se pierde, sino que se transfiere. El presidente actuó a conciencia del proyecto político que representa. Aquí resulta necesario puntualizar otra cuestión: los perjudicados por estas políticas no corresponden solo a la mayoría de trabajadores, asalariados y jubilados, sino a vastos núcleos de clases medias urbanas y rurales. En el último período a partir del episodio político judicial de las «fotocopias», se desnuda también la intención de grandes capitales internacionales, particularmente estadounidenses, de apropiarse de empresas nacionales de grandes dimensiones y de nuestros recursos naturales más críticos.
Otro elemento central a ponderar es el de la calidad de la vida democrática en estos años. En tal sentido, así como reconocemos la legitimidad del origen del gobierno, también registramos que, a poco andar, el presidente Macri fue renegando de los principios que le dan sustento real a la democracia. Desde el temprano intento de nombramiento de jueces de la Corte Suprema por decreto eludiendo al Congreso Nacional, el veto a leyes sociales fundamentales, al silenciamiento de voces opositoras en los medios, la utilización del sistema judicial para sus propios fines y la degradación de las políticas de derechos humanos, las violaciones a los más elementales principios democráticos, han sido una constante del gobierno de Cambiemos. Las novedades del gravísimo episodio protagonizado por Marcelo D’Alessio revelan una oscura trama delictiva entre los servicios de inteligencia, los medios hegemónicos, el Poder Judicial, parlamentarios oficialistas y ministros. El Poder Ejecutivo ha inficionado a una parte importante del Judicial en función de sus intereses circunstanciales, generando una situación de verdadera negación de justicia, conculcando el principio fundamental de inocencia y del debido proceso. Esta mutilación de la legitimidad de uno de los poderes del Estado generó un desprestigio que incluye a la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación, generando un recorte trascendente del sistema democrático del país.

Pocos beneficiarios
Los modos de construcción de hegemonía del macrismo tampoco han gozado de la transparencia que prometía la «nueva política». El pragmatismo en la construcción política, amalgamado con una fuerte acción de marketing mediático como forma de actuación permanente, se revelan con más claridad en estos días, en que la crisis interna se agudizó con la creciente conflictividad de la alianza político-social oficialista. Esa situación se verifica no solo en el armado político-electoral con los socios de la Unión Cívica Radical, sino con relevantes representantes del bloque empresarial que ven severamente dañada su actividad y sus resultados económicos. Las críticas cada vez más notorias de grandes empresas dejan entrever que el núcleo de beneficiarios de la política económica de Cambiemos alcanzó a muy pocos sectores: las empresas privadas de servicios públicos, el sector financiero, minero y los grandes agroexportadores. Todos favorecidos con devaluaciones, ajustes salariales, tarifazos y rebajas impositivas.

Firmat. Trabajadores protestan por despidos frente a una fábrica. Una postal diaria. (Patricio Murphy)

El recorrido de Cambiemos puede resumirse en el avance de un programa que fue ocultado detrás de promesas electorales y que, ahora que las aguas se retiran llevándose consigo los eslóganes y cantos de sirena, desnudan una realidad social con ribetes dramáticos (12.700.000 pobres), y la Nación como colectivo comprometida con una deuda externa sin contrapartida productiva. Justamente el resultado de estas políticas es una clave para comprender el actual proceso de crisis integral del proyecto, su inviabilidad económica y social, la creciente resistencia colectiva que va basculando entre las marchas callejeras y las construcciones electorales opositoras.
En las postrimerías del mandato se aprecia que crece un viento de cambio, aunque aún es temprano para dar cuenta de un fin de ciclo que el vicepresidente boliviano e intelectual Álvaro García Linera predijo advirtiendo: «El neoliberalismo triunfante recientemente en América Latina está repitiendo las viejas recetas que hace veinte años fracasaron y llevaron a esos países al desastre económico y social, presentándose ante el mundo como una esperanza movilizadora de pasiones y de adhesiones voluntarias. Sin embargo, el actual, solo moviliza odios y resentimientos».
Esperamos que, en los próximos tiempos, claramente definitorios para el destino del país, nuestra ciudadanía encuentre las mejores respuestas que hagan posible reencauzar la economía y la vida democrática plena, en pos de una superación para las grandes mayorías y de la propia Nación.

Juan Carlos Junio
Dirigente Cooperativista

Deuda y ajuste

Balance económico

El regreso a las condiciones que impone el FMI es uno de los signos identitarios del período de Cambiemos. Un esquema que condiciona el futuro del país mientras afecta en el presente a los trabajadores, las pymes y casi todos los sectores productivos.
 

Situación social. En los últimos años se registró un marcado incremento de la pobreza. (Jorge Aloy)

El gobierno de Mauricio Macri será conocido por dos razones principales: el ajuste y la vuelta a los préstamos condicionados del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero estas no solo destacan por sus propias características, sino también por su magnitud. El ajuste ha sido tan fuerte que el principal ministro del área económica sostuvo descarnadamente que «en la Argentina nunca se hizo un ajuste de esta magnitud sin que caiga el Gobierno». El préstamo del FMI es el más grande que el organismo ha concedido a un país en toda su historia, 57.500 millones de dólares.
El ajuste ha estado presente desde el inicio de la gestión macrista. Ya sea en el frente fiscal, como en el monetario: el objetivo estuvo puesto habitualmente en políticas que incidieron negativamente sobre la producción, en especial de las pymes y las empresas de la economía social y solidaria. El impacto negativo sobre las distintas actividades se produjo por dos vías principales: 1) Una importante reducción del poder adquisitivo de la población, y 2) Incrementos de costos por los ingentes aumentos en tarifas de gas, luz y agua, y por las elevadas tasas de interés de los créditos, en especial en aquellas líneas para financiar el giro habitual de los negocios.
Como se sostuvo repetidamente desde estas páginas, el proceso inicial denominado «gradualismo» estaba imbuido también de ajuste. No es necesario explicarlo, todos hemos padecido fuertes aumentos tarifarios, entre otras pérdidas de poder adquisitivo. Pero luego del acuerdo con el FMI, el ajuste siguió con mayores tarifas y se extendió más enérgicamente al gasto público. En octubre del año pasado se acordó reducir el gasto en un 3% del PIB. ¿Cómo medir este ajuste? No es fácil, pero podemos decir que el FMI está muy preocupado por un aumento del gasto en jubilaciones y pensiones en las economías desarrolladas hacia 2050, de entre 1 y 2,5 puntos del PIB. ¡Y Argentina tiene que achicar 3% del PIB en un año!


(Fuente: Elaboración propia con datos del INDEC)
En la edición impresa se deslizó un error en el gráfico titulado «Pérdida del poder adquisitivo». Al pie de la tercera columna (32%) debería decir 2 deciles superiores, en lugar de 4 deciles superiores.


Algunos hitos develan las orientaciones fundamentales de las políticas aplicadas. Uno de ellos es la eliminación de liquidar divisas en el país para los exportadores. Esto no es más que convertir una actividad productiva en una actividad especulativa: se siembra para tener dólares en el extranjero, que serán ingresados cuando le convenga al exportador (observación que no alcanza a los pequeños productores agropecuarios que sufren este modelo como tantos otros).
Se impuso una pléyade de normativas para liberalizar profundamente los flujos de capitales, tanto de entrada como de salida. Sistema que permite elevadas ganancias especulativas en nuestro país a los grandes inversores internacionales, quienes, al menor signo negativo, huyen con sus dólares dejando un tendal de fuga de capitales y desvalorización del peso argentino.

La lluvia que no fue
Otro hito, el título emitido a 100 años, totalmente evitable, da una clara noción de la complacencia de los funcionarios con el colosal endeudamiento producido. La deuda pública externa creció del 12,6% del PIB a fines del anterior gobierno, a un 41,8% a fines de 2018: este crecimiento llevó la deuda pública total al 86% del PIB (deuda que recibieron en el 45% del PIB). Lo más grave es que una importante porción de la deuda en dólares es de cortísimo plazo, en especial la conocida como Letes, que no supera los 180 días promedio.
En este gran endeudamiento juega un papel esencial lo acordado con el FMI, la friolera de dólares que recibió esta administración y que deberá pagar la siguiente, en un esquema de vencimientos inabordable, ya que entre 2022 y 2023 vencen 42.300 millones de dólares o el 73% del total contraído con el FMI.
Debe considerarse, además, que junto con este fuerte endeudamiento, la «formación de activos externos del sector privado», más conocida como «fuga de capitales», fue de 68.400 millones de dólares en lo que va del mandato de Macri. Y la prometida «lluvia de inversiones» a largo plazo, «te la debo». Desde el inicio del gobierno hasta abril de 2019 se recibió un promedio mensual de Inversión Externa Directa de 214 millones de dólares, escasísima comparada con otros momentos del pasado.

Números rojos
En todos estos años se ensayaron distintos tipos de políticas monetarias, pero todas con una característica principal: han mantenido elevadas tasas de interés que impactaron negativamente sobre la producción y el consumo. El punto álgido se produce a partir de la firma del segundo acuerdo con el FMI: el congelamiento de la Base Monetaria (principalmente compuesta por el dinero en efectivo que poseen las personas humanas y jurídicas) junto con una inflación anual del 55%, que está generando una contracción monetaria fortísima. El entorno actual lleva a tasas de interés que en varios momentos superaron el 70% anual: imposible financiar el giro habitual de negocios de las empresas con estas tasas. Y entonces, más recesión.
El Gobierno prometió pasar de una inflación heredada del 26% en 2015 al 5% en 2019. Ningún país ha podido lograr semejante disminución en tan corto plazo. Y mucho menos aplicando el denominado tarifazo en luz, gas y agua (ver Tarifas…). Este no solo afecta el bolsillo de las personas, sino que incrementa los costos de producción, de forma tal que los aumentos se trasladan a la casi totalidad de mercancías y servicios, y fomentan más inflación.

Ver para creer. Inéditos aumentos en el costo de los servicios públicos. (AFP/Dachary)

Se produjo un fuerte deterioro del poder de compra de la población: el salario promedio perdió un 12% en toda la gestión, en especial durante 2018; el salario mínimo vital y móvil, un 22% y la jubilación mínima, un 14%. Estos datos dan una clara idea de la debilidad de la demanda y su impacto sobre el consumo y la producción. Por ejemplo, las ventas en supermercados, medidas en cantidades, cayeron un 12% interanual en febrero de 2019. La producción total se encuentra en franco descenso. En el último trimestre de 2019, el estimador del PIB (la medición más amplia de la actividad económica) cayó un 6,2% interanual, y en el primer trimestre de 2019 la caída llega al 5,7%, lejos de los «brotes verdes» señalados por los funcionarios gubernamentales para inicios de este año.
El deterioro de la economía y la situación social es más que evidente. Pero ante esto, el presidente Macri dijo que la Argentina que heredaron no tenía futuro: sin embargo, fue él quien hipotecó el futuro de la Argentina. La salida a esta encrucijada estará dada a partir de un modelo antagónico al aplicado.

Alfredo T. García
Economista Jefe Banco Credicoop