El precio de la dignidad

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El Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos ha señalado desde su fundación, en noviembre de 1958, el carácter transformador del cooperativismo. Y lo sostuvo desde siempre a través de la prédica de sus valores y principios, como así también mediante la construcción de empresas pertenecientes a la economía social y solidaria». Así comienza la “Declaración del IMFC por el 96º Día Internacional de las Cooperativas», que, como cada año, invita a reflexionar sobre la coyuntura nacional y sus vínculos con el movimiento solidario. En este sentido, señala que la celebración de 2018 «tiene lugar en el marco de un contexto histórico extremadamente complejo, signado por la incertidumbre sobre el futuro de la humanidad, con motivo de un modelo dominante que concentra la riqueza y excluye a miles de millones de personas». Y retoma las palabras de Floreal Gorini en su discurso por el Día de las Cooperativas del año 1991: «Quienes creemos en el hombre nuevo, en la sociedad justa y libre; quienes creemos en la dignidad del hombre debemos continuar nuestra lucha, porque la lucha es el precio de la dignidad».
«Aquellas palabras resuenan con fuerza en este presente, cuyas condiciones imponen gigantescos desafíos al movimiento cooperativo. En tal sentido, cabe recordar que se requieren determinadas condiciones para que las empresas cooperativas puedan desarrollar toda su potencialidad en forma plena y permanente», afirma la Declaración. Y entre esas condiciones subraya la vigencia de la democracia y el respeto de los derechos humanos, «incluyendo los económicos, sociales y culturales». Y, a la par de este requisito, señala que «también se necesita contar con un contexto donde las políticas públicas contribuyan –o, por lo menos, no obstaculicen– con el desenvolvimiento de estas empresas asociativas y solidarias», como por ejemplo, la política tributaria, «que debería respetar la naturaleza carente de fines lucrativos de las cooperativas». También añade entre esos requisitos fortalecer el mercado interno y promover la inclusión a través del trabajo decente.
«En contraposición al escenario deseable que acabamos de describir con grandes trazos, la situación actual de nuestro país en materia económica y social incide negativamente sobre las micro, pequeñas y medianas empresas, entre las cuales se incluyen infinidad de cooperativas de las más diversas ramas. El impacto de las tarifas de los servicios esenciales, para citar tan solo un ejemplo, hace inviable la existencia de un número creciente de empresas recuperadas por sus trabajadores bajo la forma cooperativa», afirma otro tramo del documento, que también advierte sobre las altas tasas de interés que impiden el acceso a crédito y sobre el deterioro constante del salario producto de las sucesivas devaluaciones.
«Los cooperativistas –afirma luego– tenemos el desafío de cumplir más que nunca con la aplicación de los principios consagrados universalmente, entre los cuales hay que prestar especial atención a dos de ellos: educación e integración. Es necesario fortalecer la unidad del movimiento cooperativo junto al mutualismo, proyectando esta acción mancomunada al conjunto de las organizaciones sociales».