El valor de lo pequeño

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La política estatal de otorgar préstamos accesibles a emprendedores se expande a lo largo del país de la mano de entidades de la economía social. Activo rol del IMFC.

 

Impulso al trabajo. De la mano de los microcréditos, emprendimientos familiares pudieron convertirse en fuentes de ingreso autosustentables y con mayores márgenes de ganancia. (Juan Manuel Quintanilla)

Al examinar el rol del Estado en la Argentina durante la década del 90, algunos analistas plantean la disyuntiva entre Estado ausente versus Estado presente. Sin embargo, al evaluar el tema en profundidad se advierte que en ese período sí hubo políticas públicas, pero orientadas a favorecer los intereses de los sectores más concentrados, vinculados fundamentalmente con grupos extranjeros, en perjuicio del bienestar de gran parte de la sociedad. En los últimos años este escenario comenzó a revertirse dado que, desde diferentes organismos del Estado nacional, se implementaron iniciativas destinadas a mejorar la situación de vastos sectores de la población que habían sufrido las consecuencias socioeconómicas del neoliberalismo. Una de esas iniciativas fue la sanción, en 2006, de la Ley Nacional 26.117 de Promoción del Microcrédito y la creación de la Comisión Nacional de Microcréditos (CONAMI), que funciona bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Los microcréditos son pequeños préstamos destinados a sectores que no pueden acceder a fuentes tradicionales de financiamiento. En muchos casos, esta pequeña ayuda fue la clave para fortalecer emprendimientos familiares de lo más diversos: desde elaboración de cerveza artesanal hasta cría de aves, pasando por fabricación de calzado, ropa, artesanías, bijouterie, mermeladas y chocolates. Así, pequeñas iniciativas productivas informales pudieron, en muchos casos, convertirse en trabajos más sustentables, con mejores márgenes de ganancia y a menudo, volverse la fuente principal de ingreso de las familias.
Uno de los requisitos fundamentales de la CONAMI es que las iniciativas que se constituyen para operar con fondos estatales sean gestionadas por entidades de la economía social y solidaria: fundaciones, asociaciones barriales, ONG, mutuales y cooperativas. Una de esas entidades es el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.

 

Tejer las redes
«Cuando se creó la CONAMI, las organizaciones vinculadas con las microfinanzas no eran más de 50, su área de acción se reducía a sitios y barrios puntuales, principalmente de Mendoza, Rosario y el Conurbano bonaerense, y se trabajaba de manera aislada, aunque con un gran voluntariado», recuerda Alberto Gandulfo, coordinador del organismo. «Nosotros convocamos a ese conjunto de organizaciones pioneras, asignamos recursos y comenzamos a expandir las redes», explica el funcionario.

Ratti. «Esta articulación virtuosa
contribuye a la inclusión social.»

Actualmente existen en la Argentina 1.740 organizaciones dedicadas a gestionar los préstamos: 368 forman parte del grupo de administradoras y 1.687 son ejecutoras del Programa de Promoción del Microcrédito Padre Carlos Cajade, tal el nombre de la iniciativa que hoy se extiende por todo el país. Las organizaciones administradoras (OA) son las que encabezan las redes, tramitan los expedientes y la firma de convenios con la CONAMI y transfieren los fondos a las organizaciones ejecutoras (OE), que son las que otorgan  los fondos de microcréditos a los emprendedores y los acompañan en el fomento de las iniciativas productivas. Algunas entidades cumplen ambas funciones, es decir, son ejecutoras y administradoras. Tal es el caso del IMFC.

Carpenzano. «Pensamos armar
nuevas redes en diversas
localidades del país.»

«En 2010, el Instituto Movilizador fue convocado por la CONAMI para oficiar como entidad administradora de los fondos del Ministerio y también para formar redes en calidad de organización ejecutora en algunas filiales que el IMFC posee en el país», explica Liliana Carpenzano, adscripta a la gerencia general del Instituto y presidenta de la red de microcréditos Buenos Aires del IMFC. También se formaron redes en Córdoba y la zona atlántica, y este año se redoblará el desafío con nuevas redes en Tucumán y en la región litoral. «Además, estamos pensando en armar nuevas redes junto con las comisiones de asociados de Banco Credicoop instaladas en diversas localidades de la Argentina», añade Carpenzano.

Tissera. «Desde el IMFC participamos
en diferentes espacios institucionales.»

El primer crédito otorgado por la Red Atlántica, integrada por cinco organizaciones ejecutoras además del propio Instituto Movilizador, fue de 3.260 pesos. Hoy, la red lleva entregados 1.020 préstamos por un monto total de más de 3.800.000 de pesos. «Esta articulación virtuosa entre un organismo del Estado y una cooperativa de segundo grado como el Instituto contribuye a la inclusión social de sectores que no califican para el acceso al crédito bancario, pero que necesitan apoyo financiero para desarrollar sus pequeños emprendimientos», apunta Miguel Ángel Ratti, titular de la red y jefe de la filial Mar del Plata del IMFC.

 

Modelo colaborativo
Los microcréditos se otorgan para adquirir capital de trabajo (insumos, materiales o herramientas) a una tasa máxima de interés anual del 6%. Bajo el concepto de la solidaridad, el emprendedor debe pagar el crédito en tiempo y forma para que ese dinero vuelva a ser prestado y genere, de esta manera, un círculo virtuoso que permite ir consolidando el servicio o la producción y la paulatina incorporación al mercado formal. Tanto en la región atlántica como en la Red Córdoba se realizan periódicamente ferias con el objeto de facilitarle a los emprendedores la comercialización. Esta práctica también genera colaboración, ayuda mutua y confianza en el trabajo conjunto. «Allí también se pone de manifiesto la solidaridad, ya que los emprendedores que participan de alguna fiesta popular o feria, además de ofrecer sus productos, llevan los de aquellos emprendedores que no pudieron concurrir», destaca Ratti.

Gandulfo. «Esta iniciativa propone una
salida colectiva, no individual.»

En Córdoba, la red encabezada por el IMFC otorgó, desde su creación, alrededor de 2.300.000 de pesos en microcréditos destinados a más de 250 emprendedores cooperativizados y 250 emprendedores autogestionados, que se dedican a la venta de productos manufacturados y de servicios. «Desde el Instituto estamos permanentemente articulando alianzas y participando de diferentes espacios como la Mesa de la Economía Social y Organizaciones Populares, compuesta por 10 organizaciones administradoras de microcrédito de Córdoba capital», comenta Pablo Tissera, jefe de la filial Córdoba del IMFC y presidente de la red cordobesa. Marta Gaitán, coordinadora de la red cordobesa y titular de la Secretaría de Género del IMFC, añade: «A través de esta propuesta, los emprendedores logran con su trabajo aportar a los ingresos familiares y, en muchos casos, se vuelven el principal sostén de la casa». Por su parte, la Red Buenos Aires, integrada por la filial local del Instituto Movilizador y otras tres cooperativas ejecutoras, lleva entregados casi un centenar de créditos por más de un millón de pesos en apenas un año de gestión. «Tenemos un cumplimiento de pago del 100%, es decir, la mora es cero, eso habla del compromiso de todas las organizaciones y, en ese sentido, el beneficio es doble ya que nuestra misión como institución es también fortalecer los vínculos solidarios con las entidades del sector y trabajar en conjunto para el crecimiento económico y para profundizar el ideario cooperativo», apunta Carpenzano, quien resalta además el trabajo del departamento de Proyectos del IMFC, dirigido por la economista Patricia Arpe, que administra y efectúa las rendiciones del programa de microcréditos de las diferentes redes del Instituto.
«El programa de microcréditos plantea un paradigma distinto –reflexiona Gandulfo– enfocado en la educación popular, la economía solidaria, la distribución de la riqueza y el desarrollo de los emprendedores que participan; no como una salida individual sino como una construcción colectiva, en la que la ayuda mutua y la cooperación, con el acompañamiento del Estado, se contraponen a la competencia y al individualismo».

Silvia Porritelli

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