Empuje local

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Fundada en 1964, la entidad santafesina tuvo un notable protagonismo en el progreso de su comunidad.

 

La provincia de Santa Fe tiene un lugar destacado en el desarrollo del cooperativismo argentino de crédito. Allí, impulsada por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, tuvo lugar una importante expansión de entidades solidarias. La caja de crédito Fighiera, localidad situada al sur de la ciudad de Rosario, inició su actividad el 29 de noviembre de 1964. Ese día, un grupo de comerciantes y vecinos realizaron la asamblea constitutiva. «Ahí se concretaban pequeños créditos para finalizar la casita, comprar maquinarias, ampliar un local, adquirir un artefacto para el hogar, terminar de pagar el auto o el tractor», señala un folleto con datos históricos realizado al cumplirse uno de los aniversarios de la entidad.
Fighiera comenzó a funcionar en un pequeño edificio de la calle San Martín y desde su fundación adquirió progresivamente un rol social y económico de gran envergadura a través del trabajo de sus impulsores. «Era gente muy idealista. Todo lo que hacía lo hacía sin pedir nada a cambio», relataba Juan Carlos Ruberto, uno de los primeros gerentes, en un trabajo de investigación sobre la cooperativa realizado por alumnos de la escuela media Nº 3007 de Fighiera. Ángela Beatriz Lisi, también una de las empleadas iniciales de la entidad, sostenía: «Se trabajaba desinteresadamente. Toda la comisión trabajaba ad honorem. Hasta los empleados, en alguna oportunidad, trabajamos sin cobrar. Cuando terminaba la jornada nos quedábamos un poco más de tiempo para limpiar».
La caja de créditos resonaba fuerte en la localidad. Su rol cooperativo y solidario se reflejaba en las facilidades de acceso al crédito que ofrecía. «En esa época era muy difícil acceder a los beneficios de los bancos. Tenían muchos requisitos. Pero en la caja sacar un crédito era muy accesible. No había tanta burocracia. El trato con la gente era más familiar», contaba Ruberto.

 

Rol social
La función social de la caja permitía que sus fondos también impactaran en la infraestructura del pueblo. De hecho, la caja impulsó obras públicas de vital importancia para Fighiera. En 1969, en el local de la caja se realizaron reuniones con el objetivo de construir un colegio secundario. Era una aspiración de muchos años de los asociados que buscaban ofrecer a los jóvenes de la comunidad la posibilidad de avanzar en su educación sin dejar su ciudad natal. Finalmente, en diciembre de 1969, con la contribución de la caja de crédito, nació la Asociación Civil Instituto Secundario Fighiera y el colegio se volvió una realidad. Otras iniciativas fueron la pavimentación del área urbana. El rol de la caja fue en este caso otorgar créditos a largo plazo para la obra. También contribuyó a la instalación de una central telefónica automática que ampliaba el servicio de 30 a 100 líneas. «La caja otorgó el crédito para los teléfonos. Los consejeros viajaron a Buenos Aires acompañados por el abogado del Instituto Movilizador para adquirir la central a mejor precio», recordaba José Mazzeo, secretario de la comisión de la entidad de crédito, sobre la iniciativa que representó un hito para el pueblo.
Pero, a pesar de su buen desarrollo, la caja de Fighiera no estuvo exenta de las ofensivas que las dictaduras de 1966 y 1976 llevaron adelante contra el movimiento cooperativo. Durante el «Onganiato», las cooperativas de crédito y el Instituto Movilizador recibieron un duro golpe. El gobierno militar se propuso eliminar las entidades y ordenó la reducción de su operatoria. Frente a esa avanzada, todo el movimiento participó de la campaña organizada en defensa de las cajas de crédito. Fue la movilización la que obligó a revisar las medidas y las entidades continuaron operando aunque en un menor número. De las 974 cajas que había solo quedaron 450, entre ellas, la de Fighiera. «Fue difícil sobrellevar esa época. Y se logró con el esfuerzo de la gente, con la confianza hacia las personas que estaban desempeñando funciones en la comisión de la caja. El pueblo ratificó su confianza hacia la entidad y lo demostró al continuar operando con ella», aseguraba Ángel Camorali, exempleado de la entidad.
La dictadura cívico-militar de 1976  buscó nuevamente apartar del sistema financiero a las cajas, con severas limitaciones. «El golpe de 1976 tenía una ideología muy de derecha y la caja de crédito era una entidad que ayudaba a la gente más necesitada. Por ello, la primera idea del gobierno militar fue cerrar las cajas de crédito. Pero gracias a todas las solicitadas y telegramas que se mandaron al ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, se logró mantener la forma de organización cooperativa, aunque la caja tuvo que asociarse con otras entidades de la zona y transformarse en banco», explicaba Lisi. Como sucedió con gran parte de las cooperativas crediticias de la época, a finales de la década del 70 el proceso de fusión de las cajas y la conformación de bancos cooperativos fueron  la salida para lograr la permanencia del movimiento. El 2 de abril de 1979, la Caja de Créditos Fighiera se fusionó con las de Arroyo Seco y Villa Gobernador Gálvez y formaron el Banco VAF Cooperativo Limitado.
Décadas después, en 1995,  ante el proceso de concentración y extranjerización de la banca argentina y la crisis financiera conocida como «efecto tequila», el Banco VAF, junto con los bancos cooperativos CES, Horizonte, Aliancoop, Local y Nordecoop, se fusionaron por sugerencia del IMFC y pasaron a constituirse en Banco Argencoop, con sede central en la ciudad de Santa Fe. La banca nucleada en el IMFC, que tuvo una reducción del 30% de los depósitos, procuró minimizar las consecuencias negativas fusionando seis de sus ocho entidades para dar lugar al Banco Argencoop, que inició su operatoria en julio de 1995. El Banco Credicoop jugó un papel en ese proceso destinado a preservar la presencia cooperativa en el sector financiero, ya que incorporó algunas filiales deficitarias y participó de un acuerdo con el Banco Central de la República Argentina tendiente a dotar a la nueva entidad de recursos adicionales que le permitieran consolidarse. Colaboró, además, prestándole una serie de servicios que le permitieron optimizar los recursos y disminuir los costos en el marco de una economía de escala.
Sin embargo, en 1997, y como consecuencia de las medidas tomadas por el Banco Central en relación al capital mínimo de las entidades financieras, el Banco Argencoop se integró al Banco Credicoop y desde ese año se convirtió en la actual filial Fighiera de la entidad, una sucursal que debe su historia a la labor de los pioneros santafesinos del cooperativismo de crédito que construyeron los cimientos de un proyecto económico fundado en la ayuda mutua y el compromiso con un sociedad más justa.

Maximiliano Senkiw
Asesoramiento histórico: Daniel Plotinsky
Fotos: archivo Acción

 

 

 

Parque Patricios, 1973

La caja de crédito Bernardo de Monteagudo (hoy filial Parque Patricios de Credicoop) había nacido en 1963 gracias a la influencia de Jacobo Amar y la ayuda del IMFC. Comenzó a operar con 500 asociados y al año tenía más de 1.000. En su 11º aniversario recibió el premio Pinos de Oro por su labor solidaria.

 

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