En nombre de Dios

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Consideran a la homosexualidad una conducta inmoral y patológica y ofrecen «tratamientos» para revertirla. Entre la religión, la seudociencia y el prejuicio.

 

Contra la diversidad. En 2010, grupos cristianos manifiestan frente al Congreso su oposición a la ley de Matrimonio Igualitario. (Jorge Aloy)

Se imagina un curso en el que lo «curaran» de ser peronista o radical? ¿O en el que quisieran neutralizar su fanatismo por determinado equipo de fútbol? Aunque parezca extraño, hay talleres que pretenden revertir la homosexualidad. Rechazan la diversidad en la orientación sexual considerándola un pecado en lugar de una elección y un derecho individual.
Esta iniciativa de grupos cercanos a sectores evangélicos fue denunciada por la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (FALGBT) a través de un comunicado en el que sostienen que la realización de estos talleres implica un avance preocupante de prácticas contrarias a la ley. Del mismo modo se pronunció el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), delegación Misiones, a raíz de una charla dictada en la ciudad de Oberá por dos pastores evangélicos pertenecientes al ministerio «Restauración Sexual», que contó con el auspicio de la municipalidad. El INADI expresó su preocupación porque «en plena validez de la ley de Matrimonio Igualitario y de Identidad de Género, se sigan instalando cuestionamientos que violentan el principio de libertad y respeto vigente para con el conjunto de las diversidades». Los organizadores aseguraron que la disertación no tendría ninguna relación con la temática de la homosexualidad, sino que se proponían, como después ocurrió efectivamente, brindar información sobre una campaña contra el abuso infantil. Sin embargo, en muchos de los documentos del ministerio Restauración Sexual pueden encontrarse afirmaciones que demonizan la sexualidad, plantean la inmoralidad de muchas conductas saludables y dan consejos para «dejar la masturbación» o «liberarse de la adicción a la pornografía». «El diablo usa la sexualidad como una de sus armas más poderosas –aseguran–. Él quiere hacer que los puros se sientan impuros, con la esperanza de que también actúen de manera impura».
Se trata de un discurso común a numerosas agrupaciones evangelistas formadas por personas cuyas vidas están regidas por la Biblia y que consideran la homosexualidad como una «conducta aprendida» ocasionada por conflictos familiares y personales de la niñez. Esteban Paulón, presidente de la FALGBT, sostiene que estos grupos vinculan temas tan distintos entre sí como la homosexualidad, la transexualidad, el abuso infantil y la violencia sexual como si hubiera una relación causal entre abuso sexual y orientación sexual o identidad de género.
«Intentan darles tratamiento como patologías, problemas de salud que son tratables, curables, reversibles. Los cursos son charlas donde se insta a las personas a modificar sus prácticas sexuales desde un punto de vista de la culpa o bien de “etapas de la vida” que pueden ser superadas. También se incorporan perspectivas desde el pecado, sobre todo poniendo el acento en cuestiones religiosas», explica.
Los talleres están dirigidos a personas vulnerables desde el punto de vista psicológico, porque sienten que no forman parte de una supuesta normalidad. Algunos asisten como consecuencia de la falta de información, la ignorancia y la desesperación. El sentimiento de que no encajan en la sociedad y la ilusión de que estos seminarios ofrecen una inserción social sin discriminación son un fuerte impulso para iniciarse, pero también hay casos de jóvenes y adolescentes que son obligados a participar por sus padres.
Se autodenominan centros de restauración sexual y emocional y se jactan de «ayudar» a renunciar a la homosexualidad. Una de las últimas denuncias emitidas por parte de la FALGBT fue dirigida hacia el grupo Placeres Perfectos, perteneciente al Ministerio Restauración Sexual, que está realizando una campaña por la prevención del abuso sexual. La charla que despertó la polémica en Misiones formaba parte de esa campaña.
En el sitio web de Placeres Perfectos queda clara la postura del grupo: «Para una sociedad postcristiana y con relativismo moral, está bien que el placer determine el comportamiento, pero para quienes creemos en la Biblia como una verdad de valor absoluto, es inadmisible un comportamiento homosexual aun cuando haya mayor placer, de ahí que la renuncia no debe ser sólo a las prácticas homosexuales sino al placer asociado a todo pensamiento o fantasía homosexual».
Sin embargo, la coordinadora de Placeres Perfectos, Marisa Schild, asegura desconocer en qué consisten los cursos denunciados por la FALGBT y sostiene que la homosexualidad no es algo que deba tratarse ni curarse ya que se trata de una decisión respecto de la forma de administrar la propia sexualidad y no de una enfermedad.
«Nosotros no dictamos cursos para personas con comportamiento homosexual sino que son talleres de capacitación y formación de educadores sexuales, para todas las personas sin discriminación por su orientación o identidad», aclara. Los cursos se dictan a distancia y no tienen un tiempo de duración preestablecido. La persona lee, completa los ejercicios y luego envía un examen que puede ser realizado a libro abierto.
Por otra parte, Schild señala que sí creen que la homosexualidad es una práctica que puede ser abandonada si la persona no está de acuerdo con ella pero, en caso contrario, asegura que no hay motivo para realizar un curso. «Creemos que Dios regaló a cada ser humano la libertad de elegir en todas las áreas de su vida. Respetamos absolutamente esas decisiones, de lo contrario iríamos en contra de lo que Dios mismo hizo. Por eso entendemos que todo ser humano debe ser respetado independientemente de las decisiones que toma en su vida, cuando piense que la homosexualidad es algo bueno y cuando piense que la homosexualidad es un pecado. Lo mismo que para cualquier otro tipo de pecado».
En  agosto del año pasado la FALGBT ya había denunciado la realización de un curso llevado a cabo en la ciudad de Paraná, Entre Ríos. Fue organizado por el movimiento religioso Desert Stream y si bien no pudo ser suspendido, se realizó bajo el control de un  veedor del INADI que corroboró que no se introdujeran cuestiones médicas, terapias reparativas o acciones violentas sobre los participantes. Si bien hace tiempo que se están llevando a cabo en nuestro país estos talleres, recién se han visibilizado en los últimos años, sobre todo a partir de la ley de Matrimonio Igualitario, la de Identidad de Género y la de Salud Mental.
Para ese entonces el INADI también manifestó su preocupación por la realización del taller a través de un comunicado en el que hicieron un llamado a los líderes religiosos para que fueran coherentes con los principios y derechos de respeto a la vida, a la igualdad, a la dignidad y a la diversidad y que se abstuvieran de promover la discriminación a la comunidad LGBT en nombre de sus creencias personales.

 

Fuera de la ley
Leonardo Gorbacz, ex diputado y uno de los autores de la ley de Salud Mental, explica que, según esta norma, nadie puede ofrecer tratamientos en salud mental para curar algo que no debe ser considerado como una enfermedad. «El enfoque que se plantea en relación con la salud mental no tiene nada que ver con una clasificación objetiva de conductas sanas o enfermas ni con ninguna definición de normalidad o anormalidad, sino con considerar el padecimiento que cada persona puede sufrir subjetivamente. Las religiones pueden definir como actos pecaminosos lo que quieran; lo que no pueden hacer es consideraciones sanitarias en base a eso, ni mucho menos ofertas terapéuticas», aclara.
Gorbacz explica que un curso que se ofrezca en términos de cura o terapia, de manera directa o indirecta, está fuera de la ley y que la autoridad sanitaria de cada jurisdicción puede basarse en la ley de Salud Mental para prohibir ese tipo de ofertas, de la misma manera que prohíbe el ejercicio ilegal de cualquier profesión, o la propuesta de tratamientos que no parten de bases científicas.

 

Los efectos
Las consecuencias psicológicas pueden ser muy graves ya que para alcanzar la supuesta restauración se genera y potencia un sentimiento de culpa y se trabaja sobre la victimización y la vergüenza. Paulón asegura que se instala fuertemente la idea de que esa sexualidad es errada, es enferma, es vergonzante, no debe mostrarse. Y una persona que recibe todo tipo de mensajes negativos pero sigue sintiendo profundamente una orientación sexual determinada, no puede más que vivirlo con angustia, depresión e incluso en casos graves, con fantasías o intentos de suicidio.
Eduardo Arnedo, psicoterapeuta especialista en sexología clínica y educación sexual también mantiene una postura firme contra este tipo de prácticas. «Es un despropósito,  un hecho iatrogénico que incluso podríamos incluir dentro de la mala praxis», señala.
Arnedo explica que la mayoría de estas personas, independientemente de si son varones o mujeres, no asisten a terapia preocupados por modificar su orientación sexual, sino más bien, por el cómo pueden mejorar su autoestima, autonomía, armonía y paz mental en una sociedad aún homofóbica. «Si fuese posible modificar la orientación sexual homosexual, así como dar vuelta una media, también sería posible modificar la heterosexualidad», concluye.
Por otro lado, la psicóloga y sexóloga Isabel Boschi señala que este tipo de terapias les hacen daño a los individuos porque juegan a transformarse en lo que no son para dar el gusto a sus familias, que poseen en general valores autoritarios, conservadores y que tienen más interés en la crítica a las conductas sexuales diversas que en la felicidad de sus hijos gays.
«Como terapeuta me aterra que haya colegas o improvisados que adoctrinen con ideas no demostradas a quienes se sienten en pecado por su orientación sexual gay. Quienes acuden voluntariamente a esos cursos deberían ser apoyados para el esclarecimiento libre de su orientación sexual y el terapeuta debería prescindir de presionarlo dirigiéndolo ya hacia la homosexualidad o hacia la heterosexualidad», sostiene.
Vale recordar que ya en 1974 la Asociación Americana de Psiquiatría retiró a la homosexualidad de la lista de las enfermedades mentales y al año siguiente recomendó a todos los profesionales de la salud mental renunciar a sus prejuicios homofóbicos. Además en 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) también excluyó a la homosexualidad de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud.
La Argentina es pionera en este sentido, ya que la ley de Salud Mental, Nº 26.657, prohíbe en su artículo tercero cualquier diagnóstico basado en la orientación sexual o la identidad de género, y la Ley Nº 26.743, de Identidad de Género, garantiza el reconocimiento de la identidad de las personas transexuales sin necesidad de diagnóstico médico alguno.
El hecho de haber conseguido la derogación completa de la legislación que criminaliza a la homosexualidad ha sido un logro fundamental en la lucha del movimiento LGBT. En los últimos años, tanto el Estado como los ciudadanos se han hecho eco de las demandas de la comunidad LGBT, empezando a revertir así una historia cargada de injusticias. Las leyes de matrimonio igualitario y de identidad de género son ejemplos de un proceso que sigue generando cambios, pero también resistencias.

—María Laura Abeijón Sarquís

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