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(Pablo Blasberg)

El planeta está enojado, muy enojado… cabreado. Debe haber algo que los tripulantes de la nave espacial Tierra debimos haber hecho y/o estamos haciendo mal, razón por la cual el planeta está fastidiado y nos sacude con terremotos, huracanes, inundaciones y cuanto desastre pueda zarandearnos. Posiblemente sea a causa de esa costumbre muy humana de abarrotar la atmosfera con monóxido de carbono para que algunas empresas ganen mucha plata. Puede ser. Aunque Trump lo niegue y piense que nada se puede recalentar en el mundo sin su permiso expreso y el de su gobierno.
Pero el hecho es que pese a los lamentos de los fabricantes de sobretodos, la temperatura aumenta. (No tanto como aumenta el precio de la comida en nuestro país, pero aumenta).
Y si a estas calamidades varias les agregamos la violencia cotidiana, el terrorismo capaz de reventarnos si estamos de vacaciones o de alguien que alquile una habitación de un hotel en Las Vegas, no para tomar champagne con una señorita, sino para sacar una bruta ametralladora y practicar tiro al blanco contra una muchedumbre en un festival de música country al aire libre, veremos que estamos al horno.
Por estas cuestiones hay personas, entre ellas yo, que creemos, firmemente, que el ser humano es un error en la cadena de la evolución. Hasta el mono venía todo joya, pero cuando apareció el Homo sapiens que lo primero que hizo fue liquidar a los pocos neandertales con los que compartía el globo, comenzaron los problemas: guerras, hambrunas, violencia, persecuciones; por cada obra de arte que hacía algún creativo, venían cien energúmenos y la dinamitaban.
Por eso afirmo que somos un error. Nadie en su sano juicio puede destruir el planeta sobre el que está viviendo. Nadie que no tenga mucha mala leche puede ignorar lo que sucede; hablarnos todo el día de los ciclones del Caribe, allá lejos, y ocultar que media provincia de Buenos Aires, aquí cerca, está bajo el agua. Insisto, somos un error que, seguramente, la propia naturaleza, en algún momento, se encargará de remediar.
Mientras tanto deberemos aguantarnos la canícula, las desigualdades, las maldades, las mentiras de la posverdad, los infiltrados, las manipulaciones, las censuras, los paraísos fiscales, la pobreza, las enfermedades, las democracias de baja intensidad… y la termino aquí porque las elecciones recién terminaron y los muchachos ya comenzaron con la campaña para el 2019, que dicen que es la que vale.

 

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