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Escalada argentina

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La disciplina logró resurgir en los Juegos Panamericanos tras 12 años sin logros, gracias al buen rendimiento de jóvenes atletas y nuevos métodos de trabajo a cargo de un reconocido entrenador.

 

Medallas. Grabich, una de las figuras de la delegación nacional, obtuvo una presea de oro y otra de plata en dos especialidades. (Télam)

En la primera de sus 5 reglas para el entrenamiento de la natación, el australiano Bill Sweetenham sostiene que la prioridad es ejecutar los movimientos correctamente y de forma lenta para, una vez adquiridos, aumentar la velocidad. Perfeccionar la técnica y acelerar. «Si un nadador –explica Sweetenham– no nada eficientemente a baja velocidad no lo podrá hacer cuando nade a mayor velocidad». Esa regla, y otras como las de «sentir el agua», empujar primero con los dedos, mantener la cabeza baja y la cola alta para minimizar la resistencia y tener la espalda plana para maximizar la fuerza, las publicó en Championship Swim Training (2003), un libro escrito en coautoría con su colega canadiense John Atkinson, con quien desarrolló trabajos y programas para el entrenamiento de la natación de alta competencia.
En el método de Sweetenham está la clave para el resurgimiento que la natación argentina mostró en los Juegos Panamericanos de Toronto, donde se consiguieron 3 medallas: una de oro, la que se llevó Federico Grabich en los 100 metros libre, y 2 plateadas, con Grabich en los 200 metros libre y Santiago Grassi en los 100 metros mariposa. Los dos santafesinos (Grabich, de 25 años, es de Casilda, y Grassi, de 18, es de la capital) fueron de lo más destacado en Canadá.
El oro de Grabich significó el regreso de la Argentina a lo más alto del podio panamericano después de 12 años. El último nadador en conseguir una medalla dorada había sido el cordobés José Meolans en Santo Domingo 2003. Además de Grabich y Meolans, solo otro varón argentino se colgó el oro en Panamericanos compitiendo en la piscina: Héctor Domínguez Nimo, con 2 medallas en los 200 metros pecho durante Buenos Aires 1951 y otra en México 1955. El dato dimensiona el logro de Grabich, que el año que viene competirá en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Por otra parte, Grabich se convirtió en el primer medallista argentino (bronce) en una prueba en pileta olímpica de un mundial de natación. De la misma manera, si se pone en un plano histórico, tampoco es menor lo que se trajo Grassi, que también sacó pasaje para Río. Hasta Toronto, con su plata, solo había dos medallistas argentinos en la especialidad mariposa: Meolans (segundo puesto en 2003) y Luis Alberto Nicolao (bronce en Winnipeg 1967).

 

Otra conducción
Grabich y Grassi son parte de un equipo que desde hace 2 años cuenta con el aporte de Sweetenham, un entrenador al que suelen caracterizar como duro y polémico por su forma estricta de trabajar. En 2013, el australiano llegó a Buenos Aires para visitar a los nadadores argentinos en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CENARD) y entregar un diagnóstico sobre la situación de la disciplina en el país y sus perspectivas de desarrollo. «La natación argentina puede esperar, sin ninguna duda, importantes mejoras en su rendimiento en los próximos años», dijo Sweetenham en aquel momento. La iniciativa para su incorporación la tomó el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD), creado en 2008 y conducido en sociedad por el Comité Olímpico Argentino y la Secretaria de Deporte de la Nación.
Sweetenham se sumó a trabajar con el equipo de natación y cambió la forma de entrenamiento, con trabajos más especificos de periodización de movimientos: nadar menos metros pero con mejor calidad. «Él es una de las claves de esta nueva etapa», le dijo Grabich a la agencia española EFE después de recibirse como el máximo velocista de Toronto. «No sé si es más duro, pero sin duda es más específico y personalizado», agregó el nadador.
El formador australiano es una eminencia de la natación. Se lo considera uno de los máximos expertos del mundo. Fue el responsable del equipo de natación de su país hasta 2001. Tuvo bajo su ala, por ejemplo, a Ian Thorpe, ganador de 5 medallas doradas en Juegos Olímpicos y 11 oros en campeonatos mundiales. En la Argentina conduce a un equipo de entrenadores conformado por Gustavo Roldán, Federico Rossi, Mónica Gherardi y Roberto Ortiz. El australiano seguirá con el trabajo, al menos, hasta Río 2016, acaso el Everest para la natación argentina en su escalada.

Alejandro Wall

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