Europa envuelta en el conflicto de Ucrania

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Los mandatarios de Alemania, Francia, Rusia y Ucrania aceleraron un acuerdo de cese del fuego en el este de ese país ante la amenaza de Barack Obama de armar a Kiev. Pero la tregua es muy frágil.

 

Extensa. La reunión entre Putin, Hollande, Merkel y Poroshenko se extendió por 16 horas en Minsk, la capital de Belarús. (AFP/Dachary)

El cese del fuego entre el gobierno central de Ucrania y los rebeldes prorrusos del este del país no fue acordado de manera fácil ni convincente para las partes. Uno de los puntos flojos del pacto que alcanzó a mediados de febrero el denominado «cuarteto de Normandía» fue no definir con exactitud la situación del nudo ferroviario de Debáltsevo, crucial para las áreas rebeldes de Donetsk y Lugansk, y que estaba cercado por los milicianos que responden a Kiev. Justamente ese punto parece haber sido el detonante para romper el frágil cese del fuego acordado en la capital de Belarús en la madrugada europea del 13 de febrero por los mandatarios de Francia, Alemania, Rusia y Ucrania, que fueron bautizados de ese modo por la reunión que mantuvieron en la región francesa de Normandía en junio pasado, al conmemorarse el aniversario del desembarco aliado de 1944.
Ambos bandos parecen haber aceptado el acuerdo a regañadientes. Los separatistas, que participaron en negociaciones paralelas pero no se sentaron a la mesa chica, advirtieron al gobierno que debía abstenerse de cualquier provocación y amenazaron con una revancha. En Kiev los gestos también fueron marciales. El presidente Petro Poroshenko anunció la tregua de un modo muy demostrativo: en uniforme militar, a pesar de que es un empresario de la industria de la golosina.

 

Última oportunidad
«Es la última oportunidad para el proceso de paz», dijo Poroshenko, y aseguró que quería sacarle provecho. Sin embargo, poco antes había amenazado con imponer la ley marcial en caso de que fracasara la tregua. De ser así, el conflicto podría agudizarse aceleradamente. Poroshenko podría endurecer la situación al máximo; Estados Unidos podría llegar a suministrar armas al gobierno pro-occidental de Kiev y existe la posibilidad de que Rusia entre con tropas oficiales en el conflicto, algo que hasta ahora la Unión Europea y Washington le imputan pero no es un hecho comprobado.
La tregua estaba pactada para comenzar en el primer minuto del domingo 15. Pero desde la cumbre de Minsk se registraron 83 muertos en ambos bandos debido a los continuos combates, que no cesaron. El 17, cuando se venía cumpliendo el cese del fuego (aunque con 5 muertos) y estaba acordado que tanto las tropas regulares como los rebeldes retiraran el armamento pesado, los militantes separatistas informaron que se habían hecho con el control casi total del estratégico enclave de Debáltsevo, luego de fuertes combates. El portavoz rebelde Eduard Bassurin estimaba que los combates dejaron «muchos muertos» y que las tropas prorrusas habían tomado a más de 300 soldados de Kiev como prisioneros. En tanto, el vocero del Ministerio de Defensa ucraniano, Anatoliy Stelmaj, aseguraba que «los combates callejeros continúan» en Debáltsevo y que «las unidades fieles al Gobierno se están reagrupando para intentar frenar a los rebeldes, quienes emplearon artillería y tanques».

 

Armas letales
Ese mismo día, el presidente ruso Vladimir Putin acusó a Estados Unidos de estar «proporcionando armas letales» a Kiev para combatir a los rebeldes. Hasta donde se sabe, Washington estaba facilitando a Ucrania armamento defensivo, como chalecos antibalas, suministros médicos y armas de puño. Antes de la cumbre de Minsk, el presidente Barack Obama y su jefe de la diplomacia, John Kerry, insistían en proveer de armas letales a Kiev. La intención era fuertemente descartada por Alemania y Francia, tal es así que el 5 de febrero Merkel y Hollande realizaron un viaje sorpresivo y relámpago a Kiev y Moscú para pedirle calma a Poroshenko y solicitado a Putin que utilizara su influencia con los rebeldes. Hollande fue claro al advertir que «cada día en la frontera este de Europa mueren decenas de civiles. En pocos meses pasamos de un conflicto a la guerra. Hay dos opciones: o entramos en la lógica de armar a los ucranianos, como hacen los rusos con los separatistas, o potenciamos la opción de la diplomacia y la negociación. Estamos ante una guerra que puede ser total». El mandatario galo fue claro al señalar a Estados Unidos sin nombrarlo. «Francia no está en guerra en Ucrania y no quiere estarlo. Quiere evitar la guerra y no entra en la lógica del suministro de armas.» Lo contradictorio es que al mismo tiempo que el eje franco-germano viajaba al este de Europa para poner paños fríos, el secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, estaba en Kiev para tratar el envío de armamento. «Es una prueba más del respaldo de Estados Unidos a Ucrania», señalaba en aquel momento el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ucraniano, Yevgueni Perebiinis.

Convenio. Parte del acuerdo consistía
en el retiro de armamento pesado
del frente. (AFP/Dachary)

Pero los esfuerzos de Merkel no se detuvieron allí. Días después viajó a Washington a tratar el tema cara a cara con Obama para evitar un conflicto bélico a gran escala a tan pocos kilómetros de Alemania. La canciller le recordó a Obama que «no hay solución militar para Ucrania», un mensaje claramente encaminado a disuadirlo de armar a las tropas ucranianas, una opción que Obama contempla como un recurso más «para disuadir al señor Putin» y que París y Berlín perciben como un inquietante paso más en la escalada. Europa no quiere convertirse de nuevo en el escenario de la lucha indirecta entre Estados Unidos y Rusia como en los años de la Guerra Fría.

 

Presiones
Aunque Obama mostró su respaldo a la iniciativa diplomática que se desarrolló después en Minsk, presidente norteamericano nunca dejó de evaluar otras opciones con las que hacer frente a lo que califica como «agresión de Rusia en Ucrania». Figuras destacadas como el republicano John McCain, presidente del Comité para las Fuerzas Armadas del Senado, reclaman que la administración Obama endurezca su respuesta porque «Putin no quiere una solución diplomática». Presionado por voces como la de quien fue su rival en la carrera hacia la Casa Blanca y por los avances sobre el terreno de los rebeldes, el presidente consideró junto con Merkel que «Rusia ha desplegado una extraordinaria potencia militar» y, con la vista puesta en la cita de Minsk, advirtió que, aunque Washington sigue buscando un arreglo político, «si la diplomacia falla, mi equipo y yo sopesaremos todas las opciones y las armas defensivas letales son una de ellas».
Precisamente, cuando el cese del fuego parece haber fracasado con la ocupación de Debáltsevo y las declaraciones belicosas de Kiev, McCain y otro influyente senador acusaron a Merkel y Hollande de estar siendo complacientes con Rusia con el apoyo de Obama. «La canciller alemana y el presidente francés legitiman con el apoyo del presidente estadounidense por primera vez en siete décadas la división de una nación soberana en Europa», sostuvieron los republicanos y agregaron que es «imperdonable insistir con un cese del fuego fracasado, mientras Rusia y sus “agentes” –en referencia a los separatistas ucranianos– recrudecen los combates en las regiones de Donetsk y Lugansk». Los senadores republicanos reclamaron una vez más que se suministren armas a Ucrania y que se apliquen sanciones adicionales a Rusia.
Estados Unidos reniega de que Europa lo haya dejado fuera de las negociaciones diplomáticas tanto como del tratamiento multilateral de la guerra civil ucraniana, desconoce los intereses de cada una de las potencias involucradas y además envalentona a Kiev. Así, el acuerdo del «cuarteto de Normandía» en Minsk no daría la impresión de tener mucho futuro y es probable que la guerra escale, con la posibilidad de que rusos y estadounidenses choquen en el campo de batalla a más de 30 años de uno de los momentos más delicados de la relación entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética. Y el mundo sabe lo que eso significa.

Luis Faraoni

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