Evo en carrera

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El líder aymara anunció que se presentará a las primarias en busca de un cuarto mandato. Sin embargo, su desgaste en la gestión y otras dificultades políticas abren interrogantes de cara a su gran desafío: defender las transformaciones de su gobierno.


Campaña. Morales recibe un poncho indígena en la localidad de Achocalla, en La Paz, durante la inauguración de la Casa del Pueblo. (ZARCO/ BOLIVIAN PRESIDENCY / AFP/DACHARY)

Es el presidente con más antigüedad en el cargo de toda la región. Y quiere seguir siéndolo. Antes que nadie, Evo Morales anunció que se presentará a las elecciones de 2019 para acceder a su cuarto mandato consecutivo y profundizar las reformas sociales emprendidas durante su gestión. Pero no la tendrá nada fácil: tras 12 años de gobierno, deberá lidiar con el desgaste natural de su imagen y la tenaz campaña de la oposición que rechaza su candidatura.  
«Iré a las primarias por decisión del pueblo», lanzó Morales en una entrevista al diario boliviano El Deber. Así se refirió a las elecciones internas del 27 de enero, en las que seguramente será el único candidato de su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), y que servirán para definir a los postulantes de cada fuerza política. Luego vendrán los comicios generales, en los que el presidente buscará extender su estancia en el Palacio Quemado –la casa de gobierno local– hasta 2025.
Sería algo inédito para Bolivia. Hasta la llegada al poder de Morales, el país estaba habituado a la inestabilidad política, con un récord que ni siquiera superó la Argentina. En el caso de la nación andina, fueron seis presidentes en 48 horas, entre el 4 y el 6 de octubre de 1970. Desde entonces y hasta 2006, se sucedieron dictaduras y gobiernos neoliberales.
Siempre prestas a la manipulación política y mediática, las encuestas marcan, sin embargo, un panorama complejo para el oficialismo. Según Ipsos, Morales cuenta con un 29% de intención de voto, muy por debajo de los números que el mandatario supo cosechar en las últimas tres elecciones presidenciales, cuando alcanzó en dos de ellas más del 60%. En segundo lugar, asoma el opositor y expresidente Carlos Mesa, con un 27%, señalado por el oficialismo como «vocero de la derecha». Al cierre de esta edición, Mesa no había oficializado su candidatura ni contaba con una plataforma política propia.
Distintos analistas coinciden en que la caída en la intención de voto de Morales está vinculada con el desgaste de su figura. Un hito en ese proceso fue el referendo de 2016, en el que más de la mitad de los bolivianos rechazó una eventual candidatura del presidente para las elecciones de 2019, lo que constituyó su primera gran derrota. Aunque en ese entonces aseguró que acataría los resultados de la consulta, un año después se desdijo y presentó un recurso ante la Justicia para poder postularse.

Frente a frente
Desde Santa Cruz, el analista político Gustavo Pedraza consideró que Morales entró en una «crisis de legitimidad» tras la consulta popular de 2016. «Hay un grave desgaste de la imagen de Evo. No respetar los resultados del referendo le quitó credibilidad. Incluso gente que lo apoyó en ese momento ahora ya no lo hace», afirmó en diálogo con Acción.
Otra cuestión que complica el horizonte del oficialismo es el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que rechazó el reclamo del gobierno para lograr una salida al océano Pacífico (ver recuadro). «Esta derrota incide también en la imagen del presidente. Es una frustración para el pueblo boliviano y Evo absorbe ese costo», opinó Pedraza. Además de las dificultades políticas, el presidente también deberá esperar la decisión del Tribunal Supremo Electoral, que el próximo 8 de diciembre resolverá si habilita o no su candidatura de modo definitivo.
Sin embargo, esas dificultades dentro del oficialismo no implican una victoria segura de la oposición. Como señaló Karina Herrera, docente universitaria y analista política boliviana, la derecha tiene enormes problemas para presentar una alianza sólida que le haga frente al actual mandatario. «La oposición –explicó– siempre ha actuado de manera dispersa, bajo una sola consigna: “No a Evo”. Pero no cuenta con una propuesta organizada ni con líderes que puedan enfrentar el fuerte carisma del presidente».
Por otro lado, Morales cuenta todavía con una importante base de apoyo social producto de las políticas de redistribución de la riqueza emprendidas durante su gestión. Sin ir más lejos, apenas lanzó su candidatura, la Central Obrera Boliviana (COB), que representa a los trabajadores de todo el país, manifestó su apoyo al mandatario. «Sabemos quién es nuestro candidato, el compañero Evo Morales, el único que puede consolidar los objetivos trazados», dijo el secretario ejecutivo de la COB, Juan Carlos Huarachi.
Fanático del fútbol, Morales sabe que tiene por delante uno de los partidos más difíciles de su carrera política. Será momento de poner en juego las conquistas sociales de su gobierno, que convirtió a Bolivia en un Estado Plurinacional para representar a todos aquellos que, como el propio presidente, habían crecido en el desamparo y la indiferencia. Del otro lado de la cancha, se encuentra una oposición desarticulada, apenas unida por el rechazo al líder aymara, pero sin un proyecto claro y atractivo para la población. En ese escenario se disputará una verdadera final entre dos modelos de país.

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