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Ferreterías

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La atomización de sus participantes y la amenaza de las grandes cadenas produjeron cambios en el sector. Debates por la administración del comercio exterior.

Tornillos. La producción del sector comprende firmas metalúrgicas nacionales. (Ricardo Echaniz)

La ferretería de barrio es parte esencial de los quehaceres domésticos y un importante aporte para talleres y pequeñas fábricas. El sector ferretero está compuesto en gran medida por pequeñas y medianas empresas de carácter familiar que cubren una enorme variedad de rubros. La actividad mueve alrededor de 4.800 millones de pesos al año, según cifras de la Cámara de Ferreterías y Afines de la República Argentina (CAFARA). A partir de la devaluación de 2002, el sector de fabricantes de bienes de capital logró tasas de crecimiento anual de dos dígitos en todas sus variables, muy superiores al promedio de la industria manufacturera, señalan desde la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA). Fabricantes y comerciantes debieron reconvertir sus negocios a partir de una oferta más personalizada, para adaptarse a nuevas condiciones, como la aparición de grandes cadenas de distribución.
La actividad se enmarca en el rubro bienes de capital y constituye un eslabón fundamental en el entramado productivo, no sólo por su complejidad tecnológica y alto contenido de valor agregado, sino también por su articulación con diversos sectores industriales. El sector ferretero está conformado por 1.300 fábricas en todo el país, 100 importadores, 600 distribuidores mayoristas y más de 20.000 comercios (entre ferreterías y derivados), y genera unas 50.000 fuentes de trabajo en economías regionales y barriales. La producción de máquinas y herramientas para trabajar metales asciende a cerca de 1.750 toneladas, un 71,7% por encima de los registros post devaluación 2001-2002, pero aún un 55,9% por debajo de los 90. En el caso de herramientas para maderas, la mejora desde la crisis fue de 55,1%, mientras que respecto a los 90 es 48,9% inferior, según información del Ministerio de Industria.
De acuerdo con datos del INDEC, en marzo último, la industria metalmecánica –excluida la automotriz– creció 4,9% respecto del mes anterior, un 3,4% interanual, mientras que el acumulado del primer trimestre cerró con una caída de 2,5%. El valor de las importaciones fue 4% menor que en igual mes de 2013, debido a la baja de cantidades (-7%), mientras que los precios aumentaron 3%. Los rubros que registraron las principales bajas fueron piezas y accesorios para bienes de capital, bienes de consumo y bienes de capital. En el sector denuncian que los fabricantes e importadores incrementaron hasta 50% sus precios tras la devaluación de la moneda en enero último.
De acuerdo con datos de distintas cámaras que integran la actividad –la de Fabricantes de Herrajes y Afines (CADEFHA), la de la Máquina Herramienta y Tecnologías para la Producción (CARMAHE) y la de Empresarios Pintores y de Restauraciones Afines de la República Argentina (CEPRARA)– el sector suele ser terreno de innovaciones y desarrollos continuos. El 93% de las empresas invierte en equipamiento y tecnología, mientras que el 87% lo hace en investigación y desarrollo, destinando un promedio de entre 7% y 5% de sus presupuestos, respectivamente. Muchas empresas sintieron la necesidad de hacer hincapié en la atención personalizada al sentirse amenazadas por las «grandes superficies» (tiendas como las chilenas Easy, de Cencosud, o Sodimac, de Falabella). Estas grandes cadenas compran sus productos en el exterior en abultados volúmenes, mientras que la pequeña ferretería o los supermercados compran a pequeñas y medianas empresas nacionales a través de grupos.
La producción ferretera, que abarca firmas metalúrgicas y de productos químicos y plásticos entre muchas otras, auxilia en avatares domésticos, pero también a nivel industrial e incluso es proveedora de la construcción. «Una gran parte de los productos del sector, por su nivel tecnológico o por su enorme inversión, no está al alcance de la producción nacional, lo que hace que inevitablemente estos productos sean importados, sin que por esto se detenga el normal funcionamiento y crecimiento de las empresas», señala el presidente de CAFARA, Juan Carlos Mariño. Este tema generó rispideces entre las distintas etapas de producción. La Cámara solicitó un régimen de importación de partes y piezas a arancel cero para el ensamble y máquinas de países del Mercosur. Lo cierto es que la actividad avanzó en los últimos años, impulsada por el régimen de Licencias no Automáticas de Importación (LNA), implementadas por el Gobierno en 2011. Muchas pequeñas empresas reflotaron y varios importadores reconvirtieron sus negocios o buscaron una salida exportadora.

 

Vuelta de tuerca
En la última feria del sector, el año pasado, se registró una fuerte presencia de empresas de distintas provincias. Las entrerrianas de pinturas Nogopaint y Sorbalok; la de pisos Thin Compact Argentina; la de premoldeados de yeso para la construcción Tauroc; junto con la firma de desarrollo de soluciones informáticas orientadas a corralones y ferreterías Etso, mostraron su oferta.
A principios de este año en la ciudad de La Plata, tuvo lugar una nueva reunión de la Mesa Coordinadora Nacional Ferretera (MECONAFE) y la Cámara Argentina de Fabricantes de Ferreterías y Prestadores de Servicios Afines (CAFFYPSA), en la que se analizó un tema candente: el comportamiento de los precios, con subas aleatorias y dispares de distintos productores, fabricantes y distribuidores tras la devaluación de enero pasado. Estas variaciones vinieron de la mano de los formadores de precios del sector, que alteraron significativamente sus valores de venta, modalidades comerciales y formas de pago, provocando una alteración final de precios sin correlación con los factores de devaluación y variación de costos internacionales de los insumos.
Tras el debate se arribó a un compromiso –entre proveedores y ferreteros– de retrotraer la situación a la fecha previa al ajuste del dólar –enero–, con los mínimos cambios posibles. La estrategia para un crecimiento de la actividad plantea la necesidad de fomentar una política macroeconómica favorable para la actividad industrial, promover una legislación positiva para las pymes del sector y una articulación efectiva con el sistema científico-tecnológico.

Cristian Carrillo

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