Sin experiencia política, la llegada del joven actor Volodímir Zelenski a la presidencia genera interrogantes debido a su difuso programa para combatir la crisis económica y dar respuesta al conflico bélico en el este del país. La estrategia del show.
9 de mayo de 2019

Kiev. En su búnker, el líder de Servidor del Pueblo festeja junto a sus colaboradores los resultados de la segunda vuelta, a fines de abril. (SAVILOV/AFP/DACHARY)
V asil Holoborodko es un honesto y humilde profesor de escuela secundaria que se enerva cada vez que habla sobre la corrupción existente en su país. Un día, sus alumnos, impresionados por la solidez de los discursos del docente, deciden filmarlo y viralizar el video a través de YouTube. Poco después ocurre lo inimaginable: el hombre se vuelve una estrella política que, casi sin darse cuenta, gana las elecciones y se convierte en el nuevo presidente de Ucrania.
Aunque parezca increíble, lo que durante 51 capítulos y tres temporadas fue pura ficción, en abril se hizo realidad: el actor cómico Volodímir Zelenski, que interpretó al profesor Holoborodko, arrasó en la segunda vuelta y se transformó en el nuevo mandatario ucraniano. Casualmente, y al igual que el personaje televisivo, lo hizo sin tener ninguna experiencia política previa y gracias a una maratónica campaña de cuatro meses centrada en la lucha contra la corrupción. El partido con el que participó en los comicios llevó el mismo nombre que su serie: Servidor del pueblo.
Zelenski, de 41 años, obtuvo el 73% de los votos en el balotaje y así aplastó a su contrincante, el presidente saliente y magnate multimillonario Petro Poroshenko. Ambos protagonizaron una campaña que fue un verdadero show: hubo memes, fake news para todos los gustos e incluso un análisis de drogas y alcohol en vivo de cada candidato. El tradicional debate no ocurrió en un estudio televisivo, sino en el imponente estadio olímpico de Kiev, ante más de 60.000 personas que, como en un partido de fútbol, aplaudían o abucheaban las intervenciones de cada uno. Sí, la política del espectáculo en su máxima expresión.
Fenómeno mundial
«No sé gran cosa (de política), es verdad. Pero me parezco a los ciudadanos», se sinceró Zelenski durante ese debate. De manera estratégica, el comediante apuntaló durante la campaña su imagen de «outsider», al mejor estilo Donald Trump, para diferenciarse del establishment y de los viejos dirigentes. Contra el anquilosado eslogan «Ejército, lengua y religión» de Poroshenko, el comediante apeló a mensajes cortos y al humor a través de Instagram y Facebook, evitando los actos y las entrevistas. Así se ganó el apoyo en segunda vuelta de la mayoría de los ucranianos, hartos de partidos tradicionales que no mejoran sus condiciones de vida.
Efectivamente, la llegada al poder de Zelenski es consecuencia de un fenómeno mundial que pone en jaque a los políticos profesionales. En Ucrania, fue un castigo directo a la pobre gestión de Poroshenko, que como presidente prometió transparencia, crecimiento económico y paz. Después de un lustro, deja el cargo acusado por corrupción, en el contexto de una fenomenal crisis económica con alta inflación y devaluación, y sin haber resuelto el conflicto en el este del país, que produjo 13.000 muertos en 6 años. Ni siquiera concretó su promesa de vender Roshen, la multinacional de chocolates con la que se convirtió en uno de los hombres más ricos de Ucrania. «Yo soy el resultado de sus errores», resumió Zelenski.
Horizonte incierto
Sin embargo, tampoco está muy claro qué es lo que hará el presidente electo para hacer frente a la «pesada herencia» que recibe. Durante la campaña hizo mucho énfasis en la lucha contra la corrupción, pero no dio precisiones sobre las políticas que implementará. Apenas se limitó a mostrar un perfil pro-occidental, evidenciado en la voluntad de integrarse a la Unión Europea (UE) y a la OTAN, en oposición a un acercamiento con el presidente ruso Vladimir Putin (ver recuadro).
Al igual que sus antecesores, aseguró que pondrá fin a la guerra entre el Ejército y las milicias prorrusas del este. También dijo que admiraba a Emmanuel Macron, a Jair Bolsonaro y a Ronald Reagan, un listado de referentes políticos con disímiles trayectorias, lo que suma incertidumbre de cara al futuro. Sus opositores sostienen, además, que es una marioneta del multimillonario oligarca Igor Kolomoiski, dueño de la cadena televisiva 1+1, donde se emitía la serie protagonizada por Zelenski.
El joven actor tendrá 5 años para demostrar que su arribo al poder no es un simple paso de comedia. Su próximo desafío serán las elecciones legislativas de noviembre, en las que deberá renovar el apoyo popular con el fin de obtener una mayoría parlamentaria que le brinde oxígeno para gobernar. Ese será uno de los primeros capítulos que marcarán esta nueva era de la política ucraniana, donde la realidad supera a la ficción.