Fortaleza de principios

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A días de iniciada, la dictadura de Onganía embestía con falsas acusaciones contra el movimiento nucleado en el IMFC.

 

En su edición del 30 de junio de 1966, apenas dos días después de la instauración de la dictadura de Carlos Onganía, el diario La Razón incluía entre sus noticias un breve texto en el que afirmaba: «Ha trascendido de la mejor fuente que las autoridades han dispuesto la detención de los integrantes del directorio del Fondo Movilizador de Cooperativas» (sic). Escueta pero contundente, la noticia colocaba al movimiento cooperativo en un intenso período de lucha y defensa frente a lo que sería una persistente campaña de ataque para debilitar al sector y minar su protagonismo creciente en la economía nacional y, particularmente en el caso del IMFC, en el sistema financiero.
La acusación al IMFC aludía a una supuesta evasión de cerca de 50 millones de dólares. Ese fue el pretexto para proceder inicialmente al encarcelamiento de quienes integraban el consejo de administración de la entidad. «Al día siguiente de salir la información en el diario, tres coches con policías nos levantaron a cada uno de los miembros del consejo del Instituto y directamente nos metieron presos», relataba el dirigente Julián Ostrovsky en una entrevista brindada en 1996 al Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito.
«Falsa y tendenciosa», así calificaban los delegados de la regional Buenos Aires del Instituto Movilizador la información difundida por el Onganiato y publicada por La Razón. Reunidos en asamblea general, los cooperativistas demostraron a través de una declaración que la cifra de 50 millones de dólares no se correspondía con el nivel de actividad económica de la institución. La suma, al cambio de la época equivalía a unos 12.000 millones de pesos, mientras que en el último balance del IMFC el saldo en caja y bancos era de 1.167 millones de pesos y el total de depósitos de 2.860 millones. El Instituto demostraba así que la acusación no tenía asiento en la actividad real de una entidad que, desde su fundación en 1958, había sido el motor de crecimiento del cooperativismo de crédito en el país.
No obstante la inconsistencia de la acusación el 1 de julio de 1966 fueron apresados dirigentes de la regional Buenos Aires del Instituto y el sábado 2, otros miembros de la regional Santa Fe. Los arrestados fueron Amero Rusconi, Ángel Piacentini, Meyer Dubrovsky, Bernardo Armus, Israel Mahler, Juan Carlos Bertone, Julian Ostrovsky, Cesareo Marcos, Nicolás Nicanovich, Domingo Saturnino Aguirre, Antonio Badaloni, Alcibíades González, Roque Lopérgolo, Pablo Ferryra Sanso, William Borghi y Noé Modesto Muñoz. Ni la policía, ni el juzgado interviniente informaron los motivos de la detención, lo que alimentó en la prensa conservadora la falsa hipótesis de la evasión a la que se sumó una durísima campaña que buscaba vincular a los cooperativistas con «organizaciones políticas extremistas», según publicaba el diario La Tribuna en su edición del 4 de julio de 1966.
Tras la detención de los miembros del IMFC se realizaron numerosos pronunciamientos y asambleas para esclarecer una situación que buscaba provocar el desmantelamiento de un sector que competía con los poderes económicos concentrados de la época. El 6 de julio de 1966, Acción remarcaba en sus páginas que «las oscuras fuerzas del anticooperativismo, aprovechando una situación especial que se vive en el país, pretenden anular la vigencia del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y de sus cajas asociadas». Se sumaban también a las acciones de esclarecimiento el refuerzo de la relación de las cooperativas con sus asociados, la firma de petitorios a autoridades oficiales, los encuentros de discusión y la constitución de comisiones para desplegar cada una de las actividades. Fueron instancias de gran movimiento que fortalecieron la unidad del sector cooperativo. Según relataba Floreal Gorini en 1999 esos días «se vivieron con mucha altura, consolidación y comprensión. Todos fueron muy conscientes de la situación. Pero no solo en la dirección del Instituto sino también en el resto de las entidades asociadas. Ninguna cooperativa planteó un reclamo. Fue un gran éxito para nosotros porque ninguna se desafilió del Instituto, ni siquiera por oportunismo». El 5 de julio liberaron a los detenidos por falta de méritos y pruebas. Más tarde, en octubre, el juez Alberto Aguirre sobreseería a los involucrados considerando que «no hay nada en estos actuados que pruebe la existencia de actividad delictuosa alguna». Sin embargo, el ataque al IMFC se transformaría en la muestra de las intenciones destructivas de la dictadura militar comandada por Onganía: poco después de la liberación de los dirigentes, el 8 de julio de 1966, se firmó el decreto-ley 16.898 que habilitaba al Banco Central a intervenir en las cooperativas de crédito al punto de resolver sobre el cese de su operatoria cuando no se ajustaran a la normas elaboradas por la misma entidad bancaria. Nuevamente, el movimiento nucleado en el IMFC salió a defender su posición.
Otra vez solicitadas, asambleas, pedidos a las autoridades nacionales y del BCRA, contacto con entidades internacionales y la convocatoria a los asociados fueron la clave para combatir la embestida que pretendía liquidar la operatoria de las cajas de crédito, estimular el retiro de todos los fondos que sustentaban a las cooperativas y correrlas de cualquier pretensión de actividad en el sector financiero. Junto con las medidas públicas, el accionar interno del IMFC buscó además contener una situación difícil para la propia entidad, que se vio obligaba a reducir una parte importante de su estructura administrativa y, por tanto, de su presencia institucional y de su injerencia en el panorama económico. Sin embargo, el IMFC decidió poner en marcha en Rosario –el 10 y 11 de setiembre de 1966– el Congreso Nacional en Defensa del Cooperativismo, un encuentro que marcó el inicio de lo que sería el proceso de reconstitución del movimiento nucleado en el Instituto. «El cooperativismo no es una abstracción, es la materialización de un ideario humanista al servicio del interés social. Por ser obra del pueblo es imperecedero, como lo es la Patria, como lo es pueblo mismo», señalaba la declaración del Congreso. Con este antecedente y con una historia de lucha forjada por los dirigentes cooperativos desde principios del siglo XX, una década después, en 1976, el IMFC demostraría nuevamente que el cooperativismo es una creación humana imperecedera al enfrentar los embates de otra dictadura, la última y más sangrienta de la historia argentina.

Maximiliano Senkiw

Asesoramiento histórico: Daniel Plotinsky
Fotos: archivo Acción

 

 

Murales en el CCC

Los notables pintores argentinos Carlos Gorriarena,  Carlos Alonso, Aníbal Cedrón, Rodolfo Campodónico y Felipe Noé firman los murales que se exhiben en el hall del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, con temáticas que aluden a la solidaridad, el trabajo y la lucha por un mundo mejor.