Golpe en las urnas

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La antipolítica y la antiinmigración desbancaron al expremier Silvio Berlusconi, castigaron a la «sinistra» y lanzaron un fuerte mensaje de rechazo a los partidos tradicionales. Se abren no pocos interrogantes sobre la futura gobernabilidad.

Premiados. Beppe Grillo, el líder del Movimiento Cinco Estrellas, y su crédito, Luigi Di Maio, festejan el resultado en el sur del país. (Monteforte/AFP/Dachary)

El 4 de marzo pasado, las urnas premiaron en Italia a la llamada «antipolítica» del populista Movimento Cinque Stelle (Cinco Estrellas, M5S), y a la Lega Nord (Liga Norte), xenófoba y antieuropea, que aventajó al partido del magnate mediático y expremier Silvio Berlusconi, Forza Italia (FI), su aliado en la coalición de centroderecha. Paralelamente, el electorado castigó con dureza a la «sinistra», representada por el Partito Democratico (PD), liderado por el también expremier Matteo Renzi, y a su reciente desprendimiento Liberi e Uguali (Libres e Iguales, LeU).
Si bien los más golpeados en las urnas fueron los partidos de Berlusconi y de Renzi, centroderecha y centroizquierda, respectivamente, el rompecabezas de la democracia parlamentaria italiana es difícil de armar puesto que nadie alcanzó los porcentajes necesarios para formar gobierno sin contar con el apoyo de otra fuerza.
En palabras claras, se produjo un tsuami «leghista» que cubrió las tierras del norte y otro fenómeno de similar intensidad puso en manos del M5S el sur del país. Con lo cual,  son dos las fuerzas antieuropeas que se enfrentan ahora para llegar a la jefatura del gobierno y conformar el gabinete de ministros. Pero ni el líder de la Liga, Matteo Salvini, ni el «antisistema» Luigi Di Maio pueden hacerlo sin sumar apoyos externos a sus propias agrupaciones.
El escrutinio marcó el primado del M5S con un 32,5% de los votos, y un avance de la Liga con un 17,4%, cifra que aventaja por primera vez a su socio Forza Italia, que llegó solo al 14%. Sin embargo, la coalición de derecha Liga Norte-Forza Italia-Fratelli di Italia (FDI), suma un 37%. Muy atrás de estas cifras, el PD de Renzi obtuvo un 18,7%. Increíble si se piensa en el histórico y masivo Partido Comunista Italiano (PCI), del que es una flaca derivación, por llamarla de manera piadosa.
Traducido en bancas (hay 630 en Diputados y 315 en Senadores ), para formar gobierno se necesita reunir al menos 316 diputados y 157 senadores. La coalición de centroderecha llega a 260 y 135, el M5S a 221 y 112 y el PD a 112 y 575. En consecuencia, los números no cierran y las alianzas serán imprescindibles, pero semejantes a arenas movedizas para la estabilidad del Ejecutivo y su premier.

Modelo para armar
¿Podrá concretarse una amplia alianza de gobierno? ¿De quiénes y sobre qué base programática? En principio, Renzi, secretario general del PD, anunció su renuncia a ese cargo, pero «cuando se haya formado el nuevo gobierno».
Mientras tanto, Berlusconi dijo: «El encargo para formar gobierno corresponde a la centroderecha. Apoyaré a Salvini y seré el garante de la coalición» (FI, Liga FdI). El octogenario y procesado expremier, ocultando su malestar por «il sorpasso» de la Liga, agregó que «el voto del domingo (por ese 4 de marzo) no era un “derby” en el interior de la centroderecha: el éxito de la coalición es un dato político importante». Luego habló de recortar impuestos, de controlar la inmigración, de apoyo a los más débiles y a mayor dedicación a favor de «la seguridad de los ciudadanos».
Salvini, por su parte, se define como «el líder del centroderecha» (categoría que ostentaba hasta ahora Berlusconi) y cambia su imagen informal de jeans y buzo por traje y corbata más adecuados a una eventual postulción para la jefatura de Estado.

Castigado. Berlusconi, sin posibilidades. (Monteforte/AFP/Dachary)

Di Maio (31 años), exultante con el resultado del M5S, sostuvo que se sienten «inevitablemente proyectados hacia el gobierno. Sin M5S la Legislatura XVIII no podrá partir». Y, obviamente, puede afirmarlo sin sonrojarse. «Estamos dispuestos al diálogo con todos, pero deben venir a hablar con nosotros pues de los contrario es difícil hacer algo en esta legislatura», agregó. «No somos ni de derecha ni de izquierda, son categorías superadas y tenemos que decirlo con fuerza porque es esto es lo que nos hizo llegar a donde estamos», destacó.
Modelo para armar o juegos de poder que no son nuevos, al contrario, y que permiten entender la desilusión de muchos con respecto a la clase política en general, más preocupada por «le poltrone» (las bancas) que por los profundos problemas económicos y sociales que padece el país. El voto al M5S, salvando las distancias, es una especie de «que se vayan todos», aunque no quede claro qué representa o qué implica el que viene.

Negociaciones
Según un anticipo del diario Il fatto quotidiano, al día siguiente del escrutinio comenzaron a contactarse representantes del PD con el M5S. Esta versión ha sido desmentida públicamente, pero al parecer, en privado los puentes no faltan. En las tierras de Maquiavelo todo es posible.
La república parlamentaria italiana requiere varias etapas para conformar el Poder Ejecutivo: voto en el propio territorio y voto de los ciudadanos residentes en otros países, quienes lo hicieron previamente, pues sus sobres viajan por correo (primero hasta el consulado en el que están inscriptos y desde allí al lugar del escrutinio en Italia); el 23 de marzo se efectúa la primera sesión en Diputados y Senadores, se proclaman los electos y se eligen después los respectivos presidentes; entre fines de marzo y principios de abril, el premier saliente (Paolo Gentiloni, del PD) renuncia y el presidente de Italia, Sergio Mattarella, encarga la conformación de un nuevo Ejecutivo. A partir de ese momento, la persona designada por Mattarella comienza consultas para obtener la aprobación de su lista de ministros.
Este largo camino se complica actualmente por no haberse alzado ningún partido con las bancas requeridas para formar gobierno. Y si las alianzas no se concretan, se vuelve a empezar, con nueva convocatoria a las urnas.
En este complejo cuadro, un viejo militante de izquierda comentaba luego de votar: «El crecimiento del M5S y el regreso de la derecha proviene en gran parte de la incapacidad política del PD. Se habla mucho de populismo. Es posible. Pero cuando clases sociales que padecen situaciones de necesidad buscan una ubicación laboral aceptable –se ha favorecido hasta ahora la precariedad en lugar de tomar medidas para favorecer el desarrollo de inversiones productivas–, están desilusionadas por las promesas incumplidas y votan a otros, no se puede minimizar el problema hablando de populismo. Pienso que este resultado electoral fue determinado por la insuficiente acción de gobierno del PD en estos últimos cinco años».

 

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