Horizonte común

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En una novedosa experiencia de integración, productos, tecnología y procesos generados en el ámbito académico toman cuerpo de la mano de cooperativas de la zona.

 

Del aula a la calle. Ruscitti, Bragulat y Flavio Erlicher, miembros del equipo.

En la década del 90 resultaba extraño cursar una carrera universitaria y escuchar en las aulas la palabra cooperativismo. Este escenario está comenzando a cambiar: hoy, en algunas universidades, la economía social se presenta como una oportunidad para encarar los proyectos de alumnos y de las propias casas de estudio. Es el caso de la Universidad Nacional de Lanús (UNLA), que funciona desde 1994 en la localidad bonaerense de Remedios de Escalada. Allí, día a día, se busca que lo generado en las carreras y equipos de investigación se pueda llevar a la realidad de la mano de las empresas cooperativas locales.
Andrés Ruscitti, director de Innovación y Vinculación Tecnológica de la universidad, asegura que su oficina «actúa como interfaz entre toda la producción de la UNLA y el afuera». «Tenemos un programa de fortalecimiento tecnológico con el objetivo de que las empresas cooperativas puedan acceder a tecnologías y conocimientos, apuntando a que incorporen  productos innovadores», señala. Uno de los proyectos de esta área es el desarrollo del bandoneón de estudio Pichuco a cargo de una cooperativa en formación constituida por docentes y alumnos de la carrera de Diseño Industrial que tendrá como objeto social el desarrollo, diseño y producción de instrumentos musicales. «Aunque parezca increíble, no se fabrican bandoneones desde la Segunda Guerra Mundial. Los que llegaron al Río de la Plata eran alemanes y los que siguieron circulando son aquellos que tienen por lo menos 50 años. Además, se produce una fuga en manos de extranjeros que los compran y se los llevan, con suerte, para tocarlos, pero en la mayoría de los casos, para ponerlos en una vitrina», se lamenta Ruscitti. «Por eso, estamos elaborando un bandoneón de estudio que sirva para la fase de aprendizaje,  pensado para los jóvenes que quieran aprender a tocarlo. Hoy, conseguir uno es muy difícil, y si lo encontrás, tenés que contar con una suma de 3.000 dólares para arriba. Entonces, se desarrolló un instrumento con la misma funcionalidad, con sonido aceptable y con el costo más bajo posible», detalla.
La otra forma de vinculación incluye la transferencia de los proyectos a cooperativas de la zona. Al respecto, Soledad Pont, del equipo de la Dirección de Innovación y Vinculación Tecnológica, señala que se realizó un relevamiento en el territorio de empresas recuperadas de donde «surgieron necesidades, se elaboró un diagnóstico y se sistematizaron demandas a las que se trata de responder para generar vínculos de confianza y dinámicas de trabajo». En esa línea se trabajó con la empresa recuperada Grintek (que elabora productos de entretenimiento para mascotas y cuenta con 35 trabajadores en Lanús). En conjunto, tramitaron la solicitud de un subsidio al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y así lograron recuperar maquinarias por un valor de 450.000 pesos.
En otro orden, la UNLA se encuentra a la espera de la firma de un convenio, también con Desarrollo Social, para concretar la transferencia de diseño de una llenadora de envases por vacío que fabricará la Cooperativa Inti de Lanús. «Se trata del trabajo final del primer graduado de la carrera de Diseño Industrial.  La UNLA les transfiere la tecnología y el diseño para que puedan fabricar una serie de 30 máquinas», describe Ruscitti.

Modelo nacional. El prototipo de
bandoneón creado por alumnos.

Este año avanzarán también con el rediseño de la vajilla de la marca Durax, que fabrica la Cooperativa Cristal Avellaneda. Se trata de un proyecto enmarcado en el programa de diseño asociativo del Ministerio de Ciencia y Tecnología. «Se trabaja con la Universidad de Buenos Aires (UBA) en la formulación de la idea, Télam participará en los aspectos comunicativos, y la UNLA con la carrera de Diseño Industrial diseña la vajilla, mientras que con la carrera de Economía Empresarial se formulará el análisis del mercado. Por su parte, Desarrollo Social financiaría la moldería. Durante este año debería quedar el diseño listo y fabricados los prototipos», agrega.
Con trayectoria y en funcionamiento, la UNLA alberga su Cooperativa Editorial (que tiene siete años y edita 60 títulos anuales) y la Asociación Mutual de la Universidad (que trabaja con turismo). Además, cuentan con una radio (FM 92.1) gestionada por una cooperativa de radio y televisión. Jorge Bragulat, presidente de la Cooperativa Editorial y de la Mutual, destaca que «la universidad está trabajando bajo el concepto de descongestionamiento del sector público a través de la economía social». «No avalamos las privatizaciones ni la tercerización, pero hay muchas cosas que no se podrían hacer con el presupuesto disponible; por eso apostamos a entidades autogestivas», subraya.
La UNLA dicta además un curso de nivel de posgrado de Economía Social y Gestión de Entidades sin Fines de Lucro que dura un año. Por otra parte, en 2013 se realizó el Segundo Encuentro Latinoamericano de la Economía Popular, Social y Solidaria. En este espacio confluyeron disertantes y emprendedores. Este año pretenden reeditarlo y hacer foco en la comercialización.
Con estas y otras propuestas por venir se refuerza el vínculo de dos sectores unidos por la necesidad de trabajar por mayores niveles de desarrollo e innovación locales, con la búsqueda de la transformación social como horizonte común.

Ana Laura López
Fotos: Martín Acosta