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Hornallas prendidas

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La actividad sobrevivió a la convertibilidad y logró recuperarse. Una industria con rasgos propios y alta integración en toda su cadena de valor. Uso de GNC en automotores.

 

Termotanques. Su producción casi se triplicó en los últimos 10 años. (J. Aloy)

La producción de equipos que funcionan a gas –como cocinas, calefones o termotanques– mantienen en la actualidad un nivel de integración total, mientras que el 100% del consumo interno es abastecido por empresas que operan en el país. Características típicas del mercado local, por su geografía, permitieron a las empresas argentinas sobrevivir a las políticas de los 90. La producción se triplicó en la última década y las exportaciones se duplicaron, llegando a 41,7 millones de dólares, aunque la balanza comercial se mantiene negativa al registrarse importaciones por 287,6 millones. El agregado de valor se registra en el aumento en el valor bruto de producción, que pasó de representar de 0,6% a 1,8% de todo el sector manufacturero.
Las multinacionales Orbis, Longvie y Emegé son las más grandes del rubro, pero también hay medianas como Eskabe, Domec y Rheem, mientras que las más pequeñas pertenecen a familias nacionales desde principios del siglo pasado. Además, existe una veintena de pequeñas y medianas empresas que abastecen mercados regionales, según cifras de la Federación Argentina del Comercio en Artefactos para el Hogar y Afines (FACAHOGAR) y la Federación de Cámaras de Industriales de Artefactos para el Hogar de la República Argentina (FEDEHOGAR).
Pese a que su consumo evolucionó inicialmente en forma similar a la del conjunto de electrodomésticos, tres años después de instaurada la convertibilidad la producción de cocinas a gas inició un camino descendente que no terminaría hasta finales de siglo. No obstante, debido a la tecnología que utiliza, el sector gasífero genera mercados muy específicos. En la Patagonia, por ejemplo, existe una presión de gas muy distinta a la de Salta. Y cada país, a su vez, impone determinadas reglas técnicas que haría muy costoso el ingreso de las multinacionales a este sector. Existe una especie de barrera de entrada casi natural, aunque en los últimos años se registraron compras y fusiones de empresas.
Desde la salida del uno a uno, acuerdos con los empresarios brasileños del segmento de cocinas  –con el objetivo de evitar la invasión de productos del exterior ante el aumento del consumo– lograron autolimitar la importación hasta principios de 2006. A partir de entonces, el gobierno argentino aplicó un régimen de licencias no automáticas que limitó el ingreso de productos importados. Según el relevamiento del Centro de Estudios para la Producción del Ministerio de Industria sobre cifras del INDEC, la producción de cocinas a gas para uso familiar alcanzó el año pasado las 855.249 unidades, frente a las 107.511 fabricadas en 2002; en calefactores y estufas, 400.403 (69.203); en calefones, 55.400 (19.554) y en termotanques, 474.290 (154.866).
Este sector de línea blanca forma parte de la rama metalmecánica. Produce bienes de consumo final durables, como heladeras, lavarropas y cocinas a gas. Esta industria se caracteriza por tener una elevada elasticidad en el ingreso de su demanda, por lo que su evolución está atada al ciclo  económico. Asimismo, el crédito para consumo juega un papel importante en la venta de sus productos. La producción nacional estuvo fuertemente orientada al mercado interno, mientras que para exportaciones alcanza sólo el 10% del volumen producido.
La producción de equipos a gas se abastece casi en su totalidad de insumos locales: chapas, plásticos, vidrios, rejillas de alambre, válvulas, perillas, quemadores, pintura y burletes, entre otros. De hecho, luego de 15 años Argentina volverá a exportar productos de línea blanca a Brasil, tras la compra de una filial local por parte de una compañía de origen sueco.

Cristian Carrillo

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