Ideales comunes

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Como parte del vínculo con las entidades de la comunidad, la filial Río Cuarto sostiene un estrecho contacto con un proyecto social que lleva más de 20 años en el sur de Córdoba.

 

Sinergia. Tonelli, Schneider y Salamone recorren la granja donde funciona una escuela y se producen diversos alimentos.

Granja Siquem está ubicada en un camino rural de Las Higueras, localidad muy próxima a Río Cuarto, Córdoba. Allí, en un predio de 70 hectáreas, día a día se trabaja para contener y asistir en las necesidades básicas a 60 varones de entre 8 y 30 años provenientes de hogares pobres, expulsados del sistema educativo y, en algunos casos, derivados de juzgados provinciales. La asociación civil tiene como objetivos favorecer la reinserción escolar  y trabajar en la prevención de delitos a partir de múltiples actividades productivas. Entre las instituciones que acompañan el trabajo cotidiano, la granja sostiene un estrecho vínculo con la filial Río Cuarto del Banco Credicoop y con el Instituto Movilizador.
«Trabajé cuatro años en Granja Siquem, hasta que me trasladé a la ciudad de Córdoba», cuenta Pablo Tissera, actual jefe de la filial Córdoba del IMFC. Su rol fue el de docente, «o mejor dicho, educador popular», señala y afirma que Granja Siquem está vinculada al Banco Credicoop no solo en lo comercial y financiero sino que también tiene un vínculo desde el aspecto educativo, ya que la asociación civil aporta una importante experiencia al Movimiento Pedagógico Latinoamericano. «Justamente por este motivo, Pablo Imen (director de IDELCOOP) la visitó el año pasado interesado por conocerla en profundidad», acota Tissera. Sebastián Tonelli, vicepresidente de la comisión de asociados de la filial riocuartense del banco, añade: «Hay un profundo sentido solidario en esta iniciativa, por eso hemos establecido desde Credicoop una estrecha relación ya consolidada en el tiempo, de manera tal que las actividades institucionales en materia de participación en forma conjunta nos han permitido transmitir a la sociedad esta experiencia, junto con las de otras entidades de carácter social».
Los predios de la granja lucen prolijamente delimitados: están la escuela primaria y secundaria Centro Integral de Trabajo Educación y Recreación, la casa de niños y jóvenes, las viviendas de familias responsables de la convivencia y el comedor comunitario. En el sector productivo se encuentran las cámaras frigoríficas para las carnes (en la granja se faenan pollos, lechones y cabritos), quesería, panadería, huertas y un tambo. Corrales con ovejas, cabras y caballos completan el paisaje. En las oficinas administrativas se lee un cartel: «Luchemos para armar este rompecabezas de ternura que tenemos en nuestras manos». Lo firma Chicho, uno de los «veteranos» del hogar. «Podría decir que esta comunidad nació cuando los que hoy aquí estamos involucrados éramos estudiantes de la Universidad Nacional de Río Cuarto y queríamos, a través de nuestras profesiones, articular un proyecto de vida girando sobre ejes como el bien común, solidaridad, justicia social, inclusión y el sueño de querer transformar el mundo», dice Manuel Schneider, presidente y gestor de la asociación civil junto con su esposa Patricia Barrera. David Salomone, responsable de los Proyectos de Gestión Institucional, cuenta que en 1992 se presentó el proyecto al Estado. «Nos dieron un crédito, a través del Ministerio de Acción Social de la Nación, con la responsabilidad Jurídica del Obispado de Río Cuarto. Con él compramos este predio y comenzamos nuestro trabajo», relata. Tras años de labor, cerca del año 2000 la granja entró en su período de consolidación. «Transformamos este campo, que era un basural, en un territorio muy productivo, con invernaderos, huertas, granja y hasta un tambo, donde hay un excedente de leche que repartimos en centros comunitarios de cinco barrios. Logramos ubicar nuestras verduras frescas en el Mercado de Abasto de Río Cuarto y en pocos días saldrá nuestra leche pasteurizada en sachet», destaca el presidente de la asociación.
Pero el desafío mayúsculo llegó con la apertura del proyecto educativo formal, una extensión rural del Ciclo Básico Unificado del Instituto La Sagrada Familia de Río Cuarto, avalado por el Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba. «La escuela fue decisiva porque queríamos ir más allá de solucionar el problema de las necesidades básicas insatisfechas, teníamos que resolver la falta de oportunidades, pensando a la educación como forma de romper las barreras sociales», señala Salomone. Entre los desafíos a futuro, la Granja se propone incorporar a más chicos y sumar áreas de trabajo. «Es muy importante aclarar que estamos en contra del trabajo infantil cuando es explotación. Aquí el trabajo es como el que realiza un miembro de una gran familia, en un contexto comunitario de dignidad y justicia», explica Schneider. La conformación de cooperativas en el marco de la granja es el siguiente paso. «Desde el IMFC –señala Salomone– nos están acompañando en un proceso de transformación, escenario previo a la conformación de los estatutos que nos permitan cooperativizar nuestros emprendimientos. Estamos en una etapa de capacitación pero creemos que es el camino a seguir para crecer».

—Texto y foto: Bibiana Fulchieri

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