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El gurú del movimiento del software libre critica los sistemas privativos y acusa a las empresas de Internet de espiar a sus clientes. Además, propone alternativas al copyright para hacerlo compatible con el derecho a compartir obras artísticas.

De paso. En Buenos Aires Stallman habló de sistemas operativos y propiedad intelectual. (Télam)

No pongas fotos de mí ni en Facebook, ni Instagram ni WhatsApp, son tres tentáculos de un monstruo de seguimiento y husmeo a la gente». Así empezaba su conferencia en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires, el creador del movimiento de software libre, Richard Stallman, quien en 1983 daba a conocer GNU un sistema operativo que respeta la libertad del usuario de ejecutar el programa como se desee; la libertad de copiar el programa y dárselo a los amigos o compañeros de trabajo; la libertad de cambiar el programa como se desee mediante el acceso completo al código fuente y la libertad de distribuir una versión mejorada.
Cuando, en junio de este año, Stallman estuvo de paso por Buenos Aires y otras ciudades del país, no solo recordó las características del movimiento de software libre sino que criticó a los sistemas denominados privativos, a los que acusó además de espiar a los usuarios.
«Si estas libertades no se dan, el dueño del programa tiene el control de los usuarios. Cualquier programa que no es libre es una injusticia y no debería existir, es privativo, es un intento de someter a las personas. Además, muchos programas privativos espían al usuario. Amazon, el sitio para leer libros electrónicos, es un ejemplo de esto, Amazon sabe qué libro lee cada usuario. Pero no es el único, Windows espía, Android espía al igual que muchas apps; violan la privacidad de la gente», sostuvo.
Para el padre del proyecto GNU-Linux, «es importante que los Estados rechacen el software privativo. Con todo lo malévolo que hay en Windows, ¿creen que el Estado argentino deba usar Windows? Por supuesto que no, pero el Estado ha decidido que su agencia de ciberseguridad use Windows y deposite sus datos en servidores de Microsoft en los Estados Unidos. No me parece muy sabio entregar los secretos nacionales a los Estados Unidos. Así, Estados Unidos ya no tiene que espiar, basta con ordenar que se entreguen los datos», señaló y extendió a las escuelas, en todos sus niveles, la posibilidad de usar software libre, porque «el software privativo va en contra de la visión social de la educación».

Derecho de autor versus comunidad
Stallman sostuvo que la idea de software libre también se puede extender a las obras artísticas. En este sentido, aseguró que el derecho de autor en la época de la imprenta «solo se aplicaba a los editores de cualquier libro, no hacía falta aplicar esa ley a todo el mundo invadiendo su casa o su computadora, mientras que hoy en día el derecho de autor ya no es una reglamentación industrial de los editores en manos de los autores para beneficio del público, es una restricción al público en manos de los editores y en nombre de los autores, entonces es injusta».
«El público puede copiar, quiere copiar, no es soportable que el derecho de autor siga como está», sostuvo Stallman.
Hay lugares, señaló, donde el derecho de autor dura hasta 50 años o, como en México, hasta 100 años después de la muerte del autor.
Para el fundador de la Free Software Foundation, se pueden compartir las obras, sobre todo ayudados por las facilidades que hoy aportan las herramientas tecnológicas, y seguir apoyando a los artistas. En este sentido, propone dos opciones: una es «que el Estado cada año guarde una cantidad de dinero para compartir entre los artistas en función del éxito de cada uno, así el artista más exitoso compartiría parte de ese dinero con los de mediano éxito, algo que fomentaría las artes». Otra sería mediante el envío de un poco de dinero voluntario a los artistas por parte de los usuarios.
«Quienes gustan de un artista se sentirán muy bien apoyándolo. En Argentina pueden ser dos pesos, no es mucho. Tenemos que apoyar a los artistas, hay muchas maneras, tenemos que buscar formas compatibles con la libertad de compartir», concluyó.

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