La banda sigue tocando

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Unos 15.000 chicos y jóvenes de todo el país participan de coros y conjuntos orquestales. Interpretan desde cumbia hasta rock pasando por Mozart y Beethoven. El arte como forma de inclusión.

De gira. La Orquesta Nacional y Juvenil del Bicentenario forma parte del programa del Ministerio de Educación. (DNPS)

Cuando en 2009 el Ministerio de Educación de la Nación decidió crear el Programa de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles para el Bicentenario se propuso como objetivo fundamental mejorar el acceso de los niños, niñas y jóvenes a los bienes y servicios culturales, además de tender puentes hacia su reinserción en la escuela. Hoy el programa cuenta con 30 orquestas y 30 coros en 17 provincias y están en proceso de formación 40 orquestas y 40 coros más. De esta forma, muchos chicos y jóvenes de Jujuy, Salta, Tucumán, Chaco, Mendoza, San Juan, Santa Fe, Entre Ríos, La Pampa, Neuquén, Chubut, Santa Cruz, Córdoba, Buenos Aires, La Rioja, Catamarca y Misiones encontraron en la música una buena excusa para terminar el colegio y la posibilidad de cambiar la mirada que a veces cae sobre ellos y los estigmatiza.
Países como Chile, Colombia, Ecuador y Venezuela, entre otros, también poseen sistemas nacionales de orquestas infantiles y juveniles como un aporte a sus políticas de inclusión social y educativa.
En Argentina, las primeras experiencias se remontan al año 1998, cuando, desde el Programa Zonas de Acción Prioritaria (ZAP) del Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se creó el Proyecto de Orquestas Infantiles y Juveniles, que se inició en el barrio de Villa Lugano y que luego se multiplicó en Retiro, Flores, Mataderos, Constitución, La Boca, Barracas, Once y Parque Avellaneda.
«Es importante que los chicos y jóvenes tomen contacto con el arte. Es importante para todos los seres humanos, todos tenemos derecho a tener formación artística. Además, este modelo de educación colectiva, a través de coros y orquestas, repercute en la vida cotidiana de los chicos y en su vida escolar. Los chicos en una orquesta prestan atención a lo que hacen, a lo que hacen sus compañeros, a lo que les indica un director. Simultáneamente, despliegan la motricidad que requiere tocar un instrumento y la sensibilidad que precisa el lenguaje musical; esto los organiza respecto de cómo tienen que estudiar», asegura el director del programa, Claudio Espector.
Según cuenta el músico, dentro de los coros y orquestas hay muchos chicos que retomaron los estudios tras empezar a participar en las agrupaciones musicales. «Eran chicos que estaban estigmatizados como chicos que no podían aprender y la orquesta demostró que no era así. Si hacen cosas tan complejas como leer música o tocar un instrumento, ¿cómo puede ser que no les vaya bien en la escuela? Esto también es un modo de interpelar lo que es la educación en la escuela media», señala.
Para Espector, cuando un chico que dejó el colegio se entera de que hay una orquesta en su escuela, siente que el colegio lo vuelve a llamar. «Muchas veces es la misma dinámica escolar la que hace que un chico se vaya, porque no le despierta interés. Hay docentes que no creían en la posibilidad de crecimiento de tal o cual alumno y cuando ven cómo participan en la orquesta o en el coro, cambian su visión acerca de ellos, se produce una revelación; es muy emocionante», indica. En tanto, para la familia de estos niños y jóvenes, aparece como una sorpresa el hecho de que sus hijos conformen un coro o una orquesta, como algo que no había sido imaginado. «Ver a sus chicos apropiarse de un instrumento, ensayar y actuar en un teatro es emocionante y revelador para ellos», subraya el músico.
Los chicos estudian a contraturno, van los días sábados temprano, e incluso llegan antes que los docentes y esperan el momento de aprender. Cada uno se lleva su instrumento, que le provee el Estado en colaboración con el Banco Nación, y luego, en sus casas, siguen practicando y preparándose para los ensayos.
A partir de que van creciendo musicalmente, los niños y adolescentes empiezan a tocar en los principales teatros de sus provincias, lo cual los ayuda a mejorar su autoestima.
«Hoy son unos 15.000 chicos en todo el país. Hay una orquesta juvenil con chicos de todas las provincias; hacemos giras por toda la Argentina. Procuramos que toquen música de todas las regiones, se toca desde cumbia hasta rock pasando por Mozart. Las instituciones de enseñanza musical deberían ser más inclusivas, profundizar el acceso temprano al estudio de la música. En este sentido, creo que los programas de orquestas que se desarrollan en todas las provincias están dando un vuelco cualitativo y cuantitativo en cuanto a la cantidad de chicos que estudian y la forma de estudiar», sostiene Espector.
Una de las novedades del programa es la reciente creación del Centro Nacional de Lutería, destinado al arreglo de instrumentos de cuerda, una habilidad que les permitirá a los jóvenes en un futuro tener también una salida laboral.
«Lo que hacen los chicos en las orquestas es una muestra de que cuando conocen algo y lo eligen ponen mucho esfuerzo. En general, los que dicen que a los chicos no les importa nada es porque no les interesan los chicos. En este sentido, la estigmatización de los medios de comunicación es real. Lo cierto es que los pibes empiezan a escuchar otros tipos de  música además de los habituales, se generan grupos que se reúnen para escucharlos y amplían el conocimiento. Además, no creemos que porque los chicos sean de Salta tengan que hacer solamente música andina; procuramos darles no lo que ya tienen sino aquello que los complemente musicalmente», asegura.

María Carolina Stegman

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