La fiesta de 15

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(Juan C. Quiles)

Otro mundo es posible si la gente quiere. Yo sé que ustedes lo quieren. Trabajadores e intelectuales, luchemos para que muchos más lo quieran y entonces sí otro mundo será posible». Desde la pantalla de video, las palabras de Floreal Gorini en el palco montado en la avenida Corrientes el 22 de noviembre de 2002 para inaugurar el complejo cultural del movimiento cooperativo instalaron el clima emotivo y reforzaron el compromiso actual en pos de alcanzar el preciado objetivo de un mundo mejor. La sala Solidaridad colmada, decenas de personas siguiendo el acto ante una pantalla en un sector contiguo y la presencia de decenas de artistas, intelectuales, cooperativistas, investigadores (ver Queridas…) ofrecieron el mejor marco para la celebración del 15º aniversario del Centro Cultural de la Cooperación (CCC).


Junio. Firmes en la defensa de nuestros valores. (Soledad Gryciuk)

Su director, Juan Carlos Junio, fue el primer orador del encuentro, que contó con apertura y cierre musical, a cargo de Deborah Infante y Virginia Innocenti respectivamente. Junio valoró la decisión del movimiento cooperativo de crear y sostener el CCC, destacó a los jóvenes investigadores y manifestó: «Pensar un mundo desde la cultura es pensarlo desde la mayor fuerza capaz de ponerle límites a los poderosos. Es cierto que podemos ser derrotados por la cultura, pero también podemos triunfar por la cultura. Debimos abordar interrogantes muy difíciles, muchos de ellos aún vigentes. ¿Cómo evitar fórmulas obsoletas, copias, retóricas impotentes, cuando estamos compelidos a enriquecer los legados y los proyectos culturales emancipadores? ¿Cómo recrear a las más valiosas culturas políticas revolucionarias del siglo XX? ¿Cómo apuntalar proyectos trascendentes con los que nuestro movimiento coincide y se compromete y a la vez sostener un pensamiento, un sentimiento, un discurso y una práctica liberadora capaz de poner en tela de juicio tanto el sentido común como el sentido más complejo instalados en una trama importante de la conciencia del pueblo? Ese reto era y sigue siendo formidable. Lo central es que seguimos con la convicción de que debemos sostenernos, más firmes que nunca, en la defensa y transmisión de nuestros valores: la fraternidad, la solidaridad, la auténtica democracia, la paz y la dignidad humana».


Sala solidaridad. Colmada por artistas, intelectuales, creadores e investigadores. (Soledad Gryciuk)

Personalidades como el dramaturgo Hugo Urquijo; la presidenta de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Gisela Cardozo; las actrices Ana Yovino y Luisa Kuliok; el periodista Eduardo Aliverti y el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, Alejandro Vaccaro, se sucedieron en el escenario, destacaron la labor desarrollada en estos 15 años por el CCC e hicieron referencia al difícil contexto social y político actual. Lo propio hizo el reconocido sociólogo y politólogo Atilio Boron, quien dijo: «No creo que esté todo perdido. Creo que el Centro Cultural tiene una misión importantísima: ser uno de los pocos espacios con capacidad para hacer una amplia convocatoria para construir una verdadera alternativa». Por su parte, el director artístico del CCC, Juano Villafañe, agradeció a todos los trabajadores de la institución por su esfuerzo cotidiano y recordó las primeras charlas con Floreal Gorini cuando el CCC era un proyecto en construcción. Además, resaltó lo que denominó «un detalle edilicio que en realidad es tan simbólico como real, el hecho de que el frente del edificio sea una continuación de la vereda, definiendo así su carácter de espacio público».
Cerró la lista de oradores el diputado nacional y presidente de Banco Credicoop, Carlos Heller. Recordó lo que fue el primer paso en la concreción del CCC. «Un día Floreal Gorini nos vino a ver a Juan Carlos y a mí, sacó un papelito del bolsillo y nos dijo: tengo una idea», relató. «Era un tiempo parecido a este. Había crisis, las pymes tenían problemas, culturalmente avanzaban las ideas neoliberales y nosotros llegamos a la conclusión de que lo nuestro no tenía sentido si no éramos capaces de asumir un desafío como el que nos estaba planteando Floreal. Un desafío creativo, audaz, que soñaba con el futuro. Y se dio esa paradoja –prosiguió–, que en medio de una crisis fenomenal, cuando se veían por todos lados carteles de “cerrado”, “se alquila”, “se vende”, había una obra que avanzaba: la de esta casa». Cerrando la comparación de aquellos días fundacionales del CCC con la actualidad, Heller dijo que la tarea del presente es «ayudar a traducir el mensaje neoliberal para que la ciudadanía entienda y deje de actuar en contra de sus intereses. Esa es la batalla cultural. Y en eso estamos».