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La importancia de saber

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Estudios recientes demuestran la necesidad de diagnosticar y tratar tempranamente la infección por VIH, una enfermedad que interpela al mundo en materia de salud, pero también de derechos humanos.

 

(Pablo Blasberg)

Que el 90% sepa, que el 90% de los diagnosticados se trate y que de estos últimos el 90% logre que su virus sea indetectable en sangre. La estrategia de Onusida denominada 90-90-90, un plan en respuesta al VIH de aquí a 2020, lograría controlar la enfermedad a nivel mundial hacia 2030, evitando además que 27,9 millones de personas se infecten en los países de ingresos bajos y medios.
Actualmente, de acuerdo con las cifras de la organización, hay 36,9 millones de personas viviendo con VIH, la mitad de las cuales son mujeres. Se estima además que en 2014 se produjeron unas 5.600 nuevas infecciones en el mundo cada día. Respecto de quiénes siguen siendo los más afectados, nada cambia: el 66% de los casos se dan en África subsahariana.
En tanto, en Argentina las estimaciones indican que hay 126.000 personas con el virus del VIH y que el 30% de ellas no sabe que lo tiene. «Hubo un avance, hace algunos años el 50% de la población viviendo con VIH en nuestro país no lo sabía. Cada año se notifican 6.000 casos nuevos. Uno de los grandes problemas es que la transmisión vertical es del 6%, de madre a hijo, cifra que sigue siendo muy alta; además, estamos llegando tarde con los diagnósticos, ya que un gran porcentaje de personas son diagnosticadas ya con la enfermedad avanzada: el 30,7% de los hombres y el 23,2% de las mujeres», señaló Isabel Cassetti, médica infectóloga e integrante del Comité Asesor del Programa Nacional de Sida del Ministerio de Salud de la Nación.
Recientemente, 2 investigaciones llevadas a cabo en Estados Unidos confirmaron lo que desde hace un tiempo la comunidad científica sospechaba: cuanto antes mejor, si de empezar el tratamiento se trata, y cuanta mayor adherencia se logre para conseguir que el virus sea indetectable en sangre, habrá menos posibilidades de transmisión.
La primera de las investigaciones, denominada Start (Strategic Timing of Anti Retroviral Treatment), es un estudio de fase IV que comenzó en marzo de 2011 en 215 centros de 35 países, incluida la Argentina. Este estudio involucró a 4.685 hombres y mujeres mayores de 18 años infectados con el VIH, cuyos recuentos de CD4 (células del sistema inmune que son atacadas por el virus) eran mayores de 500 células/ml, y que nunca habían recibido tratamiento antirretroviral. Los participantes fueron asignados aleatoriamente a recibir terapia antirretroviral inmediatamente o a diferir su inicio hasta tanto su nivel de CD4 cayera por debajo de 350 células/ml (algo que se hacía hasta el momento), o bien ocurriera un evento relacionado con el sida. El estudio comparó los riesgos y beneficios asociados con la terapéutica temprana versus la diferida, incluyendo el desarrollo de sida, de otras enfermedades, como la cardiovascular, cáncer, insuficiencia renal o hepática, así como la muerte. Los resultados mostraron que el grupo de tratamiento precoz experimentó un riesgo 47% menor de desarrollar estos eventos comparado con el grupo de inicio diferido.
El otro estudio, llamado Partner, duró 10 años y abarcó 1.763 parejas serodiscordantes, es decir, donde solo uno de ellos tenía VIH. Los resultados, anunciados durante la 8ª Conferencia de la Sociedad Internacional de Sida, en Vancouver, indicaron que tratando a la persona que está infectada baja la posibilidad de transmisión al individuo sano en un 96%. «Esto no implica que no se deba utilizar el preservativo como complemento en las relaciones sexuales que estas parejas tengan», aclaró Cassetti.
«El estudio Partner analizó más de 40.000 relaciones sexuales, homosexuales y heterosexuales, donde no hubo ni siquiera un solo caso de transmisión cuando, en la pareja, el que estaba infectado de VIH tenía la carga viral indetectable, esto es, cuando en la sangre hay muy poco virus, tan poco que no se logra transmitir. Si se consiguiera tener a todas las personas con VIH diagnosticadas, en tratamiento y con carga viral indetectable, prácticamente se vencería la epidemia porque no habría más transmisión del virus», indicó Alberto Stella, director de ONUSIDA para Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay durante un encuentro organizado por la Fundación Más Paz Menos Sida.
La pregunta que se desprende frente a la enfermedad, sobre todo en un país con cobertura médica universal, es por qué siguen existiendo personas que desconocen su diagnóstico y por qué de los que lo conocen –unas 88.000 personas aproximadamente–, solo 68.000 están en tratamiento y de estas, un poco más de 44.000 logran tener un nivel del virus indetectable en sangre.
Una posible respuesta se encuentra en la situación social y económica de quienes padecen la enfermedad. «Hay como pequeñas epidemias concentradas en la Argentina, en la población de travestis y transexuales la prevalencia es del 34%, entre los hombres que tienen sexo con otros hombres es de entre el 12 y el 15%, entre los usuarios de drogas inyectables de entre el 4 y el 7% y entre las trabajadoras sexuales de entre un 2 y 5%», señaló Cassetti.
Por su parte, Stella sostuvo que Argentina tiene leyes muy vanguardistas en materia de derechos humanos y una infraestructura en salud pública envidiable en Latinoamérica; no obstante, la epidemia se concentra en la población gay y trans. «Entonces, ¿quiénes son los que llegan tarde al diagnóstico en un país como Argentina? La epidemia se concentra principalmente en los grandes polos urbanos, está vinculada con una serie de determinantes sociales, como estigmatización, discriminación, pobreza y adicciones, todas barreras para llegar al sistema de salud», subrayó.
Desde la Fundación Más Paz Menos Sida, aseguran que para detener al sida es necesario eliminar la violencia y la discriminación. «En muchos casos, la situación de vulnerabilidad de las personas que viven  con VIH se ve agravada por el estigma y la discriminación. Solo cuando se reconozca la importancia de la paz a todos los niveles y su rol para eliminar el conflicto, la pobreza y las desigualdades, podremos ver cambios significativos de amplio alcance en la pandemia del VIH», concluyen.

María Carolina Stegman

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