La madre de todas las células

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Las células madre –presentes en el cuerpo humano– son capaces de reconstituir órganos dañados. Generan esperanzas, pero también negocios. Investigación en Argentina y el mundo.

 

Potencial. Imagen microscópica de células madre de ratón, base de gran
parte de los éxitos obtenidos en laboratorio en esta línea de investigación.
(Rex Features/Dachary)

Durante un mes el país estuvo pendiente de la Selección y sus jugadores; por eso preocupó tanto la situación de Ángel Di María cuando sufrió una lesión muscular en la pierna derecha. Sin embargo, ya a las pocas horas se comenzó a hablar de una solución novedosa: un tratamiento con células madre que aceleraría la recuperación del jugador. Lo que hicieron los médicos fue sacarle sangre, procesarla y separar las células plaquetas que, activadas con ciertas sustancias, liberan proteínas capaces de estimular la regeneración del tejido. Luego se la volvieron a inyectar en la pierna; pero los tiempos de la medicina no son los del fútbol. Di María finalmente no pudo jugar, pero la cura está en marcha.
Cada vez que una nueva terapia empieza a cobrar fama de «milagrosa», miles de personas en el país, millones en el mundo, renuevan sus esperanzas de poder curarse de enfermedades a las que hasta entonces no se les ha hallado un tratamiento efectivo. Según la afección de que se trate, en muchos casos puede estar en riesgo la propia vida y esto hace que los enfermos –y sus familiares– bajen la guardia y apelen a cualquier recurso con tal de recobrar la salud.
Desde hace al menos una década viene hablándose con insistencia del tratamiento de diversas enfermedades con células madre (CM) o stem cells, como se las conoce en inglés. Como si se tratase de una poción mágica al estilo de Harry Potter, las virtudes adjudicadas a las CM  les han otorgado en el imaginario popular el poder de mejorar y en algunos casos curar patologías como Parkinson, cáncer, parálisis cerebral, esclerosis múltiple, Alzheimer, cirrosis hepática, diabetes o distrofia muscular, entre muchas otras.
Pero ¿qué son las células madre? Se trata de células que tienen la capacidad de dividirse y diferenciarse –tal como se dice en términos científicos– en otros tipos de células especializadas, autorrenovándose asimismo para formar otras CM. Se dividen en dos hijas, una de las cuales continúa teniendo todas las propiedades de la CM original y la otra, en las condiciones adecuadas, puede diferenciarse en uno o más tipos celulares; por ejemplo, del corazón, del hígado, de los músculos, etcétera. En esta diferenciación está el valor terapéutico de las CM. Es decir, son capaces de producir células de determinados órganos y reparar los tejidos dañados por enfermedades o traumatismos. Esta capacidad de las CM y su uso –por ahora, muy acotado– en tratamientos clínicos ha dado nacimiento a una nueva especialidad que se conoce como medicina regenerativa o reparadora, la cual está recién en sus comienzos. Para Ricardo López, cardiólogo y presidente de la Federación Argentina de Entidades Solidarias de Salud (FAESS), «la investigación con CM en Argentina todavía es incipiente, aunque hay algunos grupos que están trabajando, incluso en el área cardiovascular. El objetivo final es ver si, viniendo desde fuera con CM, se pueden reparar daños en el interior del cuerpo que redunden en la posibilidad de continuar con los tejidos vitales en buenas condiciones».

 

Revolución científica
Las CM pueden tener un origen diverso. Se las halla tanto en adultos como en fetos (CM germinales), en embriones y en la sangre del cordón umbilical. Hay 4 tipos de CM: las totipotentes (o totipotenciales), capaces de formar un organismo completo (la célula madre totipotente por excelencia es el cigoto); las pluripotentes o progenitoras, capaces de diferenciarse en todos los tipos de célula que componen un organismo adulto y que se encuentran en el embrión, en el macizo celular interno, en un estadio llamado blastocisto; las multipotentes, que generan células de su mismo linaje embrionario (las células de la sangre o la médula ósea); y las unipotentes, que son CM adultas que sólo se diferencian en un tipo de célula, como las que dan lugar a los espermatozoides, las células musculares o las de la dermis.

En frío. Las células de cordón umbilical se preservan en nitrógeno líquido
a -196 °C. (Martín Acosta)

La médula ósea es un tipo de tejido que está en el interior de los huesos largos, como vértebras, costillas, cintura escapular y pelvis. Hay dos tipos de médula ósea, la amarilla (que es tejido adiposo) y la roja, cuya función es producir todas las células sanguíneas, las cuales derivan de una CM hematopoyética multipotente. Los primeros trasplantes de médula ósea (no confundir con la médula espinal, ubicada en la columna vertebral) por afecciones hematológicas se llevaron a cabo en Estados Unidos en 1956, pero fue recién en 1968 cuando se lograron los primeros trasplantes evitando rechazos letales. En 2006, los científicos japoneses Shinya Yamanaka y Jun Takahashi provocaron una verdadera revolución cuando lograron obtener artificialmente CM pluripotentes (capaces de generar diversos tejidos) a partir de una célula adulta común. Estas células recibieron el nombre de CM pluripotentes inducidas (IPS, Induced Pluripotent Stem). Yamanaka y otro médico de su equipo, John Gurdon, obtuvieron el premio Nobel de Fisiología en Medicina en 2012 por estos logros. Lo extraordinario de la labor de Yamanaka es que tomaron una célula de piel adulta y, como si llevaran las agujas del reloj hacia atrás, la volvieron a su estado de CM embrionaria.
Demostrada su capacidad para regenerar tejidos dañados, científicos de todo el mundo se lanzaron a investigar las valiosas propiedades de estas células con el fin último de ver reproducidos en humanos los resultados alcanzados en el laboratorio. Pero a medida que fueron creciendo las posibilidades de curación de diferentes patologías se multiplicaron también las dudosas ofertas de tratamientos con CM en varios países, como China, India, Taiwán, Corea del Sur y Japón. Incluso en Argentina, Brasil, México y Estados Unidos hay instituciones que promocionan sus curas «milagrosas». En nuestro país, esto se ve no sólo en Buenos Aires, sino también en provincias como Córdoba o Mendoza, y se venden casi como si se tratase de paquetes turísticos. Por su parte, el ofrecimiento de terapias con CM en clínicas de China está cada vez más extendido. Un artículo del diario chino El Pueblo daba cuenta el año pasado de varios argentinos que se encontraban en ese país realizando tratamientos con CM. Uno de los casos era el de Benjamín Luengo, de 6 años, afectado por una parálisis cerebral e insuficiencia renal. Gracias a donaciones, esta familia mendocina había logrado reunir los 50.000 dólares que insumían el tratamiento y el viaje. Lamentablemente, el niño falleció, no por causa del tratamiento con CM, pero éste resultó inútil para mejorarlo. En este punto, cabe destacar cuál es el riesgo real de someterse a investigaciones que todavía están en desarrollo o que no siguen un protocolo científico de prueba en humanos. Según Pablo Argibay, director del Instituto de Ciencias Básicas y Medicina Experimental del Hospital Italiano –cuyas investigaciones fueron premiadas el año pasado tanto en Tecnópolis como en Innovar–, «con las CM existe un problema biológico. En laboratorio, por ejemplo, las CM pluripotentes embrionarias, cuando no las ubicás en el medio correcto, muchas veces dan tumores. Uno tiende a pensar que las células embrionarias son todas iguales y que podés usarlas para introducirlas indistintamente en el corazón, en el hígado, etcétera, y el problema es que no, a veces esa célula no era la que iba a dar necesariamente tejido del hígado. Ese paso todavía no está claro y nadie las quiere usar porque generan tumores».

Hace dos años un comunicado del INCUCAI informaba que cualquier uso que se hiciera de las CM que no fuera el trasplante de Células Progenitoras Hematopoyéticas (CPH) debía considerarse «una práctica experimental, y, en tal sentido, ser precedida de una autorización expresa de la autoridad competente». El organismo alertaba también que «la utilización de CM para uso terapéutico sin la debida autorización es una práctica ilegal que puede afectar tanto la seguridad, salud y vida de los pacientes en particular, como a la salud pública en general».

Creencias. La investigación con células de embriones descartados en tratamientos de fertilización asistida generó controversias con la Iglesia.
(Martin Acosta)

 

Propiedad pública o privada
La cuestión de preservar las CM tiene su fundamento en su utilización en los únicos tratamientos hasta ahora científicamente probados en el país. Al respecto, el INCUCAI ofrece información precisa: «La única práctica con CM que ha demostrado seguridad y eficacia científica es el trasplante de CPH en casos de enfermedades oncohematológicas. Fuera de este tratamiento no existe evidencia clínica ni tratamientos establecidos a nivel nacional e internacional que hayan demostrado la eficacia del uso de CM para curar otras enfermedades». Los trasplantes de médula ósea son parte del tratamiento de diversas enfermedades hematológicas, inmunológicas, oncológicas y metabólicas. El problema se genera cuando los pacientes no pueden hallar un donante adecuado. Entonces, en lugar de médula, se puede usar como alternativa la sangre de cordón umbilical, debido a su alto contenido en células progenitoras hematopoyéticas. Con ese fin se creó en 1996 el Banco Público de Sangre de Cordón Umbilical en el Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan, que comenzó con el programa público de colecta de sangre de cordón en 2005, en el cual se invita a las familias «a donar en forma altruista la sangre de cordón de su niño. Ésta pasa a formar parte del Banco Público y queda a disposición de pacientes que requieren un trasplante de médula ósea y no cuentan con un donante relacionado». Se estima que las CM –criopreservadas por lo general en nitrógeno líquido a 196 °C bajo cero– pueden perdurar sin alteraciones por más de 20 años.
También existe la posibilidad de guardar las CM de cordón en un banco privado. Según Patricia Epstein, directora médica de Matercell, el mayor banco privado de CM del país, «lo que hacemos es ofrecerle a los papás la posibilidad de guardar las células de su hijo ante la eventualidad de un uso futuro. El sistema público es un banco que no tiene un destinatario previo; en uno privado, las personas deciden guardarlas para uso propio en el caso de que necesiten esas células para darle algún tipo de destino, cosa que nosotros no conocemos…». La inscripción, procesamiento y criopreservación de las CM ronda los $14.000, y el mantenimiento anual, $1.200. Epstein dice que las células que se obtienen de la sangre que queda en el cordón umbilical y en la placenta «son un material que de otra manera sería desechado y que tiene unas características especiales. Son células que se comportan con una mejor tolerancia en el caso de trasplantes. Estas características hacen que sean un bien preciado». Hasta principios de mayo, la resolución Nº 069/09 del INCUCAI establecía que los cordones umbilicales congelados y las CM que contienen son para uso público, incluso si están guardadas en bancos privados. Sin embargo, un fallo de la Corte Suprema en respuesta a un amparo dejó sin efecto la resolución, y las personas que hayan preservado CM en bancos privados no estarán obligadas a donarlas.

 

Investigaciones nacionales
En Argentina, el INCUCAI ha autorizado hasta ahora tres líneas de investigación y ensayos clínicos para evaluar potenciales terapias: ataques cerebrovasculares (ACV), liderado por la Fundación Fleni; lesiones del cartílago de la rodilla, en el laboratorio nacional Craveri; y grandes quemaduras, a cargo del Ministerio de Salud bonaerense a través de CUCAIBA (Centro Único de Ablación e Implante de la Provincia de Buenos Aires) y el Hospital de Quemados de la ciudad de Buenos Aires.

Argibay. «Trabajamos en
transformar una célula adulta en
otra célula adulta».

Glorio. «Es un tema complejo
que requiere un análisis
multidisciplinario».

Es que hasta ahora buena parte de los éxitos obtenidos con CM en laboratorio están basados exclusivamente en la experimentación con ratones, mientras que el estudio en humanos se va llevando a cabo en todo el mundo –pese a los resultados promisorios– con cautela. Uno de los puntos controversiales es el uso de CM tomadas de embriones en fase de blastocisto (entre los 5 y 14 días de gestación). Estos embriones pueden provenir de fertilizaciones in vitro, es decir, son embriones sobrantes que, por ejemplo, no han sido implantados en aquellas mujeres que realizaban un tratamiento de fertilización asistida. Extraer CM de estos embriones implica destruirlos. A esto es a lo que la Iglesia Católica y otros grupos conservadores se oponen drásticamente. Según la Academia Pontificia para la Vida, «en base a un análisis biológico completo, el embrión humano vivo es, a partir de la fusión de los gametos, un sujeto humano con una identidad bien definida, que comienza desde ese momento su propio desarrollo, coordinado, continuo y gradual, de tal modo que en ningún estadio sucesivo puede ser considerado como un simple conglomerado de células. En consecuencia, en cuanto “individuo humano”, tiene derecho a su propia vida».  En 2009 Barack Obama autorizó en EE.UU. el financiamiento federal para la investigación de CM obtenidas a partir de embriones humanos.

Pero, como señala Argibay, «las CM embrionarias casi han quedado anuladas como posibilidad terapéutica, especialmente después de los logros de Yamanaka, ya que la iPS obtenida por el científico japonés nunca podría ser considerada “una persona”; es una célula más sacada del cuerpo de un adulto que se modificó artificialmente. Y en lo que estamos trabajando nosotros es en transformar una célula adulta en otra célula adulta; por ejemplo, tomar una célula de la piel y transformarla en una célula del hígado sin pasar por el estado embrionario. Las dos tienen los mismos genes; el punto es que en cada una de ellas sus genes se “prenden” o se “apagan” de distinto modo, y entonces producen proteínas diferentes y la célula termina diferenciándose, pero sus genes son los mismos. Justamente estos dos procedimientos, tanto el de las iPS de Yamanaka como el de las células transformadas, involucran células de adulto y no hay conflicto ético-ideológico». El problema con las iPS es que sólo el 1% de las células de la piel consigue retrasar su reloj y son reacias a volver a ser una CM. Pero un equipo de científicos israelíes del Instituto Weizmann recientemente ha conseguido identificar el gen que impide la activación. Esto permitiría alcanzar el 100% de la reprogramación de la célula. Las iPS serían ideales ya que, al ser células del propio paciente, no generan problemas éticos ni religiosos y se evitan rechazos en trasplantes.

 

Decisiones serias
Habida cuenta del vacío legal que existe en el país, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación (MINCYT) creó en 2007 la Comisión Asesora en Terapias Celulares y Medicina Regenerativa para contener en un marco legislativo la investigación y proporcionar una opinión especializada en temas relacionados con las CM. La Comisión se encuentra ahora abocada a la finalización de un proyecto de ley que será enviado al Congreso próximamente (ver recuadro). Según comentó a Acción Roberto Glorio, magíster en Biología Molecular y subdirector de la carrera de Especialistas en Medicina Legal de la UBA, «es un tema muy complejo que requiere un análisis integral y multidisciplinario. Desde ya que las propuestas legislativas que se presenten deben prever cláusulas de revisión periódicas para que las leyes sean actualizadas de acuerdo con los avances tecnológicos y las necesidades concretas de cada momento histórico. Se debe realizar un análisis exhaustivo, sincero, honesto, con una participación de todos aquellos que deseen iluminar y no ensombrecer el debate, para poder tomar decisiones serias en este tema».

Epstein. «Los padres pueden
guardar las células de su hijo por
una eventualidad».

López. «Se está trabajando con
células madre incluso en el área
cardiovascular».

De avanzar la investigación de las células pluripotentes inducidas, no sería necesaria la utilización de CM embrionarias. Científicos de distintos países ya han logrado aislar CM del líquido amniótico, que tienen propiedades similares a las embrionarias para regenerar tejidos. Por ejemplo, investigadores de la Universidad de Oregon alcanzaron un hito en la medicina regenerativa cuando lograron clonar CM humanas en laboratorio. Siguiendo la misma técnica que hizo posible la existencia de la oveja Dolly, los científicos estadounidenses desarrollaron una línea de CM capaces de convertirse en cualquiera de los 220 tejidos del organismo. Esto permitirá mejorar enormemente las técnicas de reprogramación celular con el fin último de hallar un uso terapéutico a estas células.
Más allá de las controversias éticas, cuyos ecos día a día se van apagando con el avance del conocimiento, las CM se muestran sin duda como la gran esperanza para el género humano, al punto que los más fantasiosos imaginan ya la fabricación de órganos en laboratorio con células propias, de modo que ya nadie necesitaría un donante para un trasplante y los órganos se podrían ir renovando en el cuerpo como si se cambiara un repuesto del auto.
Para Argibay todavía hay mucho por hacer. El especialista cree que en el futuro cercano «las afecciones que van a tener una solución son las ortopédicas, como, por ejemplo, en artrosis de rodilla por destrucción del cartílago. En necrosis ósea, del fémur, en la cadera, en la cual la función de las células es bastante mecánica, no hay necesidad de grandes diferenciaciones. Después, podrían ser los tejidos musculares, de modo que en el corazón se logre reemplazar el tejido cardíaco; pero claramente las más complejas van a ser las últimas, como el sistema nervioso. Porque no sólo tenés que poner una célula que se transforme en una neurona, sino también que se conecte con las demás». Respecto al futuro, el investigador señala: «Hay países como Japón que pusieron todo ahí para poder largar lo antes posible con estas terapias, pero hay mucho por hacer porque en estas células sus genes están modificados; pueden dar tumores, incluso nadie sabe si no van a volver hacia atrás y ser la célula que eran originariamente. Hay, todavía, muchas preguntas de investigación muy básica sin respuesta».

Marcelo Torres

 

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