12 de julio de 2013
Referentes del movimiento nucleado en el Instituto Movilizador colmaron la sala mayor del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Discursos de Carlos Heller y Rubén Cédola.
El ideario cooperativo contribuye a la construcción de un mundo mejor. Los conceptos acuñados por los precursores del cooperativismo y enriquecidos por la experiencia acumulada a lo largo de más de un siglo y medio adquieren una notable vigencia en el marco de la crisis civilizatoria que atraviesa la humanidad». Con estas palabras se inicia la declaración del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos por el 91º Día Internacional del Cooperativismo, celebrado en la sala Solidaridad del CCC Floreal Gorini. Ante una platea colmada brindaron sendos discursos el presidente del IMFC, Rubén Cédola, y el presidente de Banco Credicoop y diputado nacional Carlos Heller. Las metas alcanzadas en los últimos años y los desafíos pendientes fueron los ejes de las intervenciones de los dirigentes cooperativos. Los acompañaron el director del CCC y diputado nacional Juan Carlos Junio, la presidenta de la comisión asesora filial Buenos Aires del IMFC, Leticia Sosa, y Edgardo Form, gerente general del IMFC y legislador porteño.
Desde las butacas de la sala mayor del complejo de la calle Corrientes, representantes de cooperativas asociadas al IMFC e invitados especiales siguieron las alternativas de la celebración, que recibió múltiples adhesiones, entre ellas, de la mesa directiva del Banco Credicoop; de Rubén Vázquez, presidente de Tarjeta Cabal; de Juan Torres, titular de Residencias Cooperativas de Turismo; de Idelcoop, a través de su presidente Ángel Petriella; de la Red Cooperativa de Comunicaciones, suscripta por su gerente Ricardo Presta; de la Federación Argentina de Entidades Solidarias de Salud, a través de su presidente, Ricardo López; y del presidente de la Federación Argentina de Cooperativas de Electricidad, Marcelo Gallo. También se recibieron salutaciones de la senadora nacional Liliana Fellner, titular de la Red Nacional de Parlamentarios Cooperativistas; de la Confederación Cooperativa de la República Argentina, firmada por su presidente, Ariel Guarco; de la Cooperativa Tigre (Formosa), a través de su tesorera Norma Ríos; de Segurcoop, de parte de su presidente Jorge Lorenzo; de la Fundación Banco Credicoop, firmada por su director ejecutivo Darío Dofman; del Instituto Argentino para el Desarrollo Económico a través de su presidente, Sergio Carpenter; de la Cooperativa Ático y la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios.
Al inicio del acto se realizó la lectura de la declaración que cada año emite el IMFC al conmemorar la máxima fecha del movimiento solidario, instituida en 1995 por la Organización de las Naciones Unidas. «Los valores y principios de la cooperación orientan la gestión eficaz y eficiente de las empresas cooperativas, y al mismo tiempo aportan una cosmovisión para el diseño de una sociedad más justa y solidaria», manifiesta el escrito titulado «Principios y valores para la transformación social». En efecto, afirma, el principio de puertas abiertas, proyectado hacia la organización política de las naciones, «contribuiría a la inclusión social sin discriminaciones, respetando la diversidad como un factor enriquecedor de la condición humana».
Asimismo, señala que el principio de control democrático, cuya expresión más clara es «un asociado, un voto» constituye «una premisa fundamental para ejercitar la democracia participativa, donde los ciudadanos y las ciudadanas son artífices de sus destinos, a través de un protagonismo consciente en la puesta en práctica del proyecto de país acorde con sus más genuinos anhelos».
Articulación eficaz
«La democracia no se agota en la emisión del voto cada dos años, sino que, además de garantizar la participación cívica en la elección de sus representantes, debe asegurar el control de gestión de quienes asumen cargos electivos», amplía la declaración y añade: «La experiencia de las cooperativas exitosas demuestra que se puede articular eficazmente la participación democrática de los asociados con la eficiencia empresarial». El modelo cooperativo permitiría «amalgamar las aspiraciones individuales con el proyecto colectivo, haciendo realidad el sueño utópico pero no imposible de dar a cada cual según sus necesidades».
«La distribución de los excedentes es equiparable al reparto equitativo de la riqueza. Así como en una cooperativa se distribuyen los resultados positivos de cada ejercicio económico en proporción a la utilización de los servicios por parte de los asociados, las riquezas acumuladas por el esfuerzo de millones de personas en un país deberían fluir hacia el conjunto de la sociedad garantizando el bienestar de todos sus habitantes», expresa y subraya: «El capital, factor indispensable en la producción de bienes y servicios, no es otra cosa que trabajo acumulado. Por lo tanto, una sociedad justa y solidaria no puede permitir que ese recurso se concentre en un polo de privilegio, a expensas de la postergación de las mayorías».
El principio de la educación, expresa en otro de sus tramos, «es el factor clave para posibilitar que los asociados conozcan y ejerciten sus derechos. De igual modo, una ciudadanía educada, con capacidad de pensamiento crítico, es la condición indispensable para sustentar y profundizar la democracia política, económica, social y cultural de una nación». Por otra parte, afirma que el principio de integración «también es de vital importancia entre los pueblos y sus respectivos Estados nacionales». El interés por la comunidad, añade, «es la responsabilidad por el cuidado de la naturaleza y, más aún, proceder con racionalidad para utilizar los recursos no renovables, asegurando la biodiversidad para las generaciones presentes y futuras».
Por último, la declaración manifiesta que «estos principios básicos y a la vez esenciales, así como el valor de la solidaridad, pueden y deben incidir en el debate contemporáneo para superar la crisis del sistema dominante y fortalecer la esperanza activa de que otro mundo es necesario y posible». «El cooperativismo –concluye– puede aportar mucho más que un ejemplo de buen desempeño económico. Cuenta con un bagaje conceptual formidable para nutrir a sus asociados, hombres y mujeres de la economía solidaria, en la batalla de ideas que permita instalar la cultura de la ayuda mutua, el esfuerzo propio y el amor al prójimo».
—Cora Giordana
Informe: Silvia Porritelli
RUBÉN CÉDOLA
«De dónde venimos y hacia dónde vamos»
Estamos celebrando el 91º aniversario del Día Internacional del Cooperativismo, un día después de celebrar el Día de la Independencia argentina y, justamente, el recorrido de la historia no es un ejercicio ocioso. Es indispensable para saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Es un ejercicio para evitar que la rutina o las urgencias del presente nos hagan olvidar muestras raíces», señaló Rubén Cédola al inicio de su intervención.
«El Día Internacional del Cooperativismo es un momento para homenajear a los precursores del movimiento, pero también para pasar revista a los logros y desafíos contemporáneos de la economía solidaria, en una circunstancia particularmente compleja de la civilización, atravesada por una profunda crisis económica, política, social y cultural», manifestó luego. En este contexto recordó a los 28 tejedores de la ciudad inglesa de Rochdale que en diciembre de 1844 dieron vida al cooperativismo organizado. «El origen fue modesto. Había que asegurar la provisión de los productos indispensables para la vida cotidiana. Pero también fue una respuesta crítica al capitalismo naciente que, producto de su naturaleza, generaba –al igual que en el presente– desocupación y exclusión social. Los pioneros de Rochdale enfrentaron el desempleo y también el abuso de comerciantes inescrupulosos. Había que garantizar el precio justo y el peso exacto de los artículos de consumo elementales para la alimentación familiar. Y, vaya curiosidad, hoy en día en nuestro país también hay que asegurar el precio justo de los artículos de la canasta familiar, para cuidar el bolsillo de los consumidores, y poner freno a la especulación con incidencia en los procesos inflacionarios», enfatizó el dirigente.
Cédola recordó asimismo otras experiencias del movimiento económico y social que hoy nuclea a mil millones de personas en todo el mundo y que «pudieron concretarse por la conjunción de las necesidades y las posibilidades, tanto organizativas como ideológicas». Así, destacó a Robert Owen, uno de los impulsores del cooperativismo, economista y copropietario de la fábrica textil New Lanark y uno de los empresarios más importantes de la industria textil británica quien, convencido de las virtudes de la doctrina solidaria, redujo la jornada laboral, además de conceder a sus empleados participación de las ganancias de su empresa y colaborar en el mejoramiento de las viviendas de los trabajadores. «En palabras actuales: inclusión social y equitativa distribución del ingreso», destacó Cédola, quien también repasó las experiencias cooperativas que comenzaron a florecer en la Argentina a fines del siglo XIX con las primeras corrientes migratorias. De esta manera, recordó que en 1885 se constituyó, en la ciudad de Buenos Aires, la cooperativa de crédito y consumo Los iguales, promovida por inmigrantes franceses, que dejó de funcionar en 1888. Estaba ubicada en la manzana actualmente ocupada por el Congreso Nacional. Posteriormente, se inicia un período importante de desarrollo del cooperativismo, con la fundación, el 30 de julio de 1905, de El Hogar Obrero, que, según el dirigente «marcó un rumbo en la economía solidaria, porque a la par de la construcción de viviendas desplegó una importante operatoria en la rama del consumo». «Actualmente –añadió– y luego de atravesar una prolongada situación crítica, esta entidad hermana ha retomado su objeto social originario en materia de construcción de viviendas». «Junto con otras ramas de la cooperación –destacó– el crecimiento y la buena gestión logran que cerca de 9.400.000 argentinos puedan recibir un buen servicio».
Los verdaderos responsables
«No podemos ni debemos dejar de responsabilizar al sistema capitalista, de la mano de los gobiernos que lo aceptan, de ser los responsables de hacerles pagar el costo de la crisis a trabajadores, jubilados y sectores de menores recursos. El Fondo Monetario Internacional, aquel que le sacó tarjeta naranja a nuestro país por haberle pagado la deuda y no aceptar sus recetas de ajuste, es el verdadero responsable de la profundización de la crisis que afecta a varios países europeos. Porque no vuelca un solo euro en los gobiernos para que éstos puedan ayudar a empresas y que de esta manera se pueda comenzar a mitigar los preocupantes índices de desocupación, sino que todo lo vuelca en el salvataje del sistema financiero, también responsable de la crisis», dijo.
«En mi interpretación, la Alianza Cooperativa Internacional, según lo muestran documentos de reciente difusión, considera que el cooperativismo es un buen sistema dentro de la metodología capitalista y respetuosamente, no estoy de acuerdo, porque tenemos la obligación de confrontar con un modelo que solamente piensa en la acumulación de ganancias en desmedro de las personas, tenemos que decir que son los que contribuyen al cambio climático, negándose a firmar acuerdos que permitan a la humanidad mejores condiciones de vida», manifestó en otro tramo el presidente del IMFC y subrayó: «Es nuestra responsabilidad llevar a la práctica el lema “Las cooperativas contribuyen a desarrollar un mundo mejor”, y no conformarnos a dormir con el enemigo».
A la par, llamó a que el movimiento cooperativo «asuma roles en la vida política e institucional del país, ocupando los cargos que la ciudadanía nos provea con su voto, o en cargos ejecutivos en los cuales podamos contribuir a un mejor desarrollo». Por este motivo, expresó «seguimos convocando a la gente joven para que se incorpore a nuestro movimiento, en lo institucional y político. Debemos insistir en que los jóvenes conozcan y utilicen estas verdaderas usinas generadoras del conocimiento y la capacitación que son el Instituto de la Cooperación Idelcoop y el CCC Floreal Gorini».
«La cooperación es fuente de vida solidaria, de inclusión social, de respeto por el otro, pero si no la acompañamos haciendo el ejercicio de la política, posiblemente lograremos con nuestros discursos que se nos aplauda un poco más o un poco menos, pero no tendrán ningún impacto en la vida de la gente. Por eso, es necesario ampliar la participación. Estamos confiados en que Carlos Heller seguirá ocupando su banca, luego de la próxima consulta electoral», afirmó en otro pasaje de su intervención.
Para concluir, Cédola manifestó: «Hoy es necesario respaldar este proceso popular con una fuerte participación del Estado nacional. No tengamos ningún pudor en manifestarlo. En definitiva, estamos llevando a la práctica lo sustentado en muchos años en las Propuestas Cooperativas del IMFC y, nadie nos podrá negar, nuestro compromiso con el país, nuestra coherencia y nuestra historia». El discurso se cerró con una frase del recordado dirigente Floreal Gorini: «Nadie puede pronosticar los años que faltan para llegar a la sociedad realmente humana, pero el hecho de estar en el camino de la lucha para lograrlo hace a nuestra dignidad, nos eleva como personas y nos hace sentir felices, porque sabemos que estamos aportando a ese futuro de paz, justicia e igualdad».
CARLOS HELLER
«Somos los mismos, cambió el contexto»
En su intervención, que cerró el acto en la sala Solidaridad, el presidente de Banco Credicoop y diputado nacional, Carlos Heller, planteó también una mirada crítica sobre la Alianza Cooperativa Internacional y su plan de acción para una «Década Cooperativa». «Analizar ese documento plantea una discusión sobre qué cooperativismo queremos», manifestó, al tiempo que expresó: «La ACI se refiere al momento histórico y a las oportunidades y propuestas que tiene el movimiento solidario para el año 2020, a fin de consolidar “el modelo empresarial cooperativo”, considerándolo el líder de la sustentabilidad económica, medioambiental y social, además de ser el modelo preferido por la gente y el de más rápido crecimiento». Según Heller, el documento tiene un «fuerte sesgo europeo, por el peso que tienen las grandes cooperativas europeas en la conducción del movimiento internacional, y no toma en cuenta las recomendaciones que hizo la subregión Sur de la ACI». «A nuestro juicio –indicó– se toma al movimiento cooperativo casi en abstracto, idealizándolo. En ningún momento habla de la situación política y de los modelos económicos que han generado una crisis tras otra en el mundo. Reconoce algunas desigualdades pero no alude a las causas y a quienes las provocaron. Sólo advierte un excesivo interés por el lucro, que ha existido en todas las etapas del capitalismo y diríamos que es su rasgo natural».
«Más allá de que nosotros estamos de acuerdo con muchas de las cosas que allí se dicen, como elevar la participación de los miembros, mejorar el sistema de gestión, consolidar el mensaje cooperativista, asegurar los marcos jurídicos que apoyan el crecimiento de las cooperativas, nuestro movimiento tiene una visión muy diferente de la que plantea el documento que reduce a las cooperativas a modelos empresariales mejores, más inteligentes y más capaces de reaccionar ante las circunstancias. Nuestra visión tiene que ver con una cultura y una convicción vinculada con lo que llamamos cooperativismo transformador», enfatizó el dirigente. En ese punto Heller se remitió a Floreal Gorini cuando decía que hay dos tipos de cooperativas, las que se dedican nada más que a administrar bien el servicio que brindan y, por el otro, las que además creen que deben formar parte de los núcleos que se proponen transformar en el mundo en el que actúan. «Para nosotros la cooperativa con espíritu transformador es la única que permite pensar un verdadero desarrollo del movimiento», sostuvo el presidente de Credicoop.
Esto pone de manifiesto, según el dirigente, las diferentes visiones que existen acerca de la misma doctrina: «Tenemos que pensar que el movimiento tiene una gran potencialidad en la medida en que se apliquen a pleno sus principios y valores, pero que esa potencialidad debe fortalecerse en la articulación entre la empresa cooperativa y el movimiento social», especificó luego, aludiendo a la participación del movimiento en la vida política del país. Seguidamente enumeró algunos de los puntos de las sucesivas Propuestas del IMFC que han encontrado eco en el proyecto de país vigente. «La cancelación de la deuda con el FMI permitió que terminemos con los condicionamientos que siempre nos decían qué teníamos que hacer», resaltó, a la par que calificó de «fundamental» el No al Alca. También especificó que figuran en la Propuesta la elevación de los aranceles a las importaciones, el establecimiento de cupos para proteger y defender el aparato productivo del país; la preservación de reservas financieras y también el intento de establecer las retenciones móviles. «Otras iniciativas que planteaba la Propuesta eran las medidas para mejorar las condiciones sociales y la atención de las necesidades más urgentes de la población, el incremento de la cobertura previsional y la estatización de los fondos, el establecimiento de tarifas subsidiadas en los servicios para los sectores de menores recursos, el fomento al empleo y el privilegio al mercado interno, el restablecimiento de las negociaciones colectivas de trabajo y las acciones para paliar el flagelo de la precarización laboral, como la prohibición al trabajo de los menores y la regulación de los peones rurales y los trabajadores de casas particulares». «Todas estas cuestiones –aseguró Heller– han tenido respuesta, aunque en algunos aspectos todavía hace falta avanzar mucho».
Reivindicación virtuosa
«En la Propuesta todavía no hablábamos de la ley de Servicios Financieros pero sí señalábamos la intención de generar un sistema que contribuya al desarrollo económico y equitativo de la sociedad, fomentar la banca pública y cooperativa; hablábamos de subsidios para pymes y políticas de orientación de crédito, y el año pasado fuimos partícipes de una ley de enorme trascendencia como es la de Reforma de la Carta Orgánica del Banco Central. Nosotros seguimos reivindicando nuestro proyecto porque creemos que avanza más allá, pero la cuenta gratuita universal, encajes diferenciales, los límites a los intereses a los préstamos a los jubilados, los créditos para la inversión productiva, ahora están naturalizados dentro del sistema», argumentó. Luego, destacó la participación del IMFC en la sanción de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, en tanto integrante de la Coalición por una Radiodifusión Democrática. También la estatización de empresas de servicios públicos como YPF, el correo y algunos ramales ferroviarios.
«El Estado que tenemos ahora no tiene nada que ver con el Estado de hace 10 años. Ha habido un cambio, una cuestión que para los cooperativistas es tan sencilla porque es el eje por donde deberían pasar todas las discusiones: si una empresa está hecha para obtener la máxima ganancia posible, o, en cambio, para prestar un servicio para los que utilizan o consumen esa prestación. Se ha dado un paso importante en cuanto a la definición del rol del Estado, en cuanto a su objeto social». A todo lo expuesto sumó los derechos individuales y colectivos ganados en los últimos años por la ciudadanía, desde el matrimonio igualitario al Fútbol para Todos. «Ni el más optimista de nuestros dirigentes imaginó que nosotros a esta altura de 2013 estaríamos donde estamos, con un movimiento cooperativo consolidado, una experiencia exitosa y prestigiosa como es el Banco Credicoop, con un Centro Cultural que es un orgullo, con todas las empresas del sector, un Instituto de la Cooperación como el que hemos ido desarrollando, todo ese conjunto de organizaciones que hemos construido, todas imbuidas de una filosofía común», destacó.
«Estamos en una etapa inédita, porque siempre estuvimos a la defensiva, siempre peleando por la supervivencia y amenazados por el sistema dominante que era profundamente anticooperativista. Era difícil predecir que en 2013 estaríamos hablando de cómo incidir más, de cómo podemos crecer en nuestra participación, de cómo formamos parte de este proyecto, y eso no significa que nosotros hayamos cambiado de ideas, cambió el proyecto de país que recoge muchísimas de nuestras aspiraciones de toda la vida. Algunas ya se cumplieron, otras están en proceso y otras son asignaturas pendientes por las que tenemos que seguir trabajando. Ese es el desafío que tenemos hoy, seguir trabajando por que el cooperativismo tenga rasgo transformador como soñaban nuestros líderes y para que se siga profundizando este proyecto de país que comenzó a construirse en 2003 y que necesita muchos años más en la misma dirección para consolidar todo lo que falta».