La otra invasión inglesa

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Se calcula que menos de un 30% de los argentinos habla el idioma. Sin embargo, la inclusión de palabras en inglés en la conversación diaria es cada vez más frecuente. Cómo influyen las redes sociales.

De otra parte. La cultura local tiene una fuerte presencia de anglicismos. (Martín Acosta)

Voy al gym». «Mi cuñada es re fashion». «Oh my God, no lo puedo creer». Las palabras en inglés pululan en Internet y se cuelan en el habla cotidiana. Deportes nacidos en tierras británicas, entre ellos, el fútbol, instalaron términos como corner, record y team, hace varias décadas. Pero ha sido en los últimos 10 años que esta «invasión» se intensificó, debido a la globalización, a la interconexión informática, a la aparición de las redes sociales y al predominio de los países de habla inglesa en las comunicaciones y el mundo tecnológico.
«El inglés es más concreto que el español y está muy presente en situaciones en que algún vocablo soluciona la comunicación mucho más rápido que una palabra en castellano. Por ejemplo, email en vez de correo electrónico, u okay en lugar de “de acuerdo”. El OK  se usa mucho», dice Teresa Davis, directora académica del Centro Universitario de Idiomas (CUI) con sede en la Facultad de Agronomía de la UBA.
Factores como el trabajo y la edad hacen que la gente esté más o menos en contacto con el idioma, según indica Claudia Fernández, directora del Laboratorio de Idiomas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Es común que en áreas como el turismo, se utilicen expresiones como check-in y check-out, ya que forman parte de una convención universal, mientras que en la economía, vocablos como market share o commodity se usan sin ser modificados y sin emplear un equivalente en castellano. «Las personas más jóvenes tienen más contacto con los anglicismos, por el cine y por la música, que es un gran vehiculizador para estudiar la lengua. Los niños, a través de los videojuegos, dicen game over y no saben lo que es. Los videojuegos son una buena puerta de entrada al conocimiento del inglés», subraya.
Las palabrotas también se adoptan, sobre todo en Facebook, donde la gente se expresa más informalmente, aunque Davis se ha sorprendido al oír algunos fuck you y shit en la calle. «Los jóvenes usan las groserías en inglés muy livianamente, como si fueran cualquier cosa», comenta.
El inglés es el tercer idioma más hablado en el mundo, después del chino y el español, pero, a diferencia de estos, se lo reconoce como la lengua dominante de los negocios. Llamado el «idioma de comunicación internacional», es la jerga extranjera más estudiada en el mundo (69%, de acuerdo con el Primer Informe Bertliz, elaborado en 2005). A nivel local, sólo en el Laboratorio de Idiomas de la UBA, de los 3.000 alumnos que tienen, más de la mitad se anota en inglés. Le siguen en el orden de preferencias el francés y el portugués.
Pero, ¿qué porcentaje de los argentinos habla inglés? En la UBA calculan que menos de un 30%. En 2011, Education First, una empresa sueca dedicada a la enseñanza de inglés, elaboró su primer índice mundial sobre conocimiento de esta lengua. La Argentina se ubicó en el puesto número 16 de un total de 44 países de todo el mundo, y a la cabeza de las naciones hispanohablantes. «Se habla bien, pero eso depende de lo que se considere bien. Bien como para comunicarse, no en referencia a mejor pronunciación ni a exactitud en la expresión», aclara Davis al respecto. «Acá hay más gente que lee que la que habla», complementa Fernández.
Quién desliza un don’t worry por «no te preocupes», o un of course por un «por supuesto», ¿da una imagen más sofisticada? ¿Se puede hablar de esnobismo? Davis admite que hay algo de eso. «O la gente siente que está más en onda. El too much (demasiado), por ejemplo, lo usan bastante», ejemplifica. Para la profesora María Cecilia García, en tanto, «usar terminología en inglés puede servir para dar la idea de “lo sé decir, lo sé pronunciar”, aunque también se usa con tono de humor, como haciendo un guiño: “vamos a tomar unos drinks” o “cómo está tu boyfriend”».

Falsos amigos
García, quien trabaja en Lew Idiomas y Servicios, instituto que ofrece inglés corporativo, observa que «la incorporación del inglés al castellano de todos los días también se relaciona con que las audiencias online utilizan los nombres en inglés de productos de origen anglosajón (como el smartphone) o ciertas palabras, porque fueron inventadas allá. Y todos se adaptan». A modo de ejemplo, menciona: blog y chat, términos que la Real Academia Española, asimiló recientemente. «Chat viene de charla en inglés, pero la gente en castellano no dice charlar sino chatear, por su uso en Internet», destaca.
Algunas palabras mutan o cambian de sentido al pasar del inglés al castellano. O, como dice Fernández, «más que mutar es el uso que ciertos grupos y en ciertas situaciones hacen del idioma». Dos casos típicamente argentinos son el empleo de fashion y shopping. El primero es un sustantivo, moda, pero en español se transforma en adjetivo para describir a alguien que sigue las últimas tendencias, es decir, es «fashion».
Aunque sólo un tercio de la población argentina declara usar el inglés de modo frecuente, la realidad muestra que no sólo los anglicismos han invadido la cultura local. Las versiones criollas de fiestas como San Valentín y Halloween son uno de los tantos ejemplos de la influencia anglosajona en la vida cotidiana de los argentinos.

F. F.

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