La precursora

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Los testimonios de época y las investigaciones históricas sobre Virginia Bolten (Baradero, 1876 – Montevideo, 1969) recortan el perfil de una militante extraordinaria en la historia del movimiento obrero. Oradora de barricada y feminista, agitadora en la prensa y en asambleas gremiales, estuvo en la primera línea de las grandes movilizaciones anarquistas y desarrolló una prédica precursora por los derechos de las mujeres. La prensa tradicional y las policías de varias provincias registraron desde temprano a «esa joven de palabra enérgica y dominante», como la definió Juan Bialet Massé, el autor del informe El estado de las clases obreras en la Argentina.
Bolten inició su actuación entre fines del siglo XIX y principios del XX en Rosario, cuando esta ciudad era «el cuartel general de la propaganda anarquista», según la expresión del dirigente Adrián Patroni. Entre 1899 y 1900, como integrante del grupo de mujeres anarquistas Las Proletarias, editó la versión rosarina de La Voz de la Mujer, primer periódico feminista en la Argentina. Fue también colaboradora de La Protesta y autora de artículos doctrinarios en los que señalaba la emancipación de las mujeres como «la base de una sociedad justa» y, en lugar de la familia formada a partir del matrimonio, proponía otra basada en «el amor espontáneo y no convencional».
La figura de Bolten creció a través de incontables refriegas callejeras con la policía y de asambleas donde arengaba a los trabajadores con discursos de alto voltaje. Entre otros episodios, su prontuario registró una detención por irrumpir en la procesión de la Virgen de la Roca, en Rosario, y arrojar piedras a la imagen mientras daba vivas a la anarquía y la revolución social. El 24 de octubre de 1901 habló en el acto de repudio al asesinato de Cosme Budislavich, el primer obrero muerto por la represión policial en la Argentina: «Es vergonzoso que haya tan pocas mujeres en esta manifestación –dijo–. Tenemos miedo de venir por las calles mezcladas entre los hombres y no lo tenemos de entregarnos a ellos ni de perecer en el trabajo». Por entonces estaba incluida en una lista de «anarquistas y agitadores» que vigilaba la policía.
A fines de 1905 fue expulsada del país junto con su pareja Manuel Manrique, del gremio de los zapateros, sus cuatro hijos y otros 30 anarquistas. Se radicó entonces en Montevideo. En 1909 dirigió el periódico La Nueva Senda, que dejó de publicarse al año siguiente para poner sus recursos a disposición para editar La Protesta desde Montevideo y llevarla a Buenos Aires, donde la Policía lo impedía.
Bolten consideraba que el bajo nivel cultural y la influencia de la Iglesia Católica eran las principales causas del sojuzgamiento de las mujeres. Pero también encontraba obstáculos dentro de las propias filas: «Se nos llama machonas –dijo, en un acto público–; muy bien, si no son capaces de luchar, les enseñaremos a ser hombres». Entre las investigaciones recientes, la revista Políticas de la memoria publicó en su número 14 una compilación de sus textos y discursos, con un estudio de los historiadores Agustina Prieto, Laura Fernández Cordero y Pascual Muñoz.

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