La salud como derecho

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Sin fines de lucro y con una fuerte impronta social, el Laboratorio de Hemoderivados de la Universidad Nacional es el único productor en el país de medicamentos a partir del plasma sanguíneo. Sinergia con la filial Centro del Banco Credicoop.

Innovar para salvar vidas. La técnica del laboratorio, Marcela Martínez, Lo Re y Fidelio.

En el campus de la Universidad Nacional de Córdoba se encuentran los cinco edificios del Laboratorio de Hemoderivados (LH), el único productor de derivados plasmáticos de Argentina y la planta fraccionadora de plasma con mayor capacidad de producción y comercialización de Sudamérica. «Nuestra historia empezó de una manera muy particular y es una especie de big bang que se expande hasta nuestros días», dice Pascual Fidelio, director ejecutivo de laboratorio. Corría el año 1963 cuando jóvenes estudiantes de medicina y profesionales de la cátedra de Farmacología de la UNC, cansados de ver morir a mujeres en maternidades por trastornos en la coagulación de la sangre en el momento del parto, buscaron la forma de subsanar la problemática. Existían proteínas plasmáticas para tratar esos trastornos, pero sus precios eran inalcanzables, dado que solo eran fabricadas por laboratorios extranjeros. Cuando Arturo Illia ganó las elecciones, los investigadores fueron a verlo a su casa en Cruz del Eje, en moto y con el proyecto de una planta productora de derivados plasmáticos bajo el brazo. Illia los recibió y decidió apoyarlos donando fondos reservados de Presidencia, con la condición de que el laboratorio dependiera siempre de la universidad y que esta institución también hiciera un aporte económico.  En 1964 se inauguró la Planta de Proteínas Plasmáticas y, diez años después, se lanzó el primer medicamento fabricado allí: albúmina sérica humana y, más tarde, la gammaglobulina intramuscular. Hoy, el LH es un centro de producción farmacéutica con 90 productos en el mercado y muchos medicamentos para tratar enfermedades complejas. Solo en 2017, 440.000 pacientes utilizaron sus productos. «No perseguimos fines de lucro: hacemos muchas donaciones a personas de bajos recursos y, en las ventas, trabajamos con precios accesibles», dice el director.

Vínculo solidario
Con el objetivo de resolver la necesidad de contar con ciertos servicios financieros, el LH  –que si bien depende de la UNC es económicamente autosuficiente– se vinculó hace unos años con la filial Córdoba Centro del Banco Credicoop. Gustavo Cutri, director de administración y finanzas del laboratorio, señala: «Nosotros no podemos trabajar con bancos privados, pero sucedió algo muy puntual cuando nos vimos en la necesidad de realizar operaciones de importación y no pudimos lograrlo a través de nuestras entidades bancarias habituales, así que acudimos a Credicoop y allí nos asesoraron para realizar transacciones de comercio exterior». Guillermo Lo Re, gerente de la filial cordobesa, agrega: «Después acordamos un paquete de productos y servicios: asociamos a Credicoop a los 300 empleados de este laboratorio y brindamos cuentas corrientes,  créditos, plazos fijos. Bonificamos el costo de las transferencias a proveedores y los ayudamos a mejorar los procesos para la certificación ISO en la parte administrativa».
Los proyectos del LH no se agotan en los derivados del plasma: en 2005 se comenzó a desarrollar una línea elaborada a partir de tejido óseo para uso traumatológico, que incluye prótesis y hueso molido, elemento de uso odontológico. «Algo distintivo de nuestro laboratorio –concluye Fidelio- es que recibimos donaciones de bancos de sangre de toda la Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay, que nos envían el plasma a nuestro laboratorio y nosotros retribuimos la donación con medicamentos u otros productos. Esto también es único en el mundo».